Mujeres postulan menos a trabajos que requieren mayor experiencia
Un menor acceso de las mujeres a cargos directivos impacta en el nivel de ingresos que recibe ese grupo de la población en Ecuador.
Imagen referencial de una inspección laboral en una empresa de Cuenca, en marzo de 2022.
Ministerio de Trabajo/Twitter
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En Ecuador, las ofertas de trabajo reciben más postulaciones de hombres que de mujeres. Así lo sostiene un informe del portal Multitrabajos.
Eso se refleja en el hecho de que el 62% de postulaciones laborales corresponde a hombres, mientras que el 38% es de mujeres.
Y, "la participación de las mujeres disminuye a medida que las ofertas laborales demandan mayor experiencia", dice Multitrabajos.
En los cargos 'junior', también denominados de principiantes, el 45% de las postulaciones corresponde a mujeres.
En cambio, las vacantes para jefaturas reciben un 31% de postulaciones de mujeres.
Por eso, en el país apenas tres de cada 10 presidentes de empresas son mujeres.
Techo de cristal y carga del hogar
La menor participación de mujeres en puestos con mayor experiencia y de alta gerencia se explica por el llamado techo de cristal, según un reporte de la Superintendencia de Compañías, la ESAI Business School, la firma de investigación de mercados Ipsos y la Organización y Promoción de la Economía Violeta (OPEV).
El concepto de techo de cristal alude a la dificultad o falta de oportunidades que tienen las mujeres para alcanzar puestos de liderazgo en sus trabajos, por prejuicios sociales, explica la organización especializada en género Grow, Género y Trabajo.
En eso coincide Francisco Arízaga, profesor de la maestría de Recursos Humanos, de la UISEK. "Las mujeres son menos seleccionadas cuando postulan a cargos directivos por creencias socioculturales, que hacen que las personas consideren que los hombres tienen mayores habilidades de liderazgo", añade el catedrático.
Las mujeres aplican a ofertas laborales solo cuando cumplen el 100% de los requisitos, según un estudio de LinkedIn, dice Ximena Calderón, gerente de Diversidad, Equidad e Inclusión de Grupo LILA, bolsa de trabajo especializada en mujeres profesionales que son madres.
En cambio, "los hombres, al sentirse confiados, postulan a vacantes laborales cuando cumplen el 60% de los requisitos", añade Calderón.
Además del techo de cristal, otros factores que influyen son los problemas en la conciliación de las tareas del hogar, la falta de flexibilidad en el horario de trabajo y el acoso laboral.
Carolina, de 33 años, aspiraba a postular a una gerencia en el área de ventas de su empresa y también quería montar su propio negocio, pero pospuso estos planes tras enterarse de que está embarazada.
¿Por qué? Por la dificultad de conciliar la maternidad y el trabajo.
La realidad que viven las mujeres deriva en una menor participación de ese grupo de la población en la fuerza laboral, lo que restringe su probabilidad de llegar a ejercer jefaturas o tener sus propios negocios, explica la Organización Internacional de Trabajo (OIT).
En Ecuador, el 42% de la Población Económicamente Activa (PEA) está conformada por mujeres.
Menos ingresos
Un menor acceso de mujeres al mundo laboral y a cargos superiores impacta en el nivel de ingresos que recibe ese grupo de la población.
Según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), el ingreso promedio de las mujeres en el país fue de USD 276 en abril de 2022, mientras que el de los hombres fue USD 337 en el mismo mes.
Eso equivale a una diferencia de 22% a favor de los hombres.
La brecha salarial de género en el país se debe a que los hombres acceden a más empleos adecuados, en los que ganan por lo menos el salario básico, que es de USD 425 al mes.
A eso se suma el hecho de que el salario pagado en una jefatura, cargo al que acceden más los hombres, duplica al de una posición junior, según Multitrabajos.
Modelos a seguir
El hecho de que las mujeres participen menos en la fuerza laboral, accedan a menos cargos directivos y tengan ingresos más bajos hace que dependan económicamente de terceros, sobre todo, de sus parejas.
Eso deriva en una mayor carga de las tareas no remuneradas del hogar y poca o nula participación en las decisiones financieras de su núcleo familiar.
Además, las profesionales jóvenes tienen menos modelos a seguir, lo que perpetúa el ciclo vicioso.
Para cambiar esa realidad, Calderón afirma que se debe trabajar desde el ámbito público y privado.
Por ejemplo, el Gobierno debe establecer políticas públicas que equiparen las licencias de maternidad y paternidad, para que las mujeres no sean vistas como empleados más costosos.
Y, desde el sector empresarial se deben implementar medidas de conciliación entendiendo las necesidades de los diferentes segmentos de colaboradores, entre ellos las mujeres.
También se puede fomentar programas de mentorías, que han tenido éxito en países emergentes. Los mentores, que pueden ser parte de las juntas directivas, pueden impulsar el crecimiento profesional de las mujeres.
Para Arízaga, también se debe equiparar el desarrollo de habilidades de liderazgo en hombres y mujeres, rompiendo los estereotipos socioculturales.
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