Sostener un emprendimiento es más desafiante para las mujeres
Ecuador es el país de la región con el porcentaje más alto de mujeres emprendedoras en negocios iniciales, según un estudio. Sin embargo, estos emprendimientos no siempre se sostienen en el tiempo.
María José Noboa es la propietaria de Biscotti, un negocio de venta de galletas y postres en Guayaquil.
Cortesía María José Noboa
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América Latina es la región con la proporción más alta de mujeres que se animan a emprender su propio negocio. A esa conclusión llegó un estudio realizado por la Global Entrepreneurship Research Association en 50 países y publicado a inicios de 2020.
Dentro de Latinoamérica, Ecuador lidera las estadísticas de emprendedoras, si se consideran los negocios nuevos. Es decir, aquellos entre cero y tres años y medio.
La investigación demuestra que países con economías más desarrolladas —como Alemania, España o Japón— muestran las tasas más bajas, con cifras de menos del 10%.
“Las economías más avanzadas suelen registrar tasas más bajas de iniciativa empresarial femenina debido a la presencia de una mayor cantidad de opciones de trabajo y a niveles más altos de competitividad entre las empresas, factores que pueden hacer menos atractivo el proyecto de fundar una compañía propia”, se explica en Statista.
Adriana Amaya es docente de emprendimiento e innovación de ESPAE, la escuela de negocios de la ESPOL. Ella explica que según el monitoreo realizado en Ecuador, “las mujeres manifiestan emprender en mayor proporción para ganarse la vida ante la escasez de empleo, y en menor proporción para hacer la diferencia o acumular riqueza”.
Es decir, la necesidad motiva el emprendimiento inicial para las mujeres en países como Ecuador.
¿Pero qué pasa luego de esos tres años? Ahí las cifras cambian.
Sostenibilidad en el tiempo
Para las mujeres ecuatorianas emprender no es un problema, tal como muestra el estudio. El desafío más grande es sostenerse en el tiempo.
Para Amaya es importante mirar un indicador en el Monitor Enterprenership Monitor (GEM) que muestra una tasa de emprendedores con producto nuevo (innovación) al menos en su localidad de 10.8% para los hombres y 6.9% para las mujeres.
Esto revela, dice la experta, la necesidad de que las mujeres empiecen a diseñar productos o servicios con más componentes innovadores. Esto podría ser una forma de sostenerse en el tiempo.
Pero también hay otros desafíos que complican el panorama para las mujeres emprendedoras en el país.
Adelaida Jaramillo, propietaria de Palabra Lab, un negocio dedicado a la gestión cultural, dice que uno de los primeros retos es la burocracia y el no considerar la figura legal del emprendedor.
Su emprendimiento tiene 10 años funcionando, sin embargo, recién en este 2020 fue constituido como empresa. “Debería haber otras regulaciones para fomentar la legalidad de las empresas”, dice Jaramillo.
A eso, María José Noboa añade una barrera social relacionada al aspecto físico. Ella es la persona detrás de Biscotti Galletas, un emprendimiento con miles de seguidores en las redes sociales.
“Soy chiquita, tengo cara de 20 años y muchos no te toman en serio por ser mujer y por tener este aspecto físico”, dice Noboa. Esto es un impedimento al momento de negociar, por ejemplo. “Si fuera hombre, sé que sería distinto”.
Jaramillo coincide con ello. Ella dice que para las mujeres hay un impedimento en el tema del respeto, pues este está “construido a partir de una imagen que ha impuesto la sociedad”. A esto, agrega que “hay menos respeto por una mujer profesional que por un hombre profesional, sin embargo quienes se atreven a emprender en mayor cantidad que los hombres, son las mujeres”.
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