Los viejos túneles de Quito, lugares no aptos para la claustrofobia
La construcción de los túneles en San Diego, San Roque y San Juan tuvo lugar durante la alcaldía de Sixto Durán Ballén, entre 1974 y 1978. Ahora están saturados de vehículos.
Ingreso al túnel de San Diego registra atasco vehicular.
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Uno siente que entró en el túnel del tiempo cada vez que pasa por los túneles de San Diego, San Roque o San Juan. Sus baldosas, sí baldosas, negras por el smog, el tránsito lento, el aire pesado.
Los minutos pasan tan despacio que parecen horas. Y los automovilistas se desesperan y trinan pidiendo auxilio.
Es famosa la entrada por la avenida Occidental, en sentido norte-sur, donde toma más de media hora ingresar recién al túnel de San Juan, oscuro paso que horada el cerro hasta salir a las estribaciones del populoso barrio de El Tejar.
Y cuando se llega a la 24 de Mayo, quizá haga falta llevar un libro, pero uno bien gordo, quizá 'En busca del tiempo perdido', de Marcel Proust, ya que estamos hablando de cómo pasan las horas.
Y si usted quiere ingresar al túnel debe tener cautela pues los 'rápidos y furiosos' rondan por doquier.
Quito es una larga serpiente que corre de norte a sur bordeando la escarpada silueta del volcán Pichincha y de los cerros aledaños.
En 1978, los túneles se veían como la mega obra que iba a descongestionar la ciudad y como Reinaldo Romero apunta, hoy vemos en el Metro una nueva esperanza para que la movilidad sea posible.
Dato: La construcción de los túneles de Quito se basó en la tesis de grado del, entonces, joven ingeniero Bolívar Arteaga.
Hoy cruzarlos es una odisea. Les dejamos con la introducción de esa serie que nos recuerda que no todo túnel se cruza en un segundo: 'El túnel del tiempo'.
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