Julian Assange en el mundo de la novela rosa y del melodrama
En 'El australiano y yo', el escritor ecuatoriano Alfredo Noriega es un relato de ficción del primer año que pasó Julian Assange, el hacker más famoso del mundo, en la Embajada de Ecuador en Londres.
El escritor Alfredo Noriega llevó a la ficción parte de la vida de Julian Assange.
Archivo Mundo Diners
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Esta nota está basada en el artículo Alfredo Noriega lleva a Julian Assange al mundo de la novela rosa y del melodrama, de Gabriel flores, publicado en Mundo Diners.
En esta mezcla de thriller, melodrama y novela rosa, Noriega ficciona el primer año de Assange en la Embajada del Ecuador en Londres.
Lo hace alejándose de los entuertos políticos y poniendo el foco en las complejidades de la vida cotidiana y en las relaciones con los funcionarios ecuatorianos. Sobre todo, con el segundo secretario, un quiteño de treinta años lleno de claroscuros.
Su obra está poblada de personajes anónimos y marginales, ¿qué lo impulsó a escribir una novela sobre alguien tan mediático como Julian Assange?
Siempre me han interesado las relaciones políticas internacionales; sobre todo, cuando están involucrados personajes que generan tensiones entre países como en el caso de Assange.
También influyó mi curiosidad por explorar esos encuentros entre personas con identidades y visiones distintas de la vida, porque es algo que he experimentado de cerca, desde que vivo en Europa.
Me pareció sugestivo ficcionar el encierro que vivió este personaje del primer mundo, en la embajada de un país que está fuera de las dinámicas de las naciones con más poder.
Julian Assange está en las antípodas de todos sus personajes. Pero sobre todo del médico legista que protagoniza su novela 'De que nada se sabe', que luego fue adaptada al cine por Víctor Arregui.
Antes de escribir esta novela terminé con mi trilogía sobre Quito y me pareció que Assange y esta historia en la embajada me permitirían ir para otro lado con mi literatura. También está el hecho de que hace varios años vivo entre París, Bruselas y Cardiff. Entonces sentí que esta historia era más cercana a este mundo.
Mi esposa (Nia Lewis) es británica y cuando Assange entró en la embajada en Londres mi suegro nos llamó y nos contó que el nombre del país estaba en todas las portadas de todos los periódicos y noticieros de Inglaterra. Por otra parte, en ese momento mi hermano (Ramiro Noriega) era agregado cultural de la Embajada del Ecuador en París. Me contó algunos datos alrededor de la noticia y me dijo que tenía que escribir una novela.
Imagino que, antes de convertir a Assange en uno de sus personajes, hizo la tarea e investigó sobre su vida.
Leí tres libros, docenas de artículos de prensa y vi varias entrevistas. Ahí descubrí que Assange había tenido una infancia compleja.
Una de las cosas que más me llamó la atención es que, cuando era pequeño, su padre biológico desapareció y fue criado por su padrastro.
Luego, él también los abandonó y ahí comenzó el desmadre. Su mamá se juntó con un tipo que era muy malo, así que al poco tiempo ella y sus dos hijos huyeron por toda Australia.
Asimismo, me sorprendió que su vida haya dado un giro a los catorce años, cuando le dieron su primer computador. Ahí comenzó su carrera de hacker. No me identifiqué con él, pero su historia me sirvió para acordarme de la persona que fui de joven. A diferencia de Assange he vivido una vida que ha tenido sus dramas y tragedias, pero que ha sido superapacible. En cambio, él desde pequeño perdió esa vida y se convirtió en alguien obsesivo y egocéntrico que vive en los extremos.
¿Y qué averiguó de su larga estadía en la Embajada del Ecuador en Londres?
Siempre me han interesado cosas que en apariencia son banales, entre ellas saber qué come o dónde duerme una persona. Si vemos con detenimiento, somos esas cosas que hacemos en la vida cotidiana: dormir, comer, mear y cagar.
Para mí son superimportantes y entiendo que para muchas personas también. Me parece durísimo cuando cortas con esa serie de actividades de forma abrupta. Creo que los siete años que Assange estuvo en la Embajada del Ecuador en Londres fueron una especie de purgatorio, donde sufrió un descalabro psicológico y físico radical.
Lo interesante ahí es que, a pesar de esta realidad, se casó, tuvo dos hijos, un gato y recibió visitas de todas partes.
Yo sé que a muchas personas les interesa sus relaciones políticas y su trabajo en WikiLeaks, pero para mí lo atractivo siempre fueron esas relaciones humanas que él puso en tensión en esa embajada.
En este contexto aparece el segundo secretario de la Embajada del Ecuador en Londres. Este sí un clásico personaje de su literatura: quiteño de clase media, con aires de superioridad y lleno de conflictos internos.
Claro, con este personaje te das cuenta de que en mi literatura hay ciertas constantes. Lo atractivo es que para mí esas constantes son inagotables.
Lo sé porque vengo de esa clase media quiteña, mojigata y con una fuerte formación religiosa, mundos que me han dado mucho, pero que también me han llenado de contradicciones.
Una de las novedades en esta historia es que tiene mucho melodrama y novela rosa, ¿por qué?
Es importante recalcar que la literatura latinoamericana es de alguna manera pura fusión. En la literatura francesa los autores se remiten a un solo género y ahí se quedan.
Es fácil saber quién escribe novelas policíacas, novelas negras o ciencia ficción. Por eso, cuando vas a entregar tu libro a una editorial tienes que escoger bien el género para que lo publiquen.
Yo creo que nosotros tenemos la suerte de que no estamos tan restringidos en esta materia. En mi nueva novela aposté por mundos que tienden más al humor, el sarcasmo y la ironía.
Y para la vida sexual y amatoria de los personajes me inspiré en las telenovelas, sobre todo, de Corín Tellado, pero siempre guardando mi estilo.
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