Amenazado y sin chaleco antibalas, los últimos días de Fernando Villavicencio
Días antes de su asesinato, el candidato presidencial por el movimiento Construye, Fernando Villavicencio, recibió dos amenazas de muerte directas por parte de la banda criminal Los Choneros. ¿Qué falló en su seguridad?
Afueras de la Clínica de la Mujer, en Quito, que atendió a Fernando Villavicencio, tras sufrir un atentado.
Roger Vélez
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Le pidieron que usara chaleco antibalas, pero Fernando Villavicencio Valencia prefirió la "camisa sudada" para asistir a los mitines que lo apuntalarían en la fugaz campaña política, de cara a las elecciones extraordinarias del 20 de agosto.
Los últimos días del candidato presidencial por el movimiento Construye transcurrieron bajo la tensión de varias amenazas de muerte recibidas por parte de la banda criminal Los Choneros, según él mismo denunció a la opinión pública.
Por ser un candidato de máximo riesgo, Villavicencio, de 59 años, tenía tres cercos de seguridad: uno interno, con cinco policías; otro intermedio, con agentes de la Unidad de Mantenimiento del Orden (UMO); y un cerco externo, integrado por dos patrulleros.
La primera advertencia directa llegó el 28 de julio de 2023, en la ciudad costera de Manta, en Manabí, aún convulsionada porque cinco días antes habían asesinado al alcalde Agustín Intriago.
Según el parte policial, varios sujetos se acercaron a uno de sus colaboradores para entregarle un mensaje directo del cabecilla de Los Choneros, Adolfo Macías, alias 'Fito', detenido en la cárcel Regional de Guayaquil.
El aviso fue lapidario: "Es la última vez que tu candidato toca el nombre de 'Fito', la próxima le vamos a dar a él y a todos los que lo acompañan".
Por ello, la Policía activó el código tres de Alerta Permanente y le recomendó a Villavicencio denunciar la amenaza en la Fiscalía.
Sin embargo, el candidato decidió no suspender los recorridos por el país, hasta que el 1 de agosto llegó otra advertencia vía WhatsApp al teléfono del coordinador del equipo de seguridad de Villavicencio:
"Ya sé que eres de la seguridad, de hoy no pasas… te estamos vigilando".
El mensaje provenía de un número registrado en Indonesia, en cuyo perfil aparecía la foto de alias 'Fito', como consta en un segundo parte policial presentado ese mismo día por el oficial a cargo de la seguridad de Villavicencio.
Pero el candidato les respondió: "Seguiremos adelante en la lucha… A las mafias del narcotráfico, de los sobornos, de la minería ilegal y, principalmente, a la mafia política les diremos basta este 20 de agosto en las urnas".
Para demostrarlo, Villavicencio fue a Chone, en Manabí, respondiendo al desafío de su contrincante correísta, Luisa González, de que fuera a ese cantón, donde, según ella, no tenía apoyo.
Pero en un acalorado discurso, Villavicencio arengó a decenas de seguidores: "Ustedes son mi chaleco antibalas, yo no lo necesito. Son un pueblo valiente y yo soy valiente como ustedes", aunque esos arrestos le costaran la vida.
Y una vez más desafió al crimen organizado: "Vengan, aquí estoy. Dijeron que me van a quebrar, aquí está don Villa. Que vengan los capos del narco, los sicarios, los vacunadores. Se acabó el tiempo de la amenaza, aquí estoy".
El día fatal
Luego de su agenda en Manabí, Villavicencio llegó en su carro blindado a Guayaquil, donde el 9 de agosto atendió desde temprano entrevistas en medios de comunicación y repitió el discurso de las mafias, que, según él, han permeado hasta a la Policía.
Después del mediodía, el candidato viajó a Quito, donde tenía reuniones pendientes. Uno de sus colaboradores asegura que Villavicencio no quería asistir al mitin en el coliseo del colegio Anderson, al norte de la capital, previsto para las 16:30.
Pero llegó una hora después, con su custodia policial, pero sin el carro blindado, que estaba en camino desde Guayaquil, tras ocho horas de viaje.
Una vez en la concentración, Villavicencio contó a los presentes que era "alauseño, bacán, buena gente, periodista, orgulloso de mi tierra y de ser campesino".
Dijo que esa era la primera rebelión de la gente buena, la que desafía a los poderosos, a la mafia de la cocaína, a la minería ilegal, al saqueo. Luego de casi 15 minutos de intervención, Villavicencio salió escoltado por dos agentes y varios simpatizantes.
En sus manos tenía una botella de agua y la bandera blanca del movimiento. Una vez en la puerta principal del coliseo, el candidato camina hacia la camioneta. Abre la puerta trasera, ingresa y los sicarios abren fuego.
El candidato recibió un disparo en la cabeza, según confirmó el abogado de la familia con base en el informe forense. Villavicencio fue llevado a la Clínica de La Mujer, donde se confirmó su fallecimiento.
Una persona, que resultó herida en la balacera, fue detenida por la Policía, que la trasladó hacia la Unidad de Flagrancia, en Quito, pero murió al llegar a esa dependencia, según confirmó la Fiscalía.
Preguntas sin respuestas
La Policía asegura que Villavicencio estaba resguardado por tres anillos de seguridad: El interno, con equipo de reacción inmediata integrado por cinco policías. Tres de ellos resultaron heridos en el enfrentamiento armado con los sicarios.
El segundo, un cerco intermedio de reacción, integrado por el equipo de apoyo de la Unidad de Mantenimiento del Orden (UMO), y el tercero con dos patrulleros que formaban un cerco externo de seguridad de Villavicencio.
Pero, pese a la extrema vigilancia: ¿Qué falló? ¿Por qué no se revisó el perímetro de la avenida Gaspar de Villarroel y Amazonas, donde se realizó el mitin, antes de que saliera el candidato? ¿Cómo lograron dispararle, pese a la custodia? La Policía no ha respondido.
Además, ¿por qué el sospechoso del crimen que fue herido no fue llevado a un hospital bajo resguardo policial en lugar de llevarlo a Flagrancias, donde murió? ¿Qué dice el informe forense al respecto? Tampoco hay respuestas.
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