¿Por qué la Ley no más Apagones no puso fin a los cortes de luz?
Qué planteaba la Ley no más Apagones del gobierno de Daniel Noboa y por qué no ha puesto fin a los cortes de luz en Ecuador.
Imagen referencial de un trabajador de CNEL EP arreglando una luminaria de alumbrado público en Guayas.
CNEL EP
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La promesa de la ahora exministra de Energía, Andrea Arrobo, fue que la Ley de Competitividad Energética o No más Apagones, pondría fin a los cortes de luz.
Esa norma entró en vigencia el 11 de enero de 2024, pero tres meses después Ecuador volvió a los cortes programados de luz.
La crisis de ahora es más severa que a finales de 2023, pues ahora las suspensiones del servicio de electricidad ya no son de tres y cuatro horas consecutivas, sino de hasta de nueve horas.
¿Funciona la ley energética?
Pero ¿por qué no respondió la ley de Daniel Noboa a las urgencias del sector eléctrico?
La punta de lanza de la Ley de Competitividad Energética era la promoción de proyectos de pequeña generación de electricidad renovable.
En específico, la norma incentivaba la instalación de proyectos de energía renovable no convencional de hasta 10 megavatios, al facilitar los procesos de contratación.
El consultor del sector eléctrico, Gabriel Secaira, explica que el resto de proyectos debe pasar por un trámite largo, que incluye la presentación de los estudios de prefactibilidad hasta obtener el título habilitante, previo a la firma del contrato de concesión.
Incluso, ley de Noboa ordenaba al Ministerio de Energía autorizar el desarrollo, sin concurso público, de los proyectos de inversión privada de menos de 10 megavatios y de generación renovable no convencional (como, solar, eólica o geotermia).
"La Ley de Competitividad (de Noboa) facilitaba la aprobación de estos proyectos sin ir por tantos requisitos (...). Pero no se ha conocido que se haya firmado ningún contrato de concesión bajo la Ley", dice Secaira.
Por otro lado, la ley establece que los consumidores podrán instalar sistemas eléctricos de generación distribuida para su autoabastecimiento, a partir del uso de energías renovables no convencionales.
Es decir, empresas podían construir plantas solares, eólicas y de geotermia para su propio consumo, utilizar parte de esa energía y los excedentes, venderlos al Sistema Nacional Interconectado para abastecimiento del país. Pero solo podían ser plantas pequeñas (de menos de 10 megavatios).
Así planteada la ley parece ser insuficiente frente a las necesidades energéticas que ahora tiene Ecuador.
¿Cuánta energía hace falta?
El Cenace viene señalando desde inicios de 2023 que Ecuador necesita instalar 465 megavatios en nueva generación de electricidad. La cifra subió a 475 megavatios de potencia en 2024.
Pero la crisis se ha ahondado y actualmente el déficit de generación de electricidad es de 916 megavatios de potencia, lo que explica los largos y masivos cortes de luz.
Además, aunque la energía renovable no convencional que promueve la ley de Noboa es limpia y de bajo impacto ambiental, su construcción puede tardar entre tres y cinco años.
De ahí que se viene hablando de la necesidad urgente de contratar generación de electricidad termoeléctrica.
El entonces Gobierno de Guillermo Lasso lanzó, incluso, un concurso para contratar 465 megavatios a través de motores de generación móviles (a fuel oil) en tierra o mar, pero fue dado de baja el día que dejó el poder.
Cuando aún estaba en funciones, la exministra de Energía, Andrea Arrobo, anunció que estaba por lanzar un concurso para contratar nueva generación eléctrica, incluidas barcazas, pero tampoco se concretó hasta su salida, que fue el 16 de abril de 2024.
Faltan plantas termoeléctricas
Secaira explica que la seguridad energética de un país no puede solo depender de energía renovable (hidroeléctrica, solar o eólica), pues esta está sujeta a condiciones ambientales y climáticas que reducen su eficiencia y operación.
En época de lluvias, las hidroeléctricas abastecen el 95% de demanda del país. Pero en el estiaje su aporte cae.
Pero ahora, por la sequía, estas centrales cubren el 67% de la demanda de electricidad del país en lo que va de abril de 2024.
De ahí, que un país debe tener una reserva de energía termoeléctrica que opere cuando caiga la operación de las hidroeléctricas.
Pero el parque termoeléctrico del país está obsoleto o necesita mantenimiento. De hecho, de 1.750 megavatios de potencia termoeléctrica que dispone el país, apenas funcionan 771 megavatios actualmente. Y esa es una de las claves de la actual crisis eléctrica.
Aunque se requiere la instalación urgente de plantas termoeléctricas, la reforma de Noboa no es un incentivo para ningún inversionista privado con proyectos que vayan a reemplazar a la actual generación termoeléctrica estatal, que está en mantenimiento u obsoleta.
Así se lee en un informe publicado en enero de 2024 por el grupo de expertos petroleros y energéticos denominado Transformación Energética.
De hecho, según ese informe, la ley energética de Noboa deja fuera a centrales de generación termoeléctricas, a gas natural e incluso de hidroeléctricas.
Es decir, la ley "está direccionada a tecnologías específicas de generación eléctrica de fuentes de energías renovables no convencionales, como: solar, eólica y geotérmica".
Secaira comparte ese criterio. "Desde el comienzo no le he visto ninguna utilidad a la reforma energética. Más bien, esa ley no permite la apertura de mercado a la inversión privada para proyectos termoeléctricos que puedan utilizar gas natural, que es menos contaminante que el diésel", comenta Secaira.
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