Expertos vaticinan cuatro escenarios para la industria ecuatoriana
En medio de la crisis, el mundo analiza su modelo económico. Uno de los temas es la industria, que en el país representa el 13% del PIB.
Un trabajador de una empresa de la industria textil, el 21 de mayo de 2020.
Ministerio de Producción/Twitter
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En los últimos años la economía mundial ha entrado en un período de desglobalización, es decir, una disminución de los flujos de bienes, servicios, capitales y personas entre países.
Expertos y analistas internacionales consideran que la pandemia de Covid-19 podría acelerar ese proceso, que a la vez significa el retorno del proteccionismo y hasta una posible desindustrialización.
La crisis que causó la pandemia ha llevado a varias multinacionales a abandonar algunas de sus fábricas en el mundo y, a la vez, a analizar los riesgos que supone depender de suministros que llegan de lugares lejanos.
Cuatro expertos dan a PRIMICIAS su visión sobre lo que se avecina en la industria ecuatoriana, que en 2019 representó el 10,3% del empleo en el país.
Cómo es la famosa 'nueva normalidad'
La industria se está recuperando del golpe de la crisis y está evaluando qué hacer tras más de dos meses de paralización, explica Diego Malo, presidente de la Cámara de Industrias, Producción y Empleo de Azuay (CIPEM).
"La reactivación significa regresar a una actividad pero a menor escala" que antes de la crisis, dice quien también es director de la empresa de linea blanca Fribroacero - Ecoline.
Para Malo, es difícil hablar de un escenario de desindustrialización total tras la pandemia en Ecuador, porque las inversiones que hace la industria, para maquinaria o naves industriales, son de largo plazo.
En ese sentido, las empresas que han sobrevivido a la crisis están redimensionando su producción en respuesta a una demanda que cae a causa de la destrucción de empleos y de la incertidumbre en los mercados.
Por ahora la industria está en una fase de entender la 'nueva realidad', no hay una visión estratégica porque no sé sabe cómo se va a reactivar el consumo.
Cuestionar la industria
Si bien la industria se está reactivando, este será un proceso lento. Para alcanzar las proyecciones de 2020 se necesitarán entre seis meses y un año, dice Ignacio Bustamante, presidente del Directorio de la Cámara de Industrias y Producción (CIP).
Pero, la reactivación no será general, sino que dependerá de cada empresa y de sus planes de desarrollo.
"Es un momento para cuestionar e innovar. La industria debe hacer cambios en sus procesos de producción y de distribución", sostiene quien también es gerente general de la fábrica de tableros de madera Novopan.
La visión de Bustamante es que la pandemia llegó para mover el tablero de los negocios, que se reajustará según la capacidad de respuesta de cada empresa y de cada sector.
Por la crisis, la competencia de precios se intensificará, pero los productos que ganen mercado serán aquellos en los que haya valor agregado. En el caso de Ecuador hay sectores que han demostrado tener ventajas competitivas, como el agroindustrial, dice.
Si bien la innovación y la reactivación dependen de la industria, para Bustamante también "es necesaria una política de Estado, no de Gobierno". Es decir que la política de competitividad se mantenga independientemente de quien gobierne.
Sustitución de importaciones
La desglobalización va a ocurrir por un tiempo, especialmente por la baja de la actividad en sectores de servicios, como el turismo, lo que no significa una desindustrialización, sostiene Pedro Romero, director de la maestría de Economía de la Universidad San Francisco de Quito (USFQ).
Es más, según Romero que lo que puede ocurrir en países con economías como la ecuatoriana es un proceso de mayor industrialización, porque los bienes de capital que se importan pueden volverse costosos. En ese sentido, las empresas locales se verán obligadas a producir lo que haga falta.
"No se trata de nacionalismos, sino que los mercados tratan de cuidar su demanda doméstica y por lo tanto reducen sus exportaciones, obligando a los otros países a producir", explica Romero.
Un fenómeno parecido ya ocurrió en la Segunda Guerra Mundial, cuando la industria creció en los países en desarrollo porque los principales productores, como Francia y Alemania, estaban en guerra. Tras ese evento histórico surge el concepto de sustitución de importaciones espontánea, explica Romero.
Durante la crisis de Covid-2019 ya se ha visto que la manufactura se está acoplando en algunos sectores. Ese es el caso de la industria textil que en estos días ha pasado de producir ropa a elaborar mascarillas y trajes de protección para atender una nueva demanda nacional.
Personalizar productos
La baja en la producción en parte responde a la caída de la demanda, pero también se debe a que la industria ha tenido una menor capacidad de respuesta ante la nueva 'normalidad', sostiene Christian Chimbo, director de la carrera de Ingeniería Industrial de la Universidad de las Américas (UDLA).
Chimbo explica que en el caso ecuatoriano la industria manufacturera es intensiva en mano de obra, es decir, que las operaciones no está automatizadas.
Por eso, para cumplir las medidas de distanciamiento y bioseguridad las empresas han tenido que recurrir a turnos extra, lo que significa más costos operativos.
Para reducir costos y no perder clientes, las compañías deben ser eficientes. Es el momento para buscar formas de eliminar desperdicios en los procesos, a través del uso de herramientas tecnológicas, agrega.
Históricamente en el país la adaptación de la manufactura a las nuevas tecnologías ha sido lenta. Pero la crisis ha demostrado que si las empresas no lo hacen mueren, dice Chimbo.
"Estamos en un momento en el que los empresarios deben buscar flexibilización en su producción o la innovación en los bienes", explica Chimbo, quien agrega que una solución para la industria nacional es la personalización de los productos.
A largo plazo eso significa mejorar la educación porque solo así el país tendrá una mano de obra más capacitada, lo que se traduce en nuevos productos.
"Solo a través de la diferenciación los bienes primarios que se producen en el país ganan valor y, por lo tanto, ventajas competitivas", concluye Chimbo.
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