Armas y drogas: la moneda para pagar 'servicios' de los criminales
La atomización de las bandas delictivas en Ecuador, desde 2020, ha significado su transformación en 'prestadoras de servicios' para varios carteles del narcotráfico.
Desde noviembre pasado, los cabecillas de algunas bandas fueron cambiados de presidios para frenar los enfrentamientos.
Arturo Torres
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En Latinoamérica, especialmente en Brasil, Colombia y Ecuador, los grupos delictivos pequeños y medianos están desempeñando un papel cada vez más importante en el tráfico global de cocaína.
Funcionan como redes en lugar de organizaciones bien delimitadas, según el último informe de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (Unodc).
Estos grupos administran partes de la cadena de suministro y forman asociaciones con otras organizaciones.
La fragmentación se ha visto en todas las regiones, y los actores involucrados se han especializado en prestar distintos 'servicios'.
Lo anterior ha dado paso a un sistema de “proveedores” que administran diferentes eslabones de la cadena de suministro de narcóticos, destaca el informe.
Estos proveedores locales garantizan la entrega de cocaína a cambio de una tarifa que se paga según el volumen de sustancias prohibidas traficado, y reciben su pago en especie (drogas y armas) por los servicios prestados.
No es un asunto menor, porque esta forma de operar aumenta la disponibilidad de cocaína en el mercado interno de los países de tránsito, como Ecuador.
Este ha sido un factor determinante, por ejemplo, en el aumento del microtráfico de drogas en Ecuador durante los últimos años.
Trabajan para varios 'clientes'
Al igual que en otros países, en Ecuador las bandas más grandes están en capacidad de trabajar para varios clientes.
Pueden dar servicios indistintamente a los carteles mexicanos y a los carteles de los Balcanes, de acuerdo con un oficial Antinarcóticos que pidió la reserva de su identidad:
Las bandas "se han especializado y controlan rutas donde tienen redes de cooperantes, que incluyen a agentes estatales", dice el oficial.
Los lugartenientes de grupos criminales extranjeros a menudo viajan a los países de tránsito para establecer operaciones con proveedores de servicios locales.
"Por ejemplo, traficantes de los Balcanes y miembros de grupos criminales italianos se han establecido en Ecuador para tender líneas de suministro a los mercados europeos", indica el reporte de la ONU.
Las primeras llegadas de estos operadores al país, enviados por la mafia italiana conocida como la Ndrangheta, se remontan a 2009.
Por esa época, los narcotraficantes albaneses eran subordinados de los italianos, que controlaban el tráfico de cocaína en varios países europeos, según reportes de la policía europea Europol.
Arribaron a Ecuador aprovechando las facilidades que el gobierno de Rafael Correa le dio a las redes criminales al no exigir un visado para ingresar y permanecer en el país por varios meses.
Una vez en Ecuador cambiaron de identidades y crearon empresas de fachada, generalmente exportadoras de materias primas y frutas, para hacer los primeros envíos de droga hacia puertos europeos, dice un oficial de Inteligencia Antinarcóticos.
Dueños de las cárceles
El fenómeno salió a la luz en Ecuador, en toda su dimensión, en 2020 tras el asesinato de Jorge Luis Zambrano, alias 'Rasquiña', quien era cabecilla de la peligrosa banda de Los Choneros y tenía un control hegemónico sobre el resto de grupos criminales, como Los Lobos, los Latin Kings y los Lagartos.
Luego del asesinato de 'Rasquiña', en un centro comercial de la ciudad de Manta, las bandas se atomizaron desde las cárceles, en medio de un aumento de la demanda de cocaína, especialmente en Europa.
Estos grupos delictivos se fortalecieron en las prisiones desde 2016, cuando las autoridades gubernamentales decidieron que los miembros de una misma banda debían ser agrupados por pabellones, no por el tipo de delito ni su peligrosidad.
Ese agrupamiento les permitió estar en contacto con sus aliados y ganar más poder, además de coordinar acciones criminales dentro y fuera de los presidios.
Los grupos más grandes, como Los Choneros y Los Lobos, empezaron a controlar las economías de los centros carcelarios de Ecuador.
Así, las bandas se transformaron en verdaderos ejércitos dentro de las prisiones.
Para 2022, según un reporte de la Coordinación de Seguridad Penitenciaría de la Policía, más del 60% de los 32.000 presos de los centros eran parte de alguna organización delictiva.
Fuentes de inteligencia estiman que los grupos hegemónicos perciben unos USD 120 millones anuales (entre 8 y 11 millones mensuales) por sus actividades delictivas en las cárceles.
Sus ganancias se originan en actividades como la venta de droga, las extorsiones y los cobros por ingreso y uso de celulares, de armas de fuego, de licor y la reventa de víveres en 54 centros carcelarios del país.
Ecuador, el eslabón
El crecimiento de las bandas tuvo un detonante: el incremento sostenido del narcotráfico.
Durante los tres últimos años, Ecuador se volvió un eslabón fundamental para los carteles: en 2022 las organizaciones criminales ingresaron unas 586 toneladas de cocaína, 42% de las 1.400 que produjo Colombia, según informes de Antinarcóticos.
La Policía ecuatoriana capturó 175 toneladas, que es un 30% de esa cantidad, lo cual evidencia más efectividad, pues el promedio de capturas a nivel internacional es de hasta el 20%.
Pero también habla de un aumento del volumen de cocaína traficado a través de Ecuador.
Se estima que el año pasado salieron, por los puertos de Ecuador, unas 410 toneladas de cocaína, según cifras de varias agencias internacionales antinarcóticos.
Agentes antinarcóticos consultados dicen que el kilo de cocaína que en Estados Unidos costaba USD 25.000 en 2022, pero su precio cayó a cerca de USD 16.000. Mientras que en Europa la cotización habría bajado de USD 35.000 a USD 28.000.
Esto se debe al aumento de producción de hoja de coca (tres cosechas al año) y a la baja en la destrucción de plantaciones de coca. Además, hay una mayor producción de drogas sintéticas y de opioides, como las metanfetaminas y el fentanilo.
Las drogas sintéticas y los opioides están ganando mercado en Estados Unidos, mientras que la cocaína tiene ahora una mayor demanda en Europa.
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