Ola Bini, el encriptador desencriptado y sus conexiones con la política
Es una paradoja. El sueco Ola Bini, programador y experto en encriptar dispositivos informáticos, activista de la privacidad de datos personales, está entre la espada y la pared.
El informático sueco Ola Bini y su abogado Carlos Soria se presentaron ante la Fiscalía el pasado viernes 30 de agosto.
EFE
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Una fotografía de entre los miles que guardaba en su celular aún es la prueba madre del juicio que enfrenta Ola Bini por supuesto acceso no consentido al sistema informático de la Corporación Nacional de Telecomunicaciones (CNT).
La ironía es que su IPhone no tenía varios escudos para encriptarlo, sino apenas una simple clave que fue descubierta por la Policía.
En ese teléfono celular la Fiscalía encontró mensajes de WhatsApp que evidencian las preocupaciones de Bini, luego de la detención del hacker australiano, Julian Assange, en la embajada de Ecuador en Londres, el 11 de abril de 2019.
"Si alguien de la oficina pregunta sobre mí y Julian, por favor niega que tengo conexión, para no preocupar al personal".
Con ese mensaje, Bini pedía discreción a una colaboradora del Centro de Autonomía Digital (CAD), una fundación de software sin fines de lucro que él lideraba y fundó en Quito, según consta en el proceso judicial.
Ese día empezó el calvario de Assange y el viacrucis de su amigo Bini, apresado con horas de diferencia, en Quito. Treinta meses después, Ola Bini está a la espera de la audiencia de juicio y se declara rehén del Estado ecuatoriano.
La audiencia debió realizarse el 20 y 21 de octubre, pero fue suspendida por pedido de la parte acusadora: la Corporación Nacional de Telecomunicaciones, CNT.
El gerente actual de la CNT, Ralph Suástegui, no cumplía aún dos meses en el cargo para esa fecha.
Fuentes de la empresa confirmaron a PRIMICIAS que la diligencia judicial coincidió con una emergencia suscitada en Cañar, por lo que CNT pidió al tribunal posponerla.
CNT es la acusadora particular en este caso, que también tiene a la Fiscalía como un actor preponderante desde el inicio de la investigación.
El supuesto delito que ambas entidades alegan es el acceso no consentido a un sistema informático del Estado ecuatoriano.
El falso hacker ruso
Bini niega los cargos e insiste, con su abogado, Carlos Soria, en que su único delito es ser amigo de Assange.
Las denuncias de persecución se basan en más de 100 supuestas violaciones al debido proceso identificadas por su equipo de defensa.
De hecho, su caso arrancó atropelladamente, con información confusa y contradictoria que el gobierno de Lenín Moreno tenía sobre Bini, a quien inicialmente confundió con un hacker ruso.
Por eso su defensa asegura que desde cuando fue arrestado, mientras esperaba para abordar un vuelo que lo llevaría hasta Japón, no se ha presentado ninguna prueba sólida en su contra.
Ahora Bini es el ícono de un movimiento internacional de informáticos y defensores de derechos humanos que abogan por el derecho a la privacidad en la red y fuera de ella; por el acceso libre a un software seguro y por los derechos digitales.
El último capítulo de esta historia salió a la luz en junio pasado. Carlos Soria, abogado del sueco, presentó una denuncia en la Fiscalía por un supuesto fraude procesal en el que estarían involucrados desde el expresidente Lenín Moreno hasta su ministra de Gobierno, María Paula Romo, y otros funcionarios.
La denuncia fue presentada un día después de que Bini fuera llamado a juicio por la jueza Yadira Proaño. Basó su fallo en los 60 elementos de convicción que presentó la Fiscalía confirmando su teoría del caso.
Soria destaca que la parte medular de la denuncia por fraude procesal es un informe de la Policía sobre la llamada, en abril de 2019, que alertó sobre la salida de Bini hacia el exterior, tras cometer supuestos ataques a los sistemas informáticos del gobierno.
"Ese documento certificado por la propia Policía, que obtuvimos con un recurso de hábeas data, difiere del informe que presentó la Fiscalía sobre la llamada de alias Marco, para iniciar la investigación y detener a Bini", asegura Soria.
"Eso significa que se forjó un documento, por eso creemos que hay fraude procesal. Además, pedimos la grabación de la llamada, pero no la tienen. Nos indicaron que justo ese día los equipos se habían dañado", dice Soria.
Programador a los siete años
Para sus detractores y la Fiscalía, Bini tiene dos facetas: una pública, como programador y defensor conocido mundialmente por la defensa de los derechos digitales; y otra, más subterránea, que es la del hacker que operó por años, alineado con Assange y su organización, Wikileaks.
Al igual que el australiano, que estuvo asilado siete años en la embajada de Ecuador en Londres, Bini despierta pasiones encontradas: amor y odio. No admite medias tintas.
