Los 100 presos más peligrosos del país serán enviados a La Roca
El fallecido narcotraficante Óscar Caranqui describió a La Roca, la temida cárcel de máxima seguridad de Guayaquil, como "el cementerio de hombres vivos".
Cárcel de máxima seguridad en Guayaquil, conocida como La Roca.
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Reacondicionar la cárcel de máxima seguridad de Guayaquil, conocida como La Roca, que es parte del complejo penitenciario en Guayas, para trasladar a presos de alta peligrosidad, ha sido un proyecto fallido.
Ya lo habían anunciado las autoridades del Servicio Nacional de Atención de Personas Privadas de Libertad (SNAI) desde 2020, pero esto aún no se ha concretado.
Según Fausto Cobo, director encargado del SNAI, ya se encuentra habilitada “la parte baja de La Roca, donde pueden ubicar a 100 personas”.
El ex subdirector de Rehabilitación, Christopher Gallegos, explica que un sistema de máxima seguridad “es especializado y consiste en que cada privado de libertad tiene un tratamiento diferente al de otro”.
“En estos espacios permanecen 23 horas encerrados en una celda, sin posibilidad de contacto y comunicación con nadie, porque en el espacio interno de la cárcel, donde están los privados de libertad, no pueden estar funcionarios del servicio de rehabilitación social”, detalla Gallegos.
Cada detenido estará solo en una celda y ni guías, ni policías podrán permanecer en los pabellones. El procedimiento consiste en encerrar a los presos, mientras los policías salen del lugar, porque la cárcel tiene un sistema de puertas electrónicas.
“La Roca es una prisión elaborada con esclusas electrónicas y también con apertura de celdas electrónicas, todo está automatizado”.
Christopher Gallegos, ex subdirector de Rehabilitación Social.
Así se evita que los funcionarios tengan el menor contacto posible con los presos peligrosos.
Durante 23 horas al día, los 100 internos permanecerán encerrados y solo tendrán una hora para salir de sus celdas. No lo harán juntos, sino bajo un esquema alternado.
Es decir, “ocho personas privadas de la libertad los sacarán al patio y estarán todo el tiempo acompañadas de un policía de los grupos de élite. Solo ellos podrán custodiar a cada uno de los ocho que tomarán el sol por 30 minutos aproximadamente”, explica Gallegos.
Los otros 30 minutos estarán destinados a atenciones médicas. Es una hora en total en la que solo tienen acceso al patio y a atención médica.
Así se planifica la salida del grupo de ocho presos cada 30 minutos hasta que se termine el día. Para Gallegos, uno de los tantos desafíos para retomar la seguridad penitenciaria es que no se corrompa el sistema.
“Para abrir una cárcel de máxima seguridad no se necesitan más cámaras, ni más policías, sino asignar mejores policías y mejorar el servicio, el estándar es aún más alto”, agrega Gallegos.
La lista de los 100 elegidos que irían a La Roca es un tema que las autoridades deberán definir, mientras los líderes de las bandas criminales poseen seguridad, armamento y control dentro de los pabellones en los que se encuentran y se han opuesto a su traslado.
El líder de Los Águilas -una facción de Los Choneros-, alias “Fito”, interpuso una acción de protección para evitar su traslado, petición que fue concedida.
El anuncio de la habilitación de La Roca ha inquietado a los cabecillas de las bandas, quienes planearían presionar a las autoridades para evitarlo.
La Roca, "el cementerio de hombres vivos"
Esta cárcel de máxima seguridad fue construida en 2008, en medio de pugnas entre el entonces alcalde de Guayaquil, Jaime Nebot, y el Gobierno de Rafael Correa.
Aunque se terminó de construir en 2008, la administración y operación de La Roca fue entregada al Ministerio de Justicia en 2010.
Es el primer centro que tiene tres muros exteriores que conforman la muralla del perímetro del centro de privación de libertad.
“Para que una persona se fugue tenía que pasar los tres muros que estaban vigilados por terrazas y garitas, que eran custodiadas por la Policía Nacional”, cuenta Christopher Gallegos.
Está diseñada para albergar a un privado de libertad por celda y por eso fue utilizada para internar a los cabecillas de las bandas más peligrosas del país.
Uno de ellos fue el narcotraficante Óscar Caranqui, quien fue asesinado a tiros en 2013 en el patio de La Roca.
En prisión, Caranqui escribió el libro 'La Roca, cementerio de hombres vivos', en el que denunciaba supuestos asesinatos y torturas por parte de funcionarios públicos.
Pero el libro, del cual se imprimieron 10.000 copias, nunca circuló por una orden judicial, porque consideraba que contenía "expresiones injuriosas y fotografías que afectarían los derechos ciudadanos".
La Roca albergó a los hermanos Walter y William Poveda Salazar, conocidos como El Caimán y El Cubano, presos por narcotráfico y por el asesinato de dos directores de la Penitenciaría del Litoral. Los Poveda Salazar eran enemigos de Los Choneros.
También a Jorge Luis Zambrano, alias “Rasquiña”, líder del grupo criminal Los Choneros, que cumplía una pena de 20 años por asesinato.
En 2013, “Rasquiña” y otros 18 presos, en su mayoría Choneros, evidenciaron la vulnerabilidad del sistema de seguridad penitenciario y desnudaron la corrupción de funcionarios, al fugarse de la cárcel de máxima seguridad.
Fue un escape planificado, donde no hubo señales de violencia. Los presos se fugaron vestidos de civiles, porque en esa cárcel se impuso el uso del uniforme anaranjado, otros con mandiles médicos y, como en una película de acción, salieron por la puerta.
La Policía tardó 10 meses en recapturarlos. El último en ser encontrado fue justamente “Rasquiña”, quien, tras recuperar su libertad, fue asesinado en un centro comercial de Manta en 2020.
Este hecho fue determinante para cerrar La Roca, que ha estado abandonada casi una década y que ahora sería una solución para mantener aislados a quienes dirigen las masacres dentro de las cárceles.
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