Los secretos mejor guardados de la Biblioteca Nacional Eugenio Espejo
Sea o no un lector, usted tiene que conocer los tesoros que esconde este paraíso terrenal. Desde libros incunables hasta obras contemporáneas que incluyen literatura, textos académicos y mucho más.
Biblioteca Nacional Eugenio Espejo
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Esta nota está basada en el artículo Los tesoros de Biblioteca Nacional Eugenio Espejo, de Verónica Jarrín Machuca, publicado en la revista Mundo Diners, de agosto de 2022.
Si esta fuera una 'trivia' deberíamos empezar por preguntar: ¿Sabe quién es el personaje que da nombre a la Biblioteca Nacional? Eugenio Espejo fue un médico, escritor y patriota de origen mestizo. Se lo consideró uno de los máximos exponentes de la ilustración americana.
De hecho, fue Espejo quien dirigió esa institución desde sus inicios, cuando era conocida como la primera Biblioteca Pública, luego de la expulsión del país de los Jesuitas.
Desde 1983, la Biblioteca Nacional fue fusionada con la Biblioteca Pública de la Casa de la Cultura y funcionaba en el Edificio de los Espejos.
En ese lugar, las colecciones sufrían un gran deterioro por la humedad o la presencia de plagas.
Actualmente, la Biblioteca Nacional se encuentra en el edificio patrimonial del antiguo Hospital Eugenio Espejo.
Ahí los 'huéspedes de papel' se alojan en hermosas salas que conforman los tres pabellones destinados los diferentes fondos de la colección:
- Jesuita
- Republicano I
- Republicano II
- Hemeroteca
- Mapoteca
¿Cuáles son los libros más antiguos?
Los libros más antiguos de la Biblioteca Nacional están en el Fondo Jesuita, instalado en la capilla del antiguo hospital.
Ahí se encuentran libros que llegaron a América para establecer una nueva fe, una nueva lengua, una nueva cultura. Por ende, se trata de ejemplares que fueron usados como instrumentos para catequizar, alfabetizar y dominar, pero también para ampliar el conocimiento.
Libros incunables
- La Biblioteca cuenta con ocho libros incunables, es decir, obras impresas antes del año 1500, durante el primer siglo de funcionamiento de la imprenta. Se trata de libros con páginas adornadas por encuadernaciones de pergamino, letras capitales, ilustraciones en xilografía y amplios márgenes para anotaciones. Es evidente el deseo del impresor de imitar el estilo de los manuscritos medievales. Otra de las decoraciones que aparecen en los textos son las marcas de agua o filigranas que se hacían durante la fabricación, de acuerdo con la temática del ejemplar.
Sin autorización de la corona española
En los primeros años de la Colonia, los textos tenían que enviarse a Europa para ser publicados.
Sin embargo, pronto nacieron imprentas locales, aunque los editores del Nuevo Mundo debían esperar meses para obtener la autorización del rey.
La primera imprenta de Ecuador se instaló en Ambato, alrededor de 1754.
En 1791 apareció en Quito el Plan de estudios de la Real Universidad de Santo Tomás de Quito, del padre José Pérez Calama que fue impreso sin autorización de la corona.
Por lo tanto, y de acuerdo con estos datos, se puede notar que veinte años antes del Primer Grito de la Independencia, criollos y españoles ya tomaban decisiones sin esperar el consentimiento del rey.
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