Ola Metodius Martin Bini es una figura rodeada de paradojas desde su niñez. Nació en 1982, con el nombre de Ola Martin Gustaffson, en Solbergh, cerca de Gotemburgo, la segunda ciudad más importante de Suecia.
A los siete años ya programaba, jugaba y escribía fórmulas matemáticas. En noveno grado, ayudó a reparar una veintena de computadoras de su escuela, que habían sufrido un ataque informático.
A los 18, al dejar el colegio y sentir que no había aprendido nada, se mudó a Estocolmo. Trabajó en el instituto Karolinska, el centro de investigación médica más prestigioso de Suecia.
Para su primer año de trabajo, según Bini relató en su versión libre ante la Fiscalía, desarrollaba software de enseñanza de medicina. Al año fue trasladado al departamento principal de tecnologías del instituto. Una de sus primeras misiones fue crear software de protección para la universidad.
Se involucró en el desarrollo de programas de acceso libre, creó algunos proyectos y contribuyó al desarrollo de otros. Por su trabajo llegó a ser considerado uno de los seis mejores programadores de su país.
Con el tiempo, se vinculó laboralmente con la empresa desarrolladora de software Thoughtworks International, constituida en Chicago por el informático Roy Singham. Esa organización privada auspició la petición de su visa para residir en Ecuador, a mediados de 2013.
También avaló la solicitud del visado para quien entonces era su esposa, la sueca Malin Johanna Katrin, con quien se casó en 2008. En Ecuador estuvieron juntos varios años, luego se separaron y ella, al parecer, volvió a Suecia.
A pesar de vivir de forma permanente en Ecuador, entre 2013 y 2019, Bini viajaba constantemente al exterior por sus conferencias y asesorías informáticas, así como para visitar a Assange en la embajada en Londres.
En ese período se movilizó más de 70 veces a destinos como Suecia, Brasil, Inglaterra, Chile, Holanda y España. A Europa se desplazó en 28 ocasiones.
Dos meses antes de ser detenido en Quito, Ola Bini estuvo en Venezuela. Participó en la Asamblea Internacional de los Pueblos, realizada en Caracas, del 24 al 27 de febrero de 2019.
En uno de los eventos portó una divisa de Wikileaks, con cuyo líder no solo se identificaba: dijo que era su amigo y mentor. En esas fechas también estuvo en Caracas el excanciller Ricardo Patiño, según informes de Migración.
Precisamente, el 11 de abril de 2019 se enteraba, minutos después de la una de la tarde, del fin del asilo de Assange en la sede diplomática.
A renglón seguido, chateaba con una amiga ecuatoriana, a quien le enviaba el enlace a una noticia digital que recogía la denuncia de la entonces ministra Romo.
Según esa denuncia, hackers rusos miembros de Wikileaks estaban viviendo en Ecuador y los hechos ya estaban siendo informados a Fiscalía.
"No estoy 100 por ciento seguro de que estén hablando de mí. Algunos detalles no cuadran. Pero no es imposible", le escribió a su amiga a través de su celular, a cuyo contenido accedió la Policía tres meses después, tras descifrar su clave de acceso.
Horas más tarde, intentaba irse a Japón para un viaje de dos semanas a un curso de artes marciales, proyectado desde hacía un par de meses antes.
A los agentes que lo detuvieron les llamó la atención la cantidad de equipos electrónicos -laptops, memorias y celulares- que intentaba llevar en su periplo.
Para él y su defensa, en cambio, su detención violó principios elementales del derecho, pues no tuvo un abogado que hablara en su idioma y no supo de qué delito se lo acusaba, aunque según Fiscalía sí habla castellano, lo cual se habría evidenciado años antes en conferencias que dio en Ecuador.
Chats con políticos
Documentación a la que PRIMICIAS tuvo acceso revela que los contactos de Ola Bini con Ecuador habrían tenido también un origen político.
Al parecer, estas relaciones se consolidaron desde 2012, al tiempo que Assange recibía el estatus de asilado en la embajada ecuatoriana en Reino Unido.
En un chat -parte del proceso judicial- se presentó como amigo de Iván Orosa Paleo. Este español fue asesor del despacho del canciller, tanto en la gestión de Ricardo Patiño, como en la de Guillaume Long.
En conversaciones que mantuvo en agosto de 2013, a través de su celular, recibió en inglés el dato de que "la reunión fue reagendada para el lunes… con Patiño". Hay varias alusiones al apellido del entonces canciller.
-Entonces, ¿no sabemos si Txema tiene la fuerza para impulsar esto? -Escribe Bini en un mensaje.
Lo más probable es que se refiera a José María Guijarro, conocido como Chema o Txema, economista y político español que también colaboró en el gobierno de la revolución ciudadana, durante ocho años, llegando a ser viceministro de Relaciones Exteriores.
Actualmente es secretario general del Grupo Parlamentario Confederal Unidos – Podemos, en España. Guijarro jugó un papel clave en la concesión del asilo a Assange y en la estrategia para su llegada a la embajada, que fue planificada meses antes por el Gobierno de Rafael Correa.
