Ricardo Jácome, avicultor: "Me quedé en la calle en seis días"
La granja Pronavi San Mateo, en la provincia de Tungurahua, perdió 60.000 aves por la influenza aviar en solo seis días. Esta es su historia.
Ricardo Jácome, avicultor de Tungurahua, en su granja Pronavi San Mateo, 9 de febrero de 2023.
Patricia González
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Las marcas de la volqueta aún son visibles sobre el camino de tierra que conduce a la fosa común, donde yacen los restos de las 60.000 gallinas que perdió el avicultor Ricardo Jácome, por la influenza aviar.
El hedor que emana del lugar se vuelve más penetrante con cada paso. Bajo una montaña de tierra, de unos tres metros de altura, están enterradas las aves de la granja Pronavi San Mateo, ubicada en el sector La Florida, del cantón Cevallos, en la provincia de Tungurahua.
Paralelo a la fosa, están los cinco galpones de esta finca, donde hasta hace unas tres semanas se producían unas 1.800 cubetas diarias de huevos. Antes de lo ocurrido, había dos galpones en actividad, con las 60.000 gallinas ponedoras.
El paso hacia los galpones está restringido. Ricardo no ha vuelto a acercarse hacia allá desde que perdió sus aves. No solo por medida de bioseguridad; no tiene fuerzas para llegar hacia ese lugar, prefiere mantenerse a distancia.
Hasta el 1 de febrero, la Agencia de Regulación y Control Fito y Zoosanitario (Agrocalidad) había detectado 11 brotes de influenza aviar en el país, específicamente en las provincias de Cotopaxi, Bolívar, Pichincha y Tungurahua. En estos brotes, murieron por la enfermedad o fueron sacrificadas 1,18 millones de aves.
Jácome es avicultor desde que tiene memoria. Aprendió el oficio trabajando con su padre, desde los cinco años de edad. Luego, con la mayoría de edad, se independizó como avicultor.
La granja Pronavi San Mateo, propiedad de su suegro, es administrada por Jácome y su esposa, Marcia Mesías, desde hace unos 15 años. Allí trabajaban, hasta antes de que la influenza acabara con las aves, unas 120 personas.
Como en todo negocio ha habido altibajos, con el paro de junio de 2022 se les murieron cerca de 45.000 aves porque no pudieron darles de comer. Pero, Ricardo y su esposa, Marcia Mesías, aseguran que nunca habían vivido lo provocado por la influenza aviar.
"Me quedé en la calle", dice Jácome con mucha preocupación sobre su futuro y el de su familia. Es padre de dos niños de 11 y 13 años, que estudian y también trabajan en la granja avícola, de siete hectáreas. En pocos días y sin esperarlo, todo cambió.
“Agrocalidad nos hizo un daño. Llegaron con policías y rompiendo los protocolos de bioseguridad para decirnos que no podíamos mover ni sacar nada”, asegura Jácome, sobre el día en que funcionarios de la Agencia les notificaron que debían hacer tomas de muestra de sus aves para saber si estaban contagiadas.
La Agencia aseguró a Primicias que sus servidores sí cumplen con las medidas de bioseguridad establecidas para el ingreso a las granjas. Es decir, con el uso de equipos de protección personal (overol, guantes, mascarillas y botas de caucho desinfectadas).
De igual manera, con el "vacío sanitario" de 72 horas, en el que el técnico que tomará la muestra no puede tener contacto con aves ni especies susceptibles.
"Nosotros desinfectamos al técnico que tomó las muestras, pero nunca supimos si cumplió el vacío sanitario", insiste el avicultor.
El muestreo de sangre se realizó a unas 50 aves, el lunes 16 de enero. El resultado fue "negativo", a pesar de que granjas aledañas ya estaban infectadas.
El domingo 22 de enero, cuatro días después de ese resultado que les generó un alivio, comenzaron a morir sus aves. Ese día, murieron 35. El lunes, otras 100. El martes al mediodía, Jácome se encontró unas 8.000 aves muertas.
"Fue aterrador. Algo que no había visto en 30 años".
Ricardo Jácome, avicultor.
Al ver una mortalidad de tal magnitud, se comunicó con Agrocalidad. Los técnicos llegaron a la finca cerca de las 17:00 para hacer otra toma de muestras a unas 24 aves. Y desde ese momento, la granja Pronavi entró en cuarentena. Es decir, se impidió la entrada y salida de otras personas.
Al día siguiente, le confirman por teléfono el resultado ya conocido: "positivo". Recién, el viernes, más de 60 funcionaros de Agrocalidad llegaron a su finca para el sacrificio de las aves restantes. Para entonces, la mayoría de las aves de uno de sus galpones ya habían muerto.
Aunque, solo en uno de los galpones, las gallinas habían muerto como consecuencia de la enfermedad, se sacrificaron las aves en ambos. El procedimiento fue el siguiente: se introducían alrededor de 200 aves en bolsas, que eran llenadas con monóxido de carbono, de tal forma que las aves murieran, en poco tiempo, asfixiadas.
Luego, eran trasladadas en una volqueta hasta la fosa para ser enterradas con cal y tierra. El proceso duró tres días, desde el viernes, 27 de enero, a las 9:00, hasta el domingo 29, a las 18:00.
Agrocalidad solo se encarga del sacrificio de las aves; las granjas deben realizar la limpieza y desinfección del lugar. Pero, Jácome y su esposa sostienen que esto representa un gasto importante para ellos en pago de mano de obra.
La granja Pronavi tenía una producción de alrededor de 100.000 cubetas mensuales de huevos, lo que representan unos USD 300.000 al mes. Esto les permitía pagar las cuotas de un crédito productivo de USD 2 millones, mano de obra, materia prima e insumos a proveedores.
"Tengo miedo que mañana vengan los acreedores a cobrarme", dice Mesías, esposa de Jácome.
El avicultor añade que esta importante afectación que está sufriendo la industria avícola se extiende también al sector maicero, que está perdiendo sus ventas regulares con los avicultores.
El futuro de la granja Pronavi es, por ahora, incierto. Agrocalidad explica que el tiempo para que una granja que estuvo infectada de influenza aviar retome su producción dependerá de que cumpla con los siguientes pasos:
- Despoblamiento.
- Limpieza, lavado, desinfección y secado.
- Vacío sanitario.
- Estrictas medidas de bioseguridad.
- Registro obligatorio ante la Agencia.
- Centinelización: introducción de animales de manera controlada y bajo vigilancia.
Vacunación
El Gobierno prevé comenzar con la vacunación contra la influenza aviar en menos de dos meses. Durante una fase inicial, más de dos millones de aves serán inmunizadas.
Los pequeños productores contarán con el financiamiento del Gobierno; por su parte, las granjas deberán implementar las medidas de bioseguridad. Los grandes avicultores, sí deberán pagar la vacuna.
El Ministerio precisó a Primicias que, paralelamente al plan de vacunación, se están trabajando opciones de alivio económico, para contribuir en la recuperación económica de las granjas que fueron afectadas.
Por ahora, Jácome está a la expectativa de cuándo podrá retomar su trabajo de avicultor, desde Agrocalidad les dicen que podrían retomar solo con el 10% de las aves que tenía antes, es decir, unas 20.000 gallinas ponedoras, con lo que -asegura- no le alcanzaría para cubrir sus deudas con los acreedores.
Jácome nunca tuvo un horario fijo de trabajo, podía arrancar su jornada a las 5:00 y extenderla hasta las 23:00 con sus gallinas. "Hoy, esto es un tormento, porque mi vida cotidiana ha cambiado, no sé qué hacer, no sé a qué me levanto", lamenta.
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