La banca planea prestar más en 2020 y pide que se regule al BIESS
Asobanca propone una mejor regulación para el BIESS y las cooperativas, además de reformas profundas al Código Orgánico Monetario y Financiero y espera que el riesgo país caiga a un nivel cercano a los 500 puntos para poder expandir el crédito este año.
Julio José Prado, ministro de Producción.
PRIMICIAS
Autor:
Actualizada:
Compartir:
La banca privada terminó 2019 con buenos indicadores, pese a que fue un año de bajo crecimiento y de conflicto social, dice en entrevista con PRIMICIAS el presidente de la Asociación de Bancos Privados de Ecuador (Asobanca), Julio José Prado.
"Comenzamos 2019 con una tasa de crecimiento de los depósitos de tan solo 2%, si esta tendencia se hubiera mantenido habríamos terminado el año con una tasa de crecimiento negativa, lo cual hubiese sido malo para la banca y para la economía", dice Prado.
Este año la banca espera ver una baja en el riesgo país a por lo menos 500 puntos, reformas que permitan liberar más liquidez para créditos y una mejor supervisión del sistema, incluyendo a las cooperativas y a la banca pública, así como al Banco del Instituto de Seguridad Social (BIESS).
La banca privada espera aumentar el crédito. ¿De qué depende que este objetivo se cumpla?
De varios factores, entre ellos que el riesgo país no se nos dispare como sucedió en octubre de 2019. Si el riesgo vuelve a subir por encima de los 1.400 puntos, las fuentes de financiamiento internacional, que sostuvieron el crédito durante 2019, se agotarán o se encarecerán y se tornaría inviable seguir entregando créditos.
Pero tenemos buenas perspectivas para este año, a pesar de que es un periodo preelectoral y complicado. Van a mejorar las condiciones de financiamiento y los instrumentos financieros como, por ejemplo, las titularizaciones en bolsa.
Tenemos una moneda fuerte, tenemos bancos fuertes, entonces ahora tenemos que apuntar a atraer capitales extranjeros al sector financiero. Si no atraemos más capital, la economía no crece.
El problema es que nuestro riesgo país sigue siendo hasta tres veces más alto que el de Colombia o el de Perú, en esos países el sistema financiero puede ofrecer tasas de interés más bajas y créditos a plazos más largos.
¿Cuánto espera Asobanca que crezca el crédito este año?
Iniciamos 2020 más capitalizados, con una banca que tiene más liquidez, frente a lo que teníamos en 2019. Pese a lo complicado que fue el año anterior, rompimos el récord histórico de concesión de créditos, que cerró en un volumen de USD 30.000 millones.
Este año comenzamos con una tasa de crecimiento de los créditos de 10% y esperaríamos mantener ese ritmo durante lo que resta de 2020. Si logramos superarlo, mucho mejor, pero eso va a depender de factores que no están bajo nuestro control y que tienen que ver con tener un ambiente político menos conflictivo y con una serie de reformas.
Cuando hay conflictividad, no pasan la reformas y sube el riesgo país, entonces esto complica el acceso a las fuentes internacionales de financiamiento, que son las que nos permiten ampliar el crédito.
Si logramos superar la conflictividad política y que se aprueben las reformas al Código Orgánico Monetario y Financiero, y si se aprueba la reforma laboral, el sistema bancario podrá seguir canalizando créditos pese a que 2020 será un año de estancamiento económico, pero el crédito puede evitar una mayor caída de la economía.
Crecen los créditos de consumo y el microcrédito, pero ¿qué pasa con el crédito hipotecario o para vivienda?
El año pasado la banca privada colocó más de USD 2.000 millones en crédito hipotecario, que es equivalente a un poco más de 8% de su cartera total de préstamos.
En el mercado hipotecario hay un jugador muy importante que es el BIESS.
¿Hay serias dudas de cómo se está manejando el BIESS, ustedes lo consideran un riesgo para la estabilidad del sistema?
El BIESS juega un papel muy importante en la dinamización del crédito hipotecario, pero ese rol tiene que estar medido y bien cuidado, de manera que todos los actores manejemos los mismos indicadores financieros.
Lastimosamente durante demasiado tiempo la banca pública, incluido el BIESS, no ha presentado balances, no sabemos cómo mueven la cartera hipotecaria ni cuál es su nivel de riesgo y de morosidad.
