El crimen y el narcotráfico interrumpen la cotidianidad de Socio Vivienda
Moradores y docentes del barrio Socio Vivienda 2, en Guayaquil, cuentan las horas de terror que vivieron cuando quedaron atrapados en medio de una balacera entre bandas criminales.
El barrio Socio Vivienda 2 vive asediado por las bandas delincuenciales.
Redacción Primicias
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El sonido de las balas retumbaban en los contenedores de lata de la escuela Pedro Vicente Maldonado, en el barrio Socio Vivienda 2, noroeste de Guayaquil.
Los niños con sus uniformes nuevos, y algunos todavía con las mochilas en las espaldas, lloraban tendidos en el piso boca abajo. Mientras las docentes se arrastraban para reunirlos hasta la puerta en un intento por escapar.
Quienes disparaban se habían trepado al techo del campamento número dos de la escuela, que está junto a la Unidad de Vigilancia de la Policía. Pero esta central policial es una infraestructura más en este violento barrio de la ciudad, que nació como un plan habitacional para personas de escasos recursos.
Las líneas imaginarias de la guerra del narcotráfico dividen los territorios del barrio, de un lado 'La Barraca’ y del otro la ‘Favela’.
La comunidad ya estaba alertada de que venía un fuerte enfrentamiento entre bandas criminales, por eso los únicos ausentes en la escuela eran los niños del barrio.
Desde la madrugada de ese 25 de mayo se escucharon los disparos, a ratos eran más intensos y por momentos todo quedaba en silencio.
Una semana después de la balacera, la Policía y militares hicieron un operativo en el lugar, donde una persona fue detenida, porque tenía orden de captura.
“Es la primera planificación realizada en el distrito Nueva Prosperina, en el sector Socio Vivienda 2, se tiene planificado demás operativos en fechas posteriores”, dijo Oscar Orellana, subjefe del Distrito Nueva Prosperina.
Al día siguiente del operativo nada cambió en Socio Vivienda, pues la violencia ha comenzado a trastocar las actividades más cotidianas de la gente como trabajar e ir a la escuela.
Lo peor llegó al mediodía
El día de la balacera hubo mensajes de texto que advertían que era mejor no salir de las casas. Y los habitantes de Socio Vivienda 2 ya se han acostumbrado a acatar las órdenes a punta de bala.
Pero en medio del estridente sonido de los disparos, las maestras escuchaban gritar a los padres: "¡Salgan de ahí porque viene lo peor!”.
"Nos repartimos a los niños y les dijimos que era el momento de correr. Y salimos corriendo con los pequeños llorando e intentando que no nos suelten la mano. Se nos hizo eterno llegar al otro campamento de la escuela".
Docente de la escuela ubicada en Socio Vivienda 2.
La balacera continuó otros 20 minutos más, muchos se tiraron al piso a llorar, hubo personas que se desmayaron y otros se sentaron a esperar a que las bandas pararan el intercambio de plomo.
Tierra de nadie
Cuando hubo suficientes heridos, que dejaron rastros de sangre en la puerta de la escuela, las bandas dejaron de disparar.
Todos los que no viven en el sector buscaron salir despavoridos de Socio Vivienda 2, pero “carro que entra, carro que es secuestrado o robado”, dicen los vecinos. Por ello, hace más de tres años los buses no funcionan en la zona después de que mataron a dos choferes.
La advertencia se siente tan solo al llegar. Dos carros patrullan alrededor del vehículo del equipo de PRIMICIAS. Los habitantes piden que por seguridad nos retiremos del barrio.
Ningún vehículo de la Policía está en las calles. La unidad policial junto a la escuela está cercada con vallas y una de las ventanas todavía tiene la huella de una bala. Adentro, dos policías de turno están mirando sus teléfonos.
Al igual que la gente, guardan silencio sobre lo que ocurrió el día de la balacera, “Vaya al distrito para más información”, dicen.
"Aquí nos cuidan los Tiguerones y no la Policía"
Después de la balacera del 25 de mayo, las clases se suspendieron el resto de la semana, los docentes regresaron el siguiente lunes con miedo de que se desate un nuevo enfrentamiento entre las bandas.
La rectora de la escuela informó a los docentes que “supuestamente hubo un diálogo entre bandas y que ellos nos van a cuidar".
"Aquí nos cuidan los Tiguerones y no la Policía", agrega la funcionaria, quien comenta que la promesa era que una patrulla resguarde las instalaciones, pero esto no se ha cumplido.
A pesar de la balacera, ningún estudiante o maestro ha recibido atención psicológica por lo sucedido.
PRIMICIAS solicitó al Ministerio de Educación información sobre cuáles son los protocolos que se aplican en estos casos. Hasta el cierre de este reportaje no hubo respuesta.
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