Propuesta de una carta de Navidad contra el pánico
Bajo el árbol, dejamos una carta de Navidad contra el pánico, dirigida a todos los que en época de fiestas se deprimen al recordar que el tiempo pasa y nuestra vida no es la que soñamos.
Abrazo de Navidad.
Ilustración ADN Montalvo.
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Esta nota es una adaptación del artículo "Te dejo este abrazo (Por Navidad y para lo que haga falta)", de Juan Fernando Andrade, publicado en la revista Mundo Diners, diciembre 2022.
Cuando eras más joven, cuando no te sabías enfermo, el mundo era nuevo, ¿te acuerdas?
Para variar la segunda mitad del año pasó volando. Ayer era junio, hoy es diciembre. Siempre pasa, pero no te acostumbras: el tiempo, maldito, avanza y se acaba; nosotros nos acabamos sin avanzar. Pero la gente se prepara para esa noche en la que celebraremos todos juntos, tomaremos champán y abriremos regalos.
Tú no quieres salir del cuarto. En realidad lo que no quieres es que te digan que las cosas van a estar mejor, que te espabiles, que vuelvas a terapia, que este año encontrarás a alguien, que poca gente es tan privilegiada como tú.
Una carta difícil
La Navidad, dicen, es una fecha especialmente difícil para las familias disfuncionales (todas lo son) y para la gente solitaria. Sin embargo, como lo manda la tradición, los niños cantan villancicos y tú recuerdas la vez (¿o fueron varias?) en que pensaste en suicidarte y acabar con todo y no lo hiciste por razones prácticas.
De hecho, pensaste en quién te encontraría, luego de cuántos días, quién te llevaría de vuelta a tu pueblo, cómo estarían tus padres el día de tu entierro, cómo estarían después. Así las cosas, decidiste seguir viviendo.
Empiezas saliendo de la cama; te bañas, te vistes, llegas a la oficina y te pones a trabajar (todas estas cosas que, hace solo unas horas, en la oscuridad, parecían imposibles).
Por un momento, miras por la ventana y te dan ganas de salir a la calle y abrazar a todos los que van caminando, abrazarnos todos hasta convertirnos en uno solo y parar el tráfico y que la gente se baje de los carros y se deje abrazar.
Esto quisieras, pero la gente está en otra y tú tienes cosas que hacer, obligaciones que atender. Ves tu propio reflejo en la ventana y piensas que, por lo menos hoy, vas a vivir.
Navidad contra el pánico
Aquí vas de nuevo. Pones las manos sobre los hombros, los brazos quedan cruzados por encima del pecho, y hundes la cabeza entre las manos. Te quedas así. Quedémonos así, digo yo.
Que sepas que te quiero y que yo sepa que me quieres. Sin adivinanzas ni suposiciones ni rumores. Que el amor entre nosotros sea abierto y cara dura. Que, dondequiera que estés, te llegue este abrazo que sirve para hoy y para cuando lo necesites o solo quieras verlo.
Ojalá mañana, luego del silencio y después del temblor, vuelvas a caminar junto a mí y que verte los ojos sea suficiente para saber que el mundo todavía te llama la atención.
Y cuando no sepas qué cantar, canta, en modo villancico, nuestra carta de Navidad contra el pánico:
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