La pobreza empuja al microtráfico a familias de zonas vulnerables
En lo que va de 2022, 80 mujeres han sido asesinadas en Guayaquil, Durán y Samborondón, de las cuales 66 tendrían relación con la delincuencia organizada y el microtráfico, según la Policía.
Imagen de la cooperativa Cañaveral en Monte Sinaí, en Guayaquil, el 19 de agosto de 2020.
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Mercedes, de 38 años, caminaba hacia su casa cuando un hombre la asesinó a tiros. Ocurrió la noche del 6 de septiembre, en la Cooperativa Unión de Bananeros, en el sector del Guasmo Sur, en Guayaquil, una zona invadida por el microtráfico.
Tras el crimen, los hijos de Mercedes están bajo la custodia de sus familiares.
La Policía investiga las motivaciones del crimen, pero conoció que Mercedes registra antecedentes penales por tráfico de drogas y tenía una enfermedad catastrófica.
"Eso fue lo que la motivó a que se dedicara al tráfico ilícito", dice Henry Herrera, jefe de Operaciones de la zona 8, que integra a Guayaquil, Durán y Samborondón, donde se registran 968 asesinatos en lo que va del año.
El microtráfico es una actividad riesgosa, pero se vuelve la única opción para las personas que viven en las zonas más pobres y abandonadas de la ciudad.
Los sectores del noroeste y sur de Guayaquil registran la mayor cantidad de muertes violentas relacionadas con el crimen organizado. En estas zonas no hay acceso a servicios públicos, salud, educación, empleo o vivienda.
Mujeres y niños, víctimas de la violencia
En medio de esa guerra de bandas que se libra en los sectores más vulnerables están los niños y mujeres.
En lo que va de 2022, 80 mujeres han sido asesinadas en los tres cantones de la zona 8, según la Dirección Nacional de Investigación de Delitos Contra la Vida (Dinased).
De esas muertes, 66 estarían vinculadas a la violencia criminal. La cifra ha aumentado respecto al año pasado, cuando se registraron 29 asesinatos en el mismo periodo.
Pero al cierre de 2021, en todo el país, 67 mujeres fueron asesinadas. Los casos estarían relacionados con la delincuencia organizada.
Aún no conoce a profundidad las causas de estos crímenes, pero la Policía ha detectado que muchas de las víctimas se involucraron en el tráfico de drogas por falta de oportunidades o porque sus parejas también fueron liquidadas por las bandas.
Algunas mujeres "han heredado el comercio del tráfico ilícito", dice Herrera, lo que las convierte en un blanco "si el negocio no sale bien".
Pero también se trataría de femicidios por delincuencia organizada, es decir que “las mujeres son usadas como armas de guerra por bandas delincuenciales”, explica Geraldine Guerra, de la Alianza Feminista para el Mapeo de Femicidios.
Algo similar ocurrió en Ciudad Juárez, en México, hace diez años. En 2021, el repunte de muertes violentas de mujeres al estilo sicariato, sobre todo en Esmeraldas, Manabí y Guayas, alertó a la Policía.
También existen vínculos de esas mujeres con los presos en las cárceles.
“Matan a las mujeres de sus contrincantes que están afuera. Entonces estas motivaciones son agravantes en los crímenes que se están perpetrando contra ellas”, añade Guerra.
Los 66 casos en investigación
Los casos no se investigan por femicidio, a pesar de que así lo determina el Protocolo para Investigar Femicidios y otras Muertes Violentas de Mujeres y Niñas de la Fiscalía General del Estado, desde noviembre de 2021.
Los 66 casos ocurridos en Guayaquil, Durán y Samborondón fueron abiertos por homicidio o asesinato por la misma Fiscalía y todos están en investigación.
El tratamiento de estos crímenes como femicidio es clave también para la atención que el Estado está obligado a dar a los hijos de las víctimas.
Por ejemplo, la entrega del bono que el Gobierno destina a los huérfanos y el seguimiento en su vinculación al sistema educativo y de salud.
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