La violencia crece en Sucumbíos por el avance del narcotráfico
El primer cuatrimestre de 2022 en la frontera norte ha sido especialmente violento. En enero, los asesinatos aumentaron en Sucumbíos y desde febrero lo hicieron en Esmeraldas.
Imagen referencia. Más de 10.000 plantas de coca fueron localizadas y destruidas por efectivos de las Fuerzas Armadas, en las riberas del río Putumayo, Sucumbíos (frontera norte), el 19 de abril de 2022.
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Las actividades relacionadas con el narcotráfico se incrementaron en la frontera entre Ecuador y Colombia. Lo reflejan las cifras de muertes violentas y de operativos antinarcóticos.
El 19 de abril de 2022, en Putumayo (frontera con Sucumbíos), las Fuerzas Armadas hallaron más de 10.000 plantas de coca sembradas del lado ecuatoriano.
En la zona también fueron encontrados laboratorios de procesamiento de cocaína. El último de ellos fue detectado por las autoridades a finales de marzo.
Lo que refuerza la teoría de que Ecuador ya no es más un país de tránsito de cargamentos de cocaína: ahora en su territorio se siembra, se procesa, se almacena y se exporta este estupefaciente.
Hay por lo menos dos bandos criminales intentando hacerse del control de este negocio. Una disputa que ha cobrado ya decenas de muertes. La guerra empezó en las cárceles, pasó a las calles de Guayaquil y, desde inicios de 2022, se libra además en la frontera norte.
La provincia de Esmeraldas cuenta 133 muertes violentas hasta el 18 de abril de 2022. La atención pública giró hacia Esmeraldas luego del reciente asesinato, en el populoso barrio de Monte Sinaí, de una familia de siete personas.
Las autoridades creen que dos miembros de esa familia -que no estuvieron durante el atentado- pertenecerían a la banda de Los Tiguerones.
Los Tiguerones es una más de las organizaciones delictivas que disputa el control de la frontera norte. Según inteligencia policial, este grupo, junto a otros como Los Lobos y Los Chone Killers, da soporte al mexicano cartel Jalisco Nueva Generación en Ecuador.
Y se enfrentan al otro bando, comandado por el cartel de Sinaloa y ayudado en Ecuador por Los Choneros, Los Águilas y Los Gánsters.
La frontera con Colombia es importante porque, aunque Ecuador ha empezado a sembrar coca y a producir cocaína, el vecino país sigue siendo el mayor productor del mundo.
En Esmeraldas, estas bandas reciben cargamentos de cocaína de manos del Frente Oliver Sinisterra y de la Columna Móvil Urías Rendón.
Y en Sucumbíos ocurre algo similar. El grupo cercano a Sinaloa trabaja con Comandos de la Frontera, otra disidencia de la extinta guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia o FARC.
En septiembre de 2020, el Ejército halló un campamento con panfletos de este grupo en Sucumbíos.
El bando liderado por el cartel Jalisco Nueva Generación, en cambio, estaría trabajando en la provincia de Sucumbíos con el denominado Frente Carolina Ramírez, también encabezado por antiguos grupos guerrilleros colombianos.
La violencia se trasladó en la frontera
Esmeraldas y Sucumbíos -las provincias por donde, presuntamente, se está moviendo la cocaína- son las que mayor número de muertes violentas registran en el inicio de este año en Ecuador.
Esmeraldas tiene 133 casos, con una tasa de 20,7 por cada 100.000 habitantes. Mientras que en Sucumbíos ya se registran 28 muertes violentas, con una tasa de 12,1 por cada 100.000 habitantes.
Si el promedio diario de muertes que registran ahora provincias se mantiene, las tasas de muertes violentas a finales de año podrían ser mucho más altas.
La de Esmeraldas podría bordear los 71 casos por cada 100.000 habitantes y la de Sucumbíos las 40 muertes.
Esas cifras serían, incluso, superiores a las de los países más violentos de Latinoamérica, que es la región con peores registros del mundo.
La violencia en estas provincias ha experimentado un patrón extraño en el inicio de 2022. En Sucumbíos, solo en enero hubo 23 casos, es decir, el 82% del total de las muertes ocurridas hasta el 20 de abril.
Hugo Silva, comandante de la Policía en esta provincia, explica que luego de esa crisis de inicio de año se ha logrado contener la violencia criminal. Y que los cinco casos restantes que han ocurrido en los casi tres meses posteriores son, en su mayoría, por problemas interpersonales como riñas.
Pero, justo cuando el brote de violencia se contuvo en Sucumbíos, empezó el de Esmeraldas. En esa provincia hubo 23 muertes en enero y los otros 110 casos sucedieron en los meses siguientes.
Imbabura y en Carchi en riesgo
En Ecuador, las provincias que están en la frontera norte (Esmeraldas, Sucumbíos y Carchi) se agrupan en la llamada Mancomunidad del Norte. A ellas se suma Imbabura, que limita con Carchi, Esmeraldas, Sucumbíos y Pichincha.
Al inicio de 2022, el promedio de muertes violentas se ha mantenido estable en Imbabura y en Carchi.
Pero, en Imbabura ya hubo una alerta de que esto podría cambiar. El 18 de abril de 2022, ocurrieron dos muertes violentas en Ibarra, la capital provincial. Cuando en el promedio histórico ha sido de dos casos al mes.
Uno de estos casos consternó al país. Un hombre fue asesinado frente a su nieto, un niño que lloró desconsoladamente junto al cuerpo de la víctima, quien fue objeto de un robo al estilo sacapintas en los exteriores de una agencia bancaria.
Patricio Carrillo, ministro del Interior, dijo que si bien este caso es producto de la delincuencia común, no se puede negar que el crimen organizado es parte del escenario en Imbabura.
Según Carrillo, las fronteras y sus territorios cercanos, en cualquier país, son complicadas porque existen mercados ilegales asociados al contrabando, a la minería ilegal, al narcotráfico, al tráfico de armas, a la migración irregular y a otros fenómenos.
En Imbabura, por ejemplo, ya se han identificado dos formas en las que los delincuentes obtienen los medios para cometer sus crímenes y mantener el anonimato.
Primero, explicó Carrillo, "se arriendan cuartos y espacios para que se acumulen personas que se encuentran en situaciones irregulares", sin pedir documentos ni firmar contratos.
Y, también, se está formando un mercado informal de alquiler de motocicletas, que luego se utilizan para cometer estos crímenes.
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