"Mi otra yo": tres amigas que no pierden la esperanza de superar el cáncer
Dramas familiares, dolores interiores y recuerdos son parte de la serie 'Mi otra yo'. ¿Es posible sanar el pasado?
'Mi otra yo' explora los patrones familiares que nos persiguen de manera negativa.
Netflix
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Esperanza, alegría y mucha fuerza, marcan a Ada, Sevgi y Leyla, tres mujeres diferentes, pero unidas por una amistad a prueba de cualquier desgracia, incluida la amenaza de una enfermedad terminal.
La serie de origen turco, 'Mi otra yo' es tendencia en Netflix en Ecuador y ha despertado en las redes sociales un anhelo de crecimiento espiritual, como nos lo dice la tuitera Lissette Rodríguez:
Creada por Nuran Evren Şit, esta producción logra conectar con los espectadores desde los primeros minutos.
La valentía y las ganas de vivir de Sevgi (quien ha sido diagnosticada con cáncer de hígado) son conmovedoras.
Estamos ante "una joyita de sanación espiritual", nos advierte la internauta Majito.
"Suéltalo, déjalo salir, este peso lo has guardado durante mucho tiempo", son las palabras que Zaman, un maestro espiritual, le transmite a Sevgi. Y de inmediato se convierten en el mantra que resuena como un eco en esta serie.
"El mensaje es muy claro: podemos sanar física y emocionalmente", trinó Elizabeth Mari.
"El objetivo es llegar al fondo espiritual de nuestros problemas", exclama Zaman. Y para ello se fusionan diversas técnicas, desde la meditación hasta la terapia conocida como 'Constelaciones familiares'.
Se trata de un método sin evidencia científica, desarrollado por el psicoterapeuta Bert Hellinger, cuyo objetivo es liberar a las personas de conflictos interiores que provienen de 'generaciones pasadas'.
En este 'culebrón' turco, uno de los dramas a superar es el fallecimiento prematuro de los padres. Un trágico hecho que deja profundas secuelas en uno de los personajes.
Con un aire fresco y ligero, los ocho episodios de 'Mi otra yo' despiertan el ánimo de explorar el contacto con la naturaleza, de enfrentar los fantasmas y las pérdidas de la infancia, expresar los sentimientos más dolorosos. Y, finalmente, sanar las heridas.
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