La industria licorera se moviliza para lograr una rebaja del ICE
El sector licorero ecuatoriano está preocupado por el incremento del Impuesto a los Consumos Especiales (ICE) a las bebidas alcohólicas, establecido en la Reforma Tributaria que entró en vigencia el 29 de noviembre de 2021.
Trabajadores en el área de producción de Embotelladora Azuaya, en Cuenca, en diciembre de 2021.
Xavier Caivinagua
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La Ley Orgánica para el Desarrollo Económico y Sostenibilidad Fiscal incrementa la tarifa específica para el cálculo del ICE de USD 7,18 a USD 10 por litro de alcohol puro. También hay un aumento en las cervezas industriales y artesanales.
Los representantes del sector coinciden en que ese incremento “a largo plazo, lo único que va a generar es mayor informalidad y menos ingresos en impuestos para el Estado”, sostiene Nixon Vergara, gerente de Andina Licores, y miembro de la Asociación de Industriales Licoreros del Ecuador (Adile).
Por eso, buscan un acercamiento con el Gobierno para que revise esa medida y aspiran a que el presidente Guillermo Lasso, dentro de sus facultades, modifique el incremento aprobado.
La esperanza de los empresarios se fundamenta en que la reforma establece que el Presidente de la República podrá, mediante Decreto Ejecutivo, reducir el ICE en cualquier momento, previo a un dictamen favorable del Ministerio de Finanzas.
Carga impositiva para los licores
Además, del Impuesto al Valor Agregado (IVA), las bebidas alcohólicas se gravan con el ICE. Este valor se obtiene al multiplicar la tarifa específica (USD 10 con la reforma tributaria) por el grado alcohólico y por el tamaño del envase.
Es decir, una botella de aguardiente nacional, de 750 mililitros, independientemente de la marca, tendrá un incremento en el ICE de USD 0,85 y a eso se suma el IVA.
La fórmula de cálculo hace que los licores con mayor incremento sean los de más grado alcohólico y los de mayor tamaño, sin importar su marca, costo o si son nacionales o importados, explica Jorge Tálbot, gerente de Embotelladora Azuaya.
El empresario explica que el alza al consumidor será de entre USD 1 y USD 2. Así, “una botella de aguardiente pasará de USD 7,50 a unos USD 8,50; un whisky económico, de USD 9 a USD 11 dólares; el ron tendrá un aumento de más o menos USD 1,50 por botella”.
En el caso de los vinos, el cálculo es el mismo, mientras que las cervezas industriales, que tenían una tarifa de ICE escalonada de USD 8,41 a USD 13,08, ahora tendrán una tarifa única de USD 13,08 por litro.
Los empresarios del sector coinciden en que este incremento afectará nuevamente a la producción. “La industria licorera nacional vive una crisis en los últimos 15 años de disminuciones constantes de ventas y es por el sistema implementado por gobiernos anteriores en la metodología de cálculo”, sostiene Tálbot.
Los datos de la Asociación de Industriales Licoreros del Ecuador dicen que en el año 2000 se vendían alrededor de 5 millones de cajas de bebidas alcohólicas nacionales al año. En la actualidad se comercializan 1,3 millones de cajas al año.
En 2019, antes de la pandemia, el sector vendió unas 1,5 millones cajas, y en 2020 bajó a 1,2 millones, por las restricciones de la pandemia.
Eso no significa que el consumo de bebidas alcohólicas haya disminuido. "Históricamente, cuando suben los precios de los licores, no disminuye su consumo, sino que se activa el contrabando y la ilegalidad”, explica Martín Jerves, gerente de Dilicsur, la división de licores del Grupo Ortiz, también de Cuenca.
Jerves explica que, por ejemplo, en Perú y Colombia, por la devaluación de sus monedas, las bebidas alcohólicas se vuelven más económicas. “Una botella de whisky de marca global puede costar entre USD 12 y USD 13 dólares, pero en Ecuador cuesta entre USD 17 y USD 18”.
Un gran actor es el sector informal, “que este rato es más grande que el formal. Si se han dejado de vender 3,5 millones de cajas, ellos cubren esa demanda”, asegura Jorge Tálbot.
Según un análisis hecho por Adile, la industria licorera formal comercializa tres millones de litros de aguardiente por año, mientras que el sector informal 36 millones de litros.
Azuay tiene una importante industria
Una de las historias sobre el nombre Azuay evoca que esa palabra significa “licor que cae del cielo”. Esa historia la conocen bien en las empresas licoreras de esta provincia, de donde sale el 60% de la industria de bebidas alcohólicas del país.
Esa tradición licorera se remonta a inicios del siglo pasado, cuando se empezó a producir guarapo artesanal en las fincas ubicadas en los valles de Paute y Yunguilla, en donde el clima permite el cultivo de caña de azúcar, con cuya producción se fortalecía la economía local.
“Había mucha producción de caña de azúcar, de guarapo artesanal y, con mucha visión, los empresarios locales supieron industrializar”, asegura Nixon Vergara.
Así nacieron, a partir de la década de 1940, las fábricas que ahora ofrecen un catálogo completo de aguardientes, bebidas espirituosas, vinos, cervezas, cocteles, y productos no alcohólicos.
Las principales productoras de licores establecidas en Azuay son: Corporación Azende, Embotelladora Azuaya, Cava San Miguel, Cósmica- La Toscana.
Las dos primeras cuentan entre las industrias licoreras más grandes del país, impulsadas por la producción de sus aguardientes: Zhumir y Cristal, respectivamente.
Tanto Azende como la Embotelladora Azuaya han desarrollado, además, un amplio portafolio de productos para competir con los importados: aguardientes, licores secos, saborizados, rones, vodkas, whiskys, ginebras, cocteles, entre otros.
Otra de las industrias importantes es Cava San Miguel, que nació en el valle de Uzhupud, en Paute (Azuay). Además de cinco variedades de ron, tiene dos clases de whisky y una marca de vodka, más tres tipos de cocteles.
Cósmica-La Toscana es la embotelladora del Grupo Eljuri. Además de los destilados, esta compañía ha incursionado con fuerza en la producción de una variedad de vinos y cervezas.
En su portafolio está, por ejemplo, el vino KKO, un merlot al chocolate que es el primero en su tipo y llega a mercados internacionales. Grupo Eljuri también abrió la cervecería artesanal Latitud Cero que produce las marcas 593 y La Paz.
Licores importados
Además de las fábricas de producción, en Azuay hay grandes empresas dedicadas a la importación y distribución de bebidas alcohólicas.
En esta línea está el Grupo Eljuri, el mayor importador de licores del país en todas las gamas, y el Grupo Ortiz, con Dilicsur, que apuesta a otros públicos con productos más competitivos.
“Nuestra estrategia es poner de moda lo que creemos que la gente puede pagar. La gente designa un valor para este tipo de productos y ajusta su presupuesto a lo que consume”, explica el gerente de Dilicsur.
Adile tiene nueve empresas asociadas. Además de Azuay, están la industria licorera de Manabí, Loja y Pinchincha.
Este sector genera unas 14.000 fuentes directas de empleo y 70.000 indirectas. La industria licorera también incluye a los cañicultores, proveedores de envases, saborizantes y distribuidores.
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