Migrantes: La dolorosa travesía a Estados Unidos comienza en la terminal de Quitumbe
Ecuatorianos no dejan de migrar por tierra hacia Estados Unidos. Sus familiares los despiden desde la Terminal Terrestre Quitumbe, en Quito.
Familiares despiden a un migrante ecuatoriano, desde la Terminal de Quitumbe, en el sur de Quito, el 11 de noviembre de 2023.
Mónica Orozco / PRIMICIAS
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Queda poco tiempo para la despedida. Es 11 de noviembre de 2023 y el bus que lleva a unos 10 migrantes a la ciudad fronteriza de Tulcán preveía salir a las 23:30 desde la Terminal Terrestre Quitumbe, en el sur de Quito, la capital de Ecuador.
Y desde ahí les espera una dura y dolorosa travesía, por tierra, de más de un mes para llegar, de forma irregular, a Nueva York, en Estados Unidos.
No solo se enfrentan a ser abandonados a su suerte por los coyoteros, sino que tendrán que cruzar a pie la peligrosa selva del Darién. Por esa inhóspita zona de 100 kilómetros entre Colombia y Panamá ya han cruzado 500.000 migrantes de distintas nacionalidades en lo que va de 2023, según Médicos Sin Frontera. Es casi el doble frente al año pasado.
Además de enfrentar los peligros naturales en la selva, los migrantes que atraviesan el Darién se exponen a bandas criminales, incluyendo extorsiones, robos, secuestros y violencia sexual contra hombres y mujeres.
Pese a eso, la migración de ecuatorianos no ha parado. Antes de ingresar a la zona de pasajeros en la Terminal Terrestre de Quitumbe, dos de ellos se abrazaban y ensayaban unas 'selfis'. Otro se perdía en un largo abrazo con sus dos pequeñas hijas, que lloran inconsolablemente.
Una parte de los migrantes que partían esa noche es oriunda de la comunidad indígena de Zumbahua, ubicada en el cantón Pujilí de la provincia Cotopaxi y a una altitud 3.508 metros sobre el nivel del mar.
No hay trabajo
Una pareja de novios, en cambio, llegó desde la ciudad de Latacunga, capital de Cotopaxi. Antes de su partida, hizo una última videollamada, al parecer con sus madres o abuelas.
Ambos viajaban ligeros, apenas una mochila de mano. Aunque llegarán a la frontera entre Estados Unidos y México en el crudo invierno, solo cargan una modesta chaqueta.
El joven, Joffre Ushco, vendió un carro usado que tenía en USD 5.000 para poder costear el viaje. Roberto, su hermano, lo acompañó hasta la Terminal Terrestre Quitumbe. Cuenta que su hermano, de 28 años, se animó a viajar porque hace un mes fue despedido del Municipio de Latacunga, donde laboraba y no hallaba trabajo.
"Este mes tomó la decisión. Nos dijo: si no es este mes, no será nunca. Y ahora se va", dice con tristeza.
No vuelven
El amigo de otro viajero, que prefiere no dar su nombre, cuenta que hace un mes tuvo que retirar del Aeropuerto Internacional de Quito el cuerpo de su primo, que falleció en Honduras. "Solo se desmayó y no volvió a despertar", cuenta, entre lágrimas.
No quiere que algo parecido le pase a su amigo, que ahora emprende la misma travesía, pero dice que en el país no hay oportunidades ni empleo. Su amigo tiene dos hijas que mantener.
"Estos gobernantes no les importa cuántos ecuatorianos mueran en el camino. Son vidas que se pierden, pero no les importa", dice al recordar que hace un año hizo la travesía que ahora busca realizar su amigo, pero fue deportado.
"Pasé hambre, sed, veía muertos en el camino. Es un trayecto terrible. Caminé tres meses. De nada sirvió. Llegué a la frontera entre México y Estados Unidos, pero no me dejaron pasar", relata.
Él estuvo detenido dos meses. "Estuve encerrado dos meses entre cuatro paredes, como un delincuente, cuando no hice nada malo", comenta.
Y añade que si los gobiernos crearan puestos de trabajo, la gente no decidiría migrar.
La migración no para
Aunque no hay cifras certeras del número de migrantes que buscan ingresar de manera irregular a Estados Unidos, los datos de vacunación contra la fiebre amarilla arrojan algo de información.
Aunque esta vacuna se suele aplicar a temprana edad, quienes viajan por tierra pasan por países como Colombia, El Salvador o Guatemala que solicitan el carné con la dosis a los viajeros.
En 2022, la aplicación de la vacuna contra la fiebre amarilla en Ecuador se incrementó en 34%, con relación al año previo, llegando a 392.991 dosis o ciudadanos vacunados. Y en personas de 20 a 59 años, la cantidad de vacunados se triplicó, llegando a 127.558 personas.
Mientras que, hasta octubre de 2023, se han inmunizado un total de 375.831 ciudadanos. Pero, solo entre los 20 y los 59 años, las personas inmunizadas ya superan a todas las de 2022 en ese rango de edad, con 141.973 inmunizados, según el Ministerio de Salud.
No solo eso. La brecha entre salida y entrada de ecuatorianos volvió a crecer en octubre de 2023, cuando salieron 159.602, pero retornaron 146.343, según datos de Migración.
Usualmente, los familiares acudían a despedir a los migrantes al Aeropuerto Internacional de Quito, ubicado en Tababela.
Pero conseguir una visa es difícil en un país donde solo 34 de cada 100 personas tiene un empleo pleno, es decir, gana al menos el salario básico y labora 40 horas a la semana.
Por eso, ahora sus familiares llegan a despedirlos al Terminal Terrestre de Quito. Lo hacen desde la baranda que separa el área de venta de boletos del parqueadero de salida de buses interprovinciales a donde solo pueden entrar los viajeros.
Se quedan hasta que sus padres, hijos, amigos o familiares se van perdiendo a lo lejos.
Luego, caminan hasta un parqueadero desde donde pueden ver la salida del bus que lleva a sus familiares o amigos.
El 11 de noviembre, una veintena de ellos esperaba en medio del frío. Cuando pasa el bus, casi a la media noche, el chofer aplasta el claxon, que simula un largo hasta pronto.
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