Julio José Prado, presidente ejecutivo de Asobanca
Lo que nosotros decimos es que, si vamos a jugar en el mismo mercado, lo importante es que todos tengamos información transparente y las mismas reglas de juego.
Hay que medir adecuadamente los riesgos crediticios, de tal forma que no se vayan a crear problemas financieros agregados en la economía, riesgos de contagio sistémico del sector público hacia el sector privado.
La banca privada de Ecuador es muy sólida, tiene liquidez y hemos evitado los mecanismos de contagio desde lo público hacia lo privado.
Pero no hay que olvidar que en 2008 y 2009 el mundo vivió una crisis financiera originada por el mal manejo de los créditos hipotecarios en Estados Unidos, la gente se endeudó más allá de su capacidad de pago, los bancos públicos que entregaron créditos no pudieron recuperarlos y ese fue el foco de la crisis financiera internacional.
En el fondo es un problema de supervisión.
La supervisión y la regulación de la banca pública, incluyendo el BIESS, la CFN y BanEcuador deben ser del mismo nivel y de la misma calidad que las que se aplican al sistema bancario privado.
El FMI dice que hay que regular mejor a las cooperativas. ¿Cómo ve la banca privada este tema?
El crecimiento de las cooperativas en los últimos 10 años fue impulsado por razones políticas, el número de cooperativas en el país llegó a superar las 1.200. Ahora tenemos menos de 600 porque hubo fusiones entre ellas y, en otros casos, algunas cooperativas fueron cerradas o liquidadas.
Las cooperativas consiguen más liquidez en ciertas regiones a las cuales la banca no llega. Lo importante es que no haya motivaciones políticas y anti técnicas para entregar crédito. La regulación debe ser igual de fuerte que la que existe para el sistema bancario.
Las cooperativas ya representan el 30% del total de los activos del sistema, es decir, tenemos cooperativas que son igual de grandes o más grandes que muchos bancos y por eso debe haber una buena supervisión, entendiendo que es un sistema que responde a una lógica diferente de la de los bancos, pero hay que proteger a los clientes.
Lo positivo es que ahora tenemos una Superintendencia de Bancos y una Superintendencia de Economía Popular y Solidaria que son técnicas y que ya no responden a criterios políticos, como antes.
¿Qué necesita el sistema en materia de reformas?
Necesitamos una reforma profunda del Código Orgánico Monetario y Financiero, eso nos permitiría trabajar más en inclusión financiera, ser mucho más competitivos como sistema financiero.
¿Por qué en Ecuador un 50% de la población no tiene acceso al sistema financiero o no está bancarizada?
Hay demasiadas trabas normativas a la hora de sacar productos nuevos. Un ejemplo es lo que pasó con la Billetera Móvil o BIMO.
Estuvimos cinco años discutiendo con los superintendentes anteriores, con el gobierno anterior, sobre quién debía manejar la BIMO, cuando en cualquier parte del mundo la billetera electrónica es un servicio bancario más.
Finalmente pudimos poner en funcionamiento la BIMO en octubre de 2019, pero faltan muchos productos financieros nuevos que aún no tienen luz verde y que serían de gran utilidad para mejorar la inclusión financiera y la bancarización.
Hemos hablado de los créditos, que van bien, pero el FMI dice que el desempeño de los depósitos puede mejorar, pues siguen creciendo por debajo de los créditos y hay una brecha indeseable.
Los depósitos están creciendo, pero es cierto que las personas tienen menos dinero para ahorrar.
Lo positivo es que están invirtiendo el poco dinero que les sobra en pólizas de acumulación a plazo, esto ha permitido que la tasa de interés promedio pasiva, que es la que se paga por ese tipo de inversiones, haya llegado a 6,3%, el promedio más alto de los últimos cinco años.
Estamos viviendo un par de años de poco crecimiento y de desempleo. ¿Los clientes están pagando sus créditos?
Esperábamos un deterioro de las condiciones económicas y crediticias, pero logramos hacer dos cosas: cerramos 2019 con una tasa de morosidad promedio de 3,1%, que está está por debajo del promedio de la región.
La morosidad en el sector productivo y corporativo está en 1%, que es uno de los indicadores más bajos de América Latina.
El nivel de morosidad que está más alto, en 5% pero todavía muy controlado, está en el crédito de consumo y en el microcrédito.
Los ecuatorianos somos buenos pagadores.
¿Se debería reducir el encaje bancario para liberar más liquidez?
Compartir: