Los Transformers hablan quechua y batallan en Perú

En Perú, y de alguna manera en América Latina, existe emoción por la última película de los Transformers. La razón: los paisajes, la cultura, la historia y hasta el quechua están integrados a las nuevas aventuras de Optimus Prime y sus Autobots.

'Transformers: el despertar de las bestias' es la séptima película basada en los famosos juguetes de Hasbro. Se filmó en las regiones peruanas de Cusco y San Martín, con escenas en la ciudad de Cusco, Machu Picchu, Alto Shilcayo, Sacsayhuamán y la selva peruana.

Un personaje llamado Perú

"Perú es otro personaje de la película", dice el actor Anthony Ramos, el protagonista. Y es verdad. La trama pasa de Nueva York hacia Perú, donde está escondida una llave que puede crear un puente entre los planetas del universo. El problema está en que los villanos de turno, los Terrorcons, quieren la llave para abril un portal, traer a su amo y destruir la Tierra. Lo de siempre, claro.

En Perú también están ocultos los Maximals, robots con forma de animales que custodian la llave. Su líder, Optimus Primal, convive con las comunidades indígenas de los Andes. Conoce la trascendencia de la fiesta del Inti-Raymi y el respeto a la naturaleza.

Incluso habla su idioma. En una escena más emocionante, Optimus Primal saluda en quechua a su amigo Amaru. Es la primera vez en siete largometrajes que un Transformer habla en otro idioma que no sea inglés.

La ciudad de Cusco aparece en todo su esplendor gracias al mercado de San Pedro, las plazas Regocijo y La Merced, la plaza de Armas y la cuesta de Santa Ana. Como curiosidad, esa cuesta es tan empinada, que el camión que representa al poderoso Optimus Prime no pudo subir en la primera toma. ¡Ni Optimus Prime pudo contra el soroche!

Transformers en Sudamérica

La llegada de los Transformers a Perú no se debe solamente a la magia del guion. El esfuerzo de los promotores de la marca Perú, Promperú, fue clave para esto, a través de Film In Perú.

Lo habitual siempre ha sido que, cuando Hollywood narra una historia en nuestra región, las cámaras están en México, Brasil, Costa Rica o Colombia. A veces, llegan al Caribe. En Ecuador, Galápagos ha sido el destino más usado por la industria internacional.

El Estado peruano aprovechó la oportunidad para animar al estudio Paramount y al productor Lorenzo di Bonaventura a concreta la idea. Hubo facilidades logísticas y de impuestos para que los cineastas trabajaran en las zonas turísticas de Perú.

Fue necesaria la cooperación de diversas entidades, desde ministerios hasta gobiernos locales. Al final, el 70 % de la película se grabó en Perú.

Además, los guionistas recibieron asesoría de historiadores del Ministerio de Cultura para que su relato, por más de ciencia ficción que fuere, pudiera respetar la cultura de la zona.

No querían que pasaran cosas penosas como, por ejemplo, lo que se vio en 'Las locuras de Emperador' (Disney), que mostraba piñatas mexicanas en el Imperio Inca. ¡Por favor!