Director de la Penitenciaría dice que ha logrado "relativa calma", por ahora
PRIMICIAS entró a la Penitenciaría del Litoral con los miembros de la Comisión de Diálogo Penitenciario y Pacificación, para observar actividades de rehabilitación.
Personas privadas de libertad realizan ejercicios en su pabellón en la Penitenciaría del Litoral, Guayaquil, 20 de abril de 2022.
Carolina Mella
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Apenas quedan rastros de las masacres que tiñeron de sangre las paredes y pisos de los pabellones dos, tres, ocho y nueve de la Penitenciaría del Litoral, que entraron en conflicto en varios episodios violentos en 2021.
En el patio del pabellón ocho, en el que cumplen condena más de 600 personas, los huecos en las paredes que provocaron las balas han sido cubiertos con cemento, pintadas y ahora se retocan los murales que los identifican: Unos tigres.
Este es el pabellón de la banda conocida como Los Tiguerones.
Los internos cuidan cada pincelada, trazan un color claro alrededor de la frase "Cartel Nueva Generación" y la imagen de dos bazucas que están sobre esta.
El 21 de abril de 2022, la visita de la Comisión de Diálogo Penitenciario y Pacificación, con el programa "Construyendo libertades entre rejas", los anima.
Han preparado una obra de teatro y ríen con los chistes que improvisan los actores. Los artesanos aprovechan para mostrar sus trabajos, que los exponen en el piso mientras demuestran sus habilidades en vivo.
Carteras hechas a mano con fundas de comida, pulseras con chaquiras, hamacas hechas con fundas recicladas. Pero en realidad, la sola presencia de otras personas, conversar y que los escuchen, tiene a todos de buen humor.
La Penitenciaría del Litoral, inaugurada en los años 60, está conformada por 14 pabellones y, actualmente, alberga a 6.600 personas privadas de libertad, aunque su capacidad es para no más de 5.200.
Solo en este lugar, 194 personas fueron asesinadas cruelmente en las masacres ocurridas en 2021 y ha tenido tres directores en el último año. Sin embargo, los presos hablan de una nueva administración que ha comenzado a hacer cambios.
Por ejemplo, las mejoras en los patios de los pabellones, la comida y, sobre todo, que se les permitirá recibir las visitas de sus hijos después de casi tres años, tiempo en el que estuvo prohibido que los niños ingresen a la cárcel por el riesgo de su seguridad.
Los cambios se han dado en menos de dos meses, el mismo tiempo que el coronel en servicio activo, Marcelo Castillo, lleva en el cargo.
Es la primera vez en la historia institucional de la Policía y el Sistema de Atención de Personas Privada de Libertad (SNAI) que un miembro de las filas policiales dirige la Penitenciaría del Litoral.
Una estrategia similar se aplicó en la designación del director del SNAI, el general Pablo Ramírez.
La gestión de Castillo empezó con una denuncia realizada en el informe de marzo de la Comisión de Diálogo Penitenciario y Pacificación.
Según los comisionados, "las PPL dieron nombres de policías que son brazo derecho de aquellos que supervisan lo que pasa en el Litoral y quienes, aparentemente, protegen a algunos de los líderes".
Pero el coronel dice que ahora existe articulación con la Unidad de Contingencia Penitenciaria de la Policía, que controla todo lo que ingresa y sale de las cárceles.
"Quizás en las anteriores administraciones se dieron estos focos de corrupción, pero estoy vigilando hasta los filtros".
Marcelo Castillo.
En el tiempo que lleva en el cargo, Castillo asegura que solo ha conocido un caso de un guía penitenciario que intentó ingresar artículos prohibidos. Eran camisetas de marca, como las que usan los líderes de los grupos delictivos.
“La Unidad de Contingencia Penitencia realizó su trabajo, pero la autoridad competente no creyó necesaria la aprehensión de este funcionario. Consideró que era solo una falta administrativa y como SNAI la anclamos a una acción disciplinaria y fue sacado de este centro”, explica Castillo.
Pero habría también un posible conflicto de intereses al momento de juzgar posibles infracciones.
El personal de Contingencia Penitenciaria está integrado por policías que realizan el parte cuando se detecta un hecho irregular que involucra a guías penitenciarios o policías.
Ese documento es el que reciben los funcionarios judiciales y en que basan sus argumentos para juzgar un tipo de sanción.
“Cuando yo llegué habían sido depurados servidores policiales que hacen un trabajo rotativo, personal de agentes de control penitenciario, funcionarios que me imagino que fueron identificados en focos de corrupción. En mi administración no han existido estos hechos”, dice Castillo, quien no conoce de procesos abiertos que investiguen administraciones anteriores.
El coronel camina por los peligrosos pabellones de la Penitenciaría sin más seguridad que la compañía de algunos miembros de su equipo administrativo.
Saluda a todos al entrar y conversa con los voceros de los pabellones y líderes de las bandas, los escucha y les habla de los ejes de rehabilitación.
"El secreto es estar permanentemente dentro de los pabellones, de las celdas, verificando que todo marche bien, que no existan malos comportamientos por parte de las PPL", dice el director de la Penitenciaría.
"No soy un director de escritorio, tengo que estar donde las papas queman: eso es dentro de los pabellones, planificando".
Se podría creer que el director ha sorteado el mayor obstáculo que es abrir un canal de comunicación con las PPL, pero las trabas también son administrativas.
Por ejemplo, todavía no está instalado el escáner que se había prometido en enero. Al igual que las demás cárceles del país, requiere de guías penitenciarios e incluso mayor participación de otras instituciones que son parte del sistema de rehabilitación.
La Secretaría de Derechos Humanos no tiene ningún funcionario observando lo que ocurre en la Penitenciaría y la crisis de desabastecimiento de medicinas que viven los hospitales públicos, también se siente en la cárcel.
La falta de atención médica es la principal queja de los internos, quienes aseguran que no reciben los tratamientos completos para enfermedades como la tuberculosis. Pero esta es una gestión del Ministerio de Salud.
En el último mes, “se ha logrado rehabilitar el policlínico, porque estaban hacinados en una oficina por temas de seguridad. Hay alrededor de 12 funcionarios y hemos implementado un cronograma de atención, para evitar que el mismo día salgan privados de libertad de grupos contrarios y pueda haber enfrentamientos”, explica el director.
Pertenecer a una banda delictiva condiciona la entrada de los nuevos privados de libertad: para mantener los pabellones en calma, son ubicados según el grupo al que pertenezcan y no necesariamente de acuerdo al nivel de peligrosidad.
Este se evalúa en un test psicológico que se realiza cuando una persona llega a la cárcel.
Por ahora, hay una relativa calma en la Penitenciaría.
"Espero que se mantenga así", dijeron varios privados de libertad de los distintos pabellones, mientras cuentan los días para salir de allí, lo que les causa incertidumbre porque muchos de ellos no tienen una defensa legal.
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