Salasacas buscan nuevos mercados para los telares de alpaca
Los salasacas, originarios de Tungurahua, aprovechan la migración de sus coterráneos para promover la venta de telares de alpaca y otros productos en Europa y Estados Unidos.
Los tapices son paños elaborados con lana de borrego, en los que se diseñan figuras con colores diversos de la naturaleza por el pueblo salasaka.
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Los jóvenes salasacas viven en una disyuntiva entre su cultura ancestral y la modernidad que los empuja a emigrar hacia Europa y Norteamérica.
Sin embargo, la nueva generación del pueblo salasaca, en Tungurahua, reconoce la importancia de preservar y promover su patrimonio cultural, por lo que ha decidido tomar medidas para mantener vivo el arte del tejido de tapices.
Verónica Jerez es artesana y tiene un local en la feria. Mientras espera a sus clientes, no deja de hilar la lana de borrego, pues esa es la materia prima para los tapices y todas las prendas que elabora.
La joven indígena tiene metas claras y dice que trabaja con los artesanos adultos, autoridades locales y provinciales para seguir buscando nuevos mercados para sus telares.
El 30% de los habitantes de Salasaca se dedica a elaborar los tapices, que son paños grandes, tejidos con lana o seda en los que se copian cuadros y sirven para cubrir una superficie.
En esta parroquia de 5.000 habitantes, al menos unos 1.500 dedican su esfuerzo a la confección de este producto, que es el referente en la parroquia de Pelileo, en Tungurahua.
Salasaca está ubicado a 20 minutos de Ambato, en la vía que conecta a Baños con el Oriente ecuatoriano.
En 2018 fue declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de Ecuador y es el único pueblo indígena de Tungurahua con esa denominación.
También es el primero en tener una marca propia en el mercado nacional e internacional con los tapices, que aún se confeccionan de manera artesanal con los telares de madera.
Estos paños son grandes, medianos y pequeños. Se los puede utilizar para decorar las paredes de las casas o colocarlos como alfombras.
Elaborarlos puede tardar un día y hasta una semana, dependiendo de las imágenes que le hagan y el tamaño, explicó Manuel Jerez, artesano local.
La pandemia del coronavirus marcó un antes y un después en la comunidad ancestral con la comercialización de los telares.
Francisca Masaquiza, vicepresidenta de la Feria Artesanal, aseguró que en los 36 locales -solo en la feria- vendían de ocho a diez prendas por cada puesto.
En la actualidad, la venta se redujo a cinco, mermando los ingresos para los hogares.
La mayor venta corresponde a tapices y ponchos que son producidos con lana de borrego y alpacas, con simbologías propias de la cosmovisión andina y colores muy diversos que consiguen con las plantas que les ofrece la tierra.
En la comunidad quieren potenciar la comercialización, pero resaltando más la venta de los tapices.
Y son los jóvenes quienes están retomando el legado de sus padres, aseguró Verónica Jerez, de 22 años.
Ferias y redes sociales, los enganches
En la actualidad, en la parroquia producen telares para vender en la feria local y a sus principales mercados dentro del país, como Otavalo, Quito, Cuenca y Guayaquil.
Pero también los envían a los migrantes de su comunidad que viven en Galápagos, Europa y Estados Unidos.
Myriam Masaquiza, promotora de Turismo del Consorcio de Gobiernos Parroquiales de Tungurahua (Conogopare), explicó que los propios nativos que han migrado a otras ciudades y países abrieron sus negocios con la marca de Salasaca.
Se estima que solo en Galápagos viven 3.000 miembros de esa población, de los cuales un 5% tiene locales de tapices y ponchos.
En Estados Unidos tienen unos 30 locales y en Europa 15, distribuidos en España, Italia, Francia y Suiza, mencionó Masaquiza, tomando como referencia un censo realizado a inicios de 2023.
En la parroquia, los paños pueden variar en el precio y van desde los USD 5 para los más pequeños, hasta los USD 100 por los grandes.
En el mercado extranjero, explica la promotora de turismo, el precio se puede duplicar.
Los salasacas han participado en diversas exposiciones, como en la de Pasto (Colombia) en 1997, y en la Feria Internacional del Turismo de Ecuador, en Guayaquil, en 2005.
También asistieron al Campamento de Artesanías Latinoamericanas de Shanghái (China), en 2015, y ese mismo año visitaron Puerto Iguazú, en Argentina para la Feria de Artesanías.
Evitar la migración
Juan Manuel Caizabanda, teniente político de la localidad, explica que la migración también afecta a la parroquia.
Se estima que desde 2020 han salido al menos unas 700 personas, entre adultos y menores de edad.
Aseguró que realizan un trabajo arduo, pero organizado, para que los saberes ancestrales de los tejidos y tapices no se pierdan.
Para eso animan a los jóvenes a potenciar la marca salasaca en la búsqueda de más mercados y la promoción, aprovechando la tecnología.
Lamentó que muchas empresas les quitaran el apoyo para la comercialización, como hoteles o almacenes grandes del país, donde exponían el trabajo de los salasakas.
Javier Jerez, promotor cultural, mencionó que antes de la pandemia siete de cada 10 habitantes se dedicaban a la producción diaria. Ahora son tres de cada 10.
“Esto se debe a la migración y a la falta de mayor promoción. Por eso motivamos a los jóvenes para segan impulsando el legado de nuestros padres y que refleja nuestra esencia", dice.
"Somos el único pueblo ancestral que resalta por la elaboración de los tapices".
Juan Manuel Caizabanda.
Verónica Jerez sostiene que la venta de tapices ancestrales no solo proporciona una fuente de ingresos para la comunidad de Salasaca, sino que también contribuye a promover el turismo y fortalecer la identidad cultural para preservar su legado.
“Los jóvenes estamos haciendo conciencia y nos sentirnos orgullosos de esta herencia que, mediante nuestro arte del tejido, podemos compartir nuestra cultura por el mundo”, agregó Jerez.
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