Ecuador depende del embalse de Mazar para tener luz y es insuficiente
El embalse de Mazar garantiza electricidad por 45 días si no hay lluvias, pero la demanda de luz creció y Mazar se quedó corto, dejando al país expuesto a apagones.
Embalse de Mazar el 19 de abril de 2024.
Red X de Christan Sánchez
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La crisis eléctrica, con cortes de luz masivos y programados, muestra que los embalses de agua que posee Ecuador se han quedado ya cortos para hacer frente la severa sequía que golpea al país, agravada por el cambio climático y el Fenómeno de El Niño.
Con 1.100 megavatios de capacidad, la hidroeléctrica Paute-Molino es la segunda hidroeléctrica más grande del país.
Por sí sola, Paute-Molino genera el 24% de la electricidad que consume el país, pero su embalse es pequeño y su agua almacenada solo dura para siete días de energía en caso de que no haya lluvias.
Pero, con la inauguración del embalse de Mazar en 2010, ese tiempo se extendió.
Considerando un caudal mínimo de ingreso de 40 metros cúbicos por segundo, las reservas de agua de Mazar podrían durar hasta 45 días, explica el consultor eléctrico y extécnico del antiguo Inecel, Ricardo Buitrón.
La operación de Mazar es uno de los factores que explica que en Ecuador no se haya dado apagones hasta 2022.
Si bien Mazar abastece a una pequeña hidroeléctrica de 170 megavatios que lleva su mismo nombre, su importancia radica en que abastece a la central Paute-Molino y a la hidroeléctrica Sopladora, de 487 megavatios, que están aguas abajo.
El embalse de Mazar tiene 31 kilómetros de extensión y es capaz de almacenar 410 millones de metros cúbicos de agua o 100.000 piscinas olímpicas. Eso es cuatro veces más agua que la que puede acumular el embalse de Paute-Molino.
Pero la demanda de electricidad creció y la infraestructura se quedó corta y el sistema eléctrico ahora es vulnerable a apagones, más en un escenario como el actual, de severa sequía y con termoeléctricas trabajando a medias.
Si bien las reservas de agua del embalse de Mazar duran 45 días, Ecuador enfrenta largos escenarios de sequía, que usualmente duran entre octubre y marzo de cada año.
Lo más preocupante es que incluso la sequía se ha alargado, por el cambio climático y el Fenómeno de El Niño que, si bien provoca fuertes lluvias en la Costa, tiene como efecto colateral sequía en la Cuenca Oriental donde se hallan las principales hidroeléctricas de Ecuador.
El operador estatal de energía Cenace proyecta que en 2024 la sequía podría empezar en agosto y no en octubre, como usualmente solía comenzar.
El exsecretario ejecutivo de la Organización Latinoamericana de Energía (Olade) y consultor para el Banco Mundial, Alfonso Blanco, explica que la mayor parte de su sistema eléctrico depende de centrales hidroeléctricas que no tiene embalses importantes.
"No hay una capacidad significativa de embalses en el sistema eléctrico ecuatoriano, como sí la tienen otros países como Uruguay, Paraguay o Brasil".
Alfonso Blanco, consultor del Banco Mundial
De hecho, el principal embalse de Ecuador no es Mazar sino Daule Peripa, que está en la Costa del país, donde ahora mismo hay lluvias intensas. Daule Peripa es 14 veces más grande que Mazar, pero poco ayuda en la crisis eléctrica.
Y es que la importancia de Daule Peripa radica en que es un embalse compensador para evitar inundaciones en la Costa, aunque también genera algo de electricidad, 220 megavatios de potencia; es decir, un 5% de la demanda del país.
En cambio, Coca Codo Sinclair, la hidroeléctrica más grande de Ecuador, que abastece con 33% de la demanda del país, no tiene embalse, sino una pequeña obra de captación que desvía el agua del río hacia las turbinas. Otras hidroeléctricas como San Francisco, Toachi Pilatón (que opera parcialmente) o Sopladora tampoco tienen embalses.
Además, la variabilidad de los sistemas hídricos es muy alta y depende del factor climático.
De ahí que Blanco explica que los sistemas eléctricos menos vulnerables son los que más se han diversificado, como estrategia para reducir el riesgo de cortes de luz.
Un ejemplo es Uruguay, que dependía en un 50% de hidroelectricidad y el resto de generación con combustibles importados. Blanco dice que el país se propuso cambiar esa matriz para incorporar fuentes renovables no convencionales; esto es, energía solar y eólica, y reemplazar el uso de combustibles, añade Blanco.
La energía solar, eólica y otra no convencional representa ahora el 50% de la oferta de electricidad en Uruguay, que además cuenta con una gran capacidad de almacenaje de agua.
Otro problema de Ecuador es que ocho de las 14 hidroeléctricas están concentradas en una sola cuenca, la Oriental, lo que lo hace más vulnerable que países como Brasil, que tiene sus hidroeléctricas en distintas cuencas con regímenes de lluvias distintos y compensatorios.
Para diversificar la matriz eléctrica de Ecuador, está en agenda el proyecto hidroeléctrico Santiago, que prevé, tendría un embalse de 1.500 millones de metros cúbicos de agua, es decir, casi cinco veces más grande que Mazar y podría generar 2.400 megavatios de potencia en una primera fase.
Eso convertiría a Santiago en la hidroeléctrica más grande del país, pero el proyecto lleva 12 años en agenda y sigue a nivel de estudios. Incluso, el proceso de estructuración del proyecto para su licitación a la empresa privada se declaró desierto por observaciones en el camino.
Pero hacer este u otros proyectos para reforzar la matriz eléctrica exige planificación, dice Blanco.
E exconsultor del Inecel, Ricardo Buitrón, añade que hará falta inversión y, para conseguirla, se necesita un gran diálogo nacional, que abra la discusión de una revisión de la actual tarifa de electricidad, que ahora está subsidiada.
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