La prioridad es la salud, luego vendrán los esfuerzos de reactivación
Antonio Acosta, presidente de Banco Pichincha.
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En la lucha contra la pandemia de coronavirus, que se ha cobrado miles de vidas alrededor del mundo, los gobiernos tuvieron que tomar la difícil decisión de sacrificar la economía para frenar el contagio.
En Ecuador las medidas han incluido la suspensión de la jornada laboral, plan de retorno escalonado, el aislamiento de las personas en sus hogares, el estado de excepción y contribuciones económicas de empresas y ciudadanos.
El Gobierno admite que más del 70% del aparato productivo está paralizado.
La gran pregunta es ¿cómo saldremos de esta crisis? Antonio Acosta reflexiona sobre las prioridades que se deben establecer y habla del aporte que puede hacer el sistema financiero.
¿Cuando pase la emergencia y todos podamos volver a salir, cuáles serán las tareas prioritarias del día después?
Desde nuestra óptica, como banqueros, tenemos que salir a ofrecer crédito a las empresas para que puedan reiniciar sus procesos de producción y normalizar su operación diaria.
En ese sentido, ya estamos trabajando para resolver problemas con algunas empresas que necesitan pagar salarios y no cuentan con los recursos necesarios para ello, porque sus procesos de ventas se vieron truncados con la emergencia sanitaria.
Además, hay que tener en cuenta que en abril las empresas deben pagar utilidades a los empleados. Y es importante que las empresas puedan hacerlo para que los trabajadores, por su parte, cuenten con los recursos necesarios para comprar alimentos y sobrevivir en estos días.
Una vez que se supere la crisis sanitaria, tenemos que poner el hombro para recuperar la producción. En las empresas habrá que trabajar jornadas más largas para reponer lo que se dejó de hacer durante la emergencia.
Y los empresarios van a tener que dedicar más recursos para reactivarse. Seguramente, se verán obligados a no repartir las utilidades que puedan haber acumulado, como lo hizo Banco Pichincha.
¿Se puede contar con el Estado en momentos en que el país también atraviesa una situación fiscal difícil?
En definitiva el proceso siempre gira en torno al sector privado. Esperar que el Gobierno pueda disponer de recursos para impulsar la reactivación es muy difícil.
Todos sabemos la delicada situación fiscal que atraviesa el Estado en este momento. Encima, y entendiendo el motivo, el Gobierno anunció que está difiriendo una serie de cobros de tributos, como el Impuesto a la Renta y el Impuesto al Valor Agregado (IVA), para no poner más presión sobre los ciudadanos que están encerrados.
Por todo esto el Gobierno, que ya tenía una caja fiscal deteriorada antes de la pandemia, se enfrentará a una situación de caja peor cuando se reactive la economía.
Para mí la clave de la reactivación está en el sector privado. Entre todos vamos a tener que desarrollar mecanismos para ayudarnos mutuamente en la tarea de restaurar el proceso productivo del país.
¿Lo que vivimos ahora es peor que la crisis de 1999?
Es difícil decir de qué tamaño va a ser el impacto. Si trazamos un escenario optimista, donde las cosas se calman pronto, es decir, en el que la curva de contagios se controla de manera más o menos rápida y se puede reactivar algo de la actividad productiva, la situación no sería tan grave.
Pero si eso no sucede y tenemos que estar encerrados durante un periodo más o menos largo, ahí la situación se complica.
Diagnosticar con exactitud la magnitud del impacto económico es difícil y, de alguna manera, es un ejercicio un tanto especulativo.
¿Qué tenemos que hacer? Pongamos prioridades a las cosas, primero garanticemos la salud de la población y, luego, nos concentraremos en cómo reactivar la economía y en buscar de dónde sacamos los recursos necesarios para ello.
Las medidas que tuvieron que tomar los gobiernos del mundo para contener el contagio han tenido un impacto muy fuerte sobre la economía global. Organismos como el FMI han dispuesto la apertura de fondos para ayudar a las economías emergentes, como la de Ecuador. ¿Cómo ve el escenario internacional con relación al país?
Hay organismos internacionales de crédito y gobiernos de países desarrollados que están conscientes del problema y que ya empiezan a ofrecer recursos para los procesos de reactivación, aún antes de que los países emergentes hayan formulado sus pedidos.
Pero, ¿qué ganamos con la entrega de fondos ahora, si toda la fuerza laboral y directiva del aparato productivo está encerrada en sus casas?
Repito lo que dije antes, prioricemos las cosas y, una vez que estemos curados, entonces sí salimos a discutir y a analizar las consecuencias económicas.
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