Un 'viaje sin regreso', Agustina Bazterrica y Santiago Vizcaíno en las recomendaciones literarias para la semana
Portada de 'Viaje sin regreso', de varios autores
PRIMICIAS
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Viaje sin regreso
Varios autores
Planeta, 2019
213 páginas
USD 13
Hay una diferencia obvia entre una investigación periodística que da origen a una plataforma digital multiformato y lo que pasa cuando los datos se trasladan a un libro. Cuando un lector o lectora —incluso a pesar de haber consumido Frontera cautiva en su totalidad— se enfrenta al negro sobre blanco, la relación es más cercana, impacta más.
Viaje sin regreso es un libro que viene acompañado de la frase: "historia íntima del asesinato de tres periodistas ecuatorianos en Colombia". Y esa premisa se cumple con creces.
A esta altura del partido es imposible que exista alguien en Ecuador que no conozca —desde la generalidad, al menos— que este libro se refiere al asesinato de Paul Rivas, Javier Ortega y Efraín Segarra, en Colombia, luego de semanas de cautiverio, en 2018. Pues la publicación funciona en varios aspectos alrededor del hecho: como memoria, como información y, quizás, hasta como ajuste de cuentas.
Porque la verdad, cuando es dicha, puede remover las entrañas.
El equipo que participó en la investigación de Frontera cautiva —y que está nominado en una de las categorías del Premio Gabo 2019— está detrás de esta publicación en la que, extrañamente, no aparecen sus nombres. Y esa autoría colectiva se percibe en un libro que, estilísticamente hablando, es diverso.
Esto podría leerse como una desventaja: el trabajo editorial parece haberse enfocado en respetar esas diferencias, antes que unificar el relato —sobre todo para que ciertos datos e inicios de capítulos no se repitan una y otra vez—. No es un grave problema, desde luego. Quien lee el libro comprende con facilidad esta dinámica y la vuelve parte de la experiencia lectora.
Es a partir del capítulo cinco, el que habla sobre la casi liberación del equipo — se sabe que no sucedió, que medios colombianos la publicaron, y que sigue envuelta en contradicciones— en el que Viaje sin regreso entra en un terreno que golpea.
Lo anterior, el contexto necesario para entender los hechos puede perderse en medio de decenas de datos. Deja, eso sí, muy mal parado al gobierno ecuatoriano, al no haber tomado con mucha más responsabilidad las constantes amenazas de alias 'Guacho', antes del secuestro del equipo de diario El Comercio. Esa información se comprende mejor a lo largo del libro gracias a los nuevos detalles que se muestran.
La gran inclusión, a nivel de información, es el resultado del trabajo del Equipo de Seguimiento Especial de la CIDH, que da una serie de detalles que se publican aquí y que permiten aceptar cómo la inacción y negligencia de los gobiernos colombiano y ecuatoriano fueron piezas fundamentales en el desenlace trágico.
Y ni hablar de lo que han hecho para no dar a los familiares de los tres, datos y hechos reales sobre lo que sucedió.
Un gran aporte es lo que hace el artista Alberto Montt al contar, en formato de cómic, la información personal y últimos momentos de Javier Ortega, Efraín Segarra y Paul Rivas antes de viajar a la zona de frontera. Con su particular estilo, Montt canaliza al mejor Joe Sacco y realiza un homenaje sentido hacia ellos y, sobre todo, a sus familiares y amigos.
Cadáver exquisito
Agustina Bazterrica
Alfaguara, 2018
256 páginas
USD 22
Un título perfecto para un libro impecable. Una premisa abrumadora que, de no ser por la maestría de Bazterrica, podría caer en un agujero sin retorno. Un virus en los animales obliga al mundo a deshacerse de toda la fauna existente —sí, incluyendo mascotas... el horror, el horror— y a quién se recurre cuando se trata de comer una buena hamburguesa: pues sí, al mismo ser humano.
Seres humanos criados para ser comidos. El alegato es claro y al mismo tiempo contundente. Tal como sucede en otro tipo de relatos de esta índole, Bazterrica recurre al personaje inconforme, que es parte del sistema y que lo cuestiona. La paradoja es que al ser parte de la misma estructura —Marcos Tejo, nuestro aventurero, trabaja en uno de estos frigoríficos— se debe mover en un terreno mucho más complicado porque no se trata de cambiar las cosas, sino de cómo las cosas cambian a uno mismo.
A Marcos Tejo le dan una mujer. Sí, le entregan una mujer para que vea qué hacer con ella. Como regalarle una mascota o un buen corte de carne. Este gesto delimita la acción, lo que pasa con él y la relación que establece con esta mujer, en función de las normas vigentes y de lo que se espera de alguien en su posición.
Novela ganadora del Premio Clarín de Novela de 2017, en Argentina. El mérito es grande y la lectura un ejercicio que, al menos, permite cuestionar al lector sobre sus costumbres alimenticias. Nunca está de más ese tipo de posibilidades con la literatura.
Taco bajo
Santiago Vizcaíno
La Caída Editorial, 2019
112 páginas
USD 10
El Willy de Complejo —la anterior novela de Vizcaíno— vuelve a la carga en este libro en el que parece renegar de sus deseos e intenciones anteriores, en pos de algo nuevo, algo menos pretenciosos para conseguir una vida de aventuras, en la que ese lado de bajeza y ruindad que él tiene, encuentre su manera de expresarse.
No es que Willy haya decidido ser el villano de la historia, porque ya lo era —el final de Complejo lo dejó claro—. Sin embargo, con el paso del tiempo —y de otra historia que está por contarse— Willy regresa a Ecuador con un cinismo mayor. Vive, las cosas pasan a su alrededor, juega billar, mueve algunas bolas para que otras entren en los agujeros, tal como hace con su vida.
Se trata de ganar, sin un plan específico, sino con ver la disposición de las piezas.
De esta manera, Taco bajo es una historia sobre violencia, criminales, familias, amor y placer. Willy busca su lugar en el mundo, se cae y se levanta. Se lo odia y se lo ama —sobre todo con lo paradójica que es la relación que tiene con Sharon, uno de los mejores puntos que ha desarrollado Vizcaíno para su personaje—. Se lo sigue porque es humano, porque se equivoca y se reinvidica.
Willy no da tregua y Taco bajo es un buen trabajo para seguirle la pista. ¿Qué le deparará el futuro? Solo queda esperar si Santiago Vizcaíno se aventura a seguir contando la historia. Y claro, esperar.
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