-Hay otros seis amigos decididos a participar en el proyecto. Si Txema consigue los fondos, creo que Patiño está a bordo. -Le responde su interlocutor.
Desde que se hizo pública la detención de Bini, el excanciller Patiño negó haber conocido y peor aún haberse reunido con el programador. Su abogado también niega cualquier relación política o nexos con Patiño.
Soria subraya que los chats que están en el proceso solo recogen conversaciones personales de Bini con sus amigos y colegas, y que en ninguna habla de desestabilizar al gobierno ni de acercamientos con el excanciller y sus asesores.
“Solo son conversaciones sociales, no hay contactos políticos. Todo eso es parte de la campaña que el anterior gobierno, con María Paula Romo a la cabeza, han tratado de posicionar en la opinión pública contra Bini”, agrega Soria.
¿Contratos con el Estado?
En otros mensajes se da a entender Ola Bini esperaba cuajar contratos con el Estado cuando aún era parte de Thoughtworks. Su abogado niega enfáticamente esa posibilidad y explica que eso ha sido suficientemente probado durante el juicio.
En 2016, hay registros financieros de que Thoughtworks recibió un pago por USD 16.000 desde el sector público.
Bini promocionaba intensamente la bandera del acceso a software seguro en 2014. En esa lógica, fue invitado estelar en eventos que promocionaban el avance digital.
En uno de ellos compartió cartel con Iván Orosa. A través de videoconferencia también participó Assange, que hizo su exposición de una hora desde la embajada en Londres sobre software libre, destacando el trabajo de Thoughtworks.
Otra información que daría cuenta de los movimientos poco conocidos de Bini y su cercanía con el gobierno de Rafael Correa aparece publicado en el libro 'Después olvidarán nuestros nombres, la historia del agente Ratón y los espías salvajes', del periodista Juan Carlos Calderón.
Ahí se recoge el testimonio del exagente de inteligencia, Raúl Chicaiza, quien asegura que Bini colaboraba como informático en la Secretaría Nacional de Inteligencia (Senain), y sus honorarios fueron cubiertos con gastos especiales.
“Él era contratado por la Senain, es fácil comprobarlo abriendo las IP, es muy fácil, pero eso no lo van a hacer por la Ley de Seguridad Nacional. ¿Para qué se trae a Ola Bini? Hay muchas cuestiones, un hacker no camina de gana”.
El abogado de Ola Bini niega tajantemente esa versión. Asegura que Bini nunca pisó la Senain y tampoco dio ningún curso o capacitación en ese organismo, de lo cual no existe ninguna prueba documental.
Assange y Thoughtworks
"Llega Ola Bini. Amigo del huésped. Alargan la cita hasta las 22:30". Así consta en la bitácora de la embajada ecuatoriana en Londres; Bini arribó el 19 de julio de 2015, a las 19:00.
El programador consta en los documentos clasificados como asiduo visitante a la sede diplomática en Knightsbridge.
En esa sede diplomática, Assange estuvo asilado entre julio de 2012 y abril de 2019. Período durante el cual Bini se reunió con Assange por lo menos en 15 ocasiones.
PRIMICIAS revisó los reportes de los invitados de Assange a la embajada de Ecuador, a la que en círculos diplomáticos y de inteligencia se conocía como el 'hotel'.
Uno de los registros muestra los movimientos del 20 de septiembre de 2015. Esa fue una jornada ajetreada para el hacker australiano Assange. Su primer convidado llegó a las 10:10, era el especialista en tecnologías, Roy Singham, fundador y dueño de Thoughtworks International.
El documento de novedades establece que "durante el control protocolario de entrada se detectó en un bolsillo del pantalón del señor Signham un cableado con auricular y un bolígrafo un tanto particular; se le invitó a abandonar sus pertenencias, a lo que accedió sin objeción".
Once personas visitaron ese día a Assange; la última salió de la embajada pasadas las 21:15. El programador sueco Ola Bini estuvo entre ellas.
Por esos días, Bini tramitaba la renovación de su visa ecuatoriana, la 12 VI. De hecho, se había radicado en Quito desde mediados de 2013, como consejero informático de Thoughtworks.
Esta empresa es una filial ecuatoriana de Thoughtworks International, con sede en Chicago, Illinois.
El empresario Singham fundó la empresa estadounidense en 1993; años más tarde se declaró admirador de Hugo Chávez y de la revolución socialista. Para 2015, Singham era uno de los firmantes de las cartas oficiales que avalaban la petición de visa ecuatoriana para Ola Bini.
En 2017 vendió su empresa en USD 720 millones, a una entidad financiera de capital de riesgo, Apax Partners. Cuando la compañía fue vendida, Bini renunció y después fundó el CAD, con sedes en Ecuador, España y Brasil.
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