El popular Frutabar, en Guayaquil, se prepara para superar su segunda crisis
El empresario Fabrizio Semiglia habló con PRIMICIAS el pasado 3 de junio de 2020.
PRIMICIAS
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El dueño de este popular local guayaquileño sabe lo que significa enfrentar una crisis. Lo vivió en el 2000 tras al colapso de buena parte del sistema financiero, y lo siente ahora con las emergencia sanitaria por Covid-19.
El 1 de junio, Frutabar volvió a abrir tras dos meses y medio de cierre. Atiende a los clientes con las normas que demanda la nueva normalidad: puntos de desinfección, equipos de protección para el personal, limpieza constante de superficies y separación de mesas.
Frutabar es, de acuerdo con la clasificación hecha por el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INEC), una pequeña empresa del sector alimenticio pues cuenta con 40 empleados. Ninguno de ellos ha sido despedido pese a que el local estuvo cerrado por la emergencia sanitaria y registró pérdidas.
Según el INEC, en Ecuador hay 45.000 restaurantes. De ellos, el 71,8% es considerado pequeña o mediana empresa.
Este antecedente sirvió a Semiglia para acceder a los préstamos de reactivación económica que ofrece Banco del Pacífico, como parte del programa estatal Reactívate Ecuador.
De hecho fue uno de los primeros empresarios en recibir este crédito por USD 50.000. Los recursos, dice, se usarán para pagar aportaciones al Seguro Social y deudas con proveedores.
Mientras tanto, los empleados retomaron el trabajo. Durante el primer día de atención en el local ubicado en Urdesa, Frutabar tuvo el 50% del número habitual de clientes. Semiglia cree que fue un gran inicio tomando en cuenta que era lunes y aún rige el toque de queda.
Está decidido a mantener a flote su negocio, pero sabe que vienen semanas y meses difíciles.
“Sin turismo habrá pocos clientes, la recuperación total podría demorar tres años. Pero, tenemos experiencia en crisis”.
Fabrizio Semiglia
Un nacimiento en medio de la crisis bancaria
Hace 20 años, Fabrizio Semiglia estaba cansado de su trabajo. Era fotógrafo y se había especializado en eventos sociales, pero eso le impedía disfrutar de sus fines de semana.
Dice que el deseo de un mejor trabajo y su vocación por la comida sana lo llevaron a idear un emprendimiento. Por aquella época, este empresario -quien también es surfista- y su socio, Rodolfo Calderón, viajaron a Montañita, en Santa Elena.
En esos años, la comuna aún conservaba su ambiente hippie y bohemio. “Le dije a mi amigo ¿Y si llevamos esto a Guayaquil?" y así nació Frutabar. Es un bar y restaurante que ahora cuenta con tres locales y se ha convertido en uno de los lugares más icónicos de la ciudad.
El primer local se abrió en el tradicional barrio de Urdesa, ubicado en el norte de la ciudad. “No había un lugar que vendiera jugos naturales, fue el espacio perfecto”, recuerda Semiglia.
Pero, era el peor momento para emprender. Era el año 2000 y Ecuador acababa de adoptar el dólar como moneda de circulación y reserva internacional tras el casi colapso del sistema financiero.
“Casi año y medio trabajamos con pérdidas. Conservé mi estudio fotográfico y este subsidiaba a Frutabar”, rememora Semiglia.
Pero, el negocio resistió y al tercer año ya era un éxito. En 2003, un periódico local recogió el caso de Frutabar como una muestra de emprendimientos surgidos en la adversidad.
Semiglia conserva el recorte de prensa y ahora lo usa cada vez que conversa con sus empleados. “Nosotros ya superamos una crisis y podemos con esta”, dice en referencia a la pandemia de Covid-19.
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