Lo viejo/nuevo de Can Can es un viaje sonoro exquisito
"Can Can", el primer trabajo de "estudio" de la banda quiteña revive en su cumpleaños 18.
PRIMICIAS / Diego Corrales
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El ejercicio casi podría definirse como un trabajo de arqueología. De encontrar en los vestigios del pasado elementos que, en la actualidad, ayuden a comprender mejor el proceso musical de una banda como Can Can.
O, dicho de otra manera, este álbum permite descubrir cómo inició su recorrido el grupo, a casi 10 años de su última producción.
Porque lo que suena en Can Can -ese primer disco, el de 2002, ¿perdido?, que no estaba en plataformas digitales- es un vaticinio de lo que estaba por venir. Aquí se reconocen la estructura de las composiciones y experimentación que aparece en Malditos Villanos Pixelados (2004), la selección de temas más cercanos a Lado C (2007) y ese carácter épico que tiene Caos (2011).
Y ni hablar de cómo anticipa lo que luego haría Daniel Pasquel -esa especie particular de constructor de texturas y canciones dentro de la banda- cuando, en 2012, lanzó su proyecto Marley Muerto.
Es más, no hay manera de no escuchar en Bésame tanto -un tema collage que agarra el Bésame mucho, de Consuelo Velásquez- las bases de lo luego sería Señor Gobierno, del disco Pararmar, de Marley Muerto, también un collage, de los Illiniza.
Simplemente no hay manera.
El trabajo manual de hacer música
18 años después de su particular salida, Can Can aparece en plataformas digitales y se puede disfrutar en una versión revisitada, con las pistas originales remezcladas y remasterizadas. En un proceso que recupera el espíritu inicial del proyecto, que también revela la creación de la banda mientras las canciones aparecían.
Es como si se tratara de acabar con la nostalgia, mientras se mira hacia atrás.
Ir hacia adelante, siempre.
Grabación casera. Proyecto que no tuvo título porque siempre iba mutando a medida que más temas se sumaban. Discos que se quemaban en casa, que se armaban en vivo y en directo. Un trío convencido de lo que hacía e integrado por Denisse Santos en la voz, Pato Sánchez en la batería y Pasquel en la guitarra y composición.
Años después, Sánchez se iría y el núcleo seguiría siendo el formado por Santos y Pasquel. La lista de integrantes que han gravitado alrededor del proyecto es ya material de leyendas dentro de ambiente musical ecuatoriano.
Sin embargo, queda el registro.
Can Can es un trabajo de 10 canciones donde las apuestas van por instrumentales que se sostienen por juegos rítmicos -como sucede en Despierta- o por canciones en las que las melodías de Denisse Santos impactan por cómo están construidas y por esa especie de vulnerabilidad que se revela en su manera de cantar.
Eso sin hablar de esa manera particular con la que ella acentúa palabras, siempre en función de la melodía. Como si cada sílaba fuese un sonido y no una expresión autónoma. Ese es uno de los grandes triunfos de Can Can. Un ejemplo de esto es la maravillosa Vestir Rosado.
Un disco sin desperdicio
En Can Can está todo. Una especie de psicodelia electrónica de inicios de siglo XXI. Drum and bass, filtros en voces, interrupciones sonoras. Se encuentra aquí la versión original del tema Suerte, con un ¿Pasquel en la voz?, convirtiéndola en una especie de plegaria -a diferencia de la versión más limpia que hicieron en 2007, con Denisse Santos cantando-.
Casi siempre surge como un himno noise, de rock electrónico y de paradojas en el que Santos canta sobre los intentos y derrotas: "Casi siempre intento que la vida no me falle / Casi siempre intento caminar y no matarme / Creo que nunca quisiera perderte por mi parte / pero con mi suerte lo perderé todo".
Nuevamente, esta versión original -más en clave industrial- esconde la densidad lírica en una suerte de festejo. La misma banda, en Lado C, la revisitaría exponiendo el espíritu de catástrofe que tiene.
Metalmecanicals y Secretaria 7/4 son canciones en las que la letra está de más. Están ahí para generar estados de ánimo y poner en evidencia la fascinación del grupo por las texturas y los ritmos.
Si hay algo que se puede agradecer a Can Can es esa capacidad mística para saber con qué tema cerrar sus discos. Pequeño can, en Caos, es una prueba de aquello, sin duda.
Y aquí, con Puedo Ver, no hay mucho más que decir. Intimidad pura y un sonido que captura cierta distancia y fragilidad. Un cierre perfecto, que obliga a regresar al primer tema y presionar "play". Escuchar todo de nuevo.
Caminar una vez más por esos 45 minutos. Vale la pena hacerlo.
Puede escuchar el disco aquí:
Otras recomendaciones
"Cabal", de Munn
Cinco años después de Aquí / Ahora llegan los primeros sonidos de un tercer disco de la banda que, como pocas, consigue mezclar música electrónica con frecuencias experimentales. "¿Será posible transformar / salir del juego?", canta Mariela Espinosa en Cabal, un tema que se va tensando a medida que avanza, hasta implosionar en un juego de voces que dan sosiego: como si todo fuera un sueño, ¿o no? Casi seis minutos de perfección sónica.
"Sol de invierno", de Quixosis
En este nuevo álbum del productor y artista Daniel Lofredo Rota, más conocido como Quixosis, lo que manda es el beat. Pero también la necesidad de mezclar todas las estéticas posibles, desde el dub al reggaetón. Esto va a generar sospechas y cierta intranquilidad, que deben ser las mejores razones para dejarse llevar por los ritmos y moverse. Quizás bailar no sea solo un ejercicio de liberación y eso es lo mágico aquí.
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