Una docena de ministros no ha logrado armar el rompecabezas de la política cultural
En 12 años han pasado 12 ministros por el cargo.
PRIMICIAS
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Las últimas semanas de Raúl Pérez Torres como ministro de Cultura fueron, por decirlo de alguna manera, complejas.
No solo porque la Corporación Red de Espacios Escénicos organizó una Zapateada Nacional por la Cultura, el 18 de junio ,con la que exigieron, entre otras cosas, que se mejoren los procesos de selección de autoridades, así como la aplicación definitiva de la Ley Orgánica de Cultura.
También por los reclamos de escritoras por el uso de sus textos para publicaciones hechas en el marco del Plan Nacional de Lectura, sin que les avisaran y sin que les pagaran derechos de autor.
Así como por la última actividad pública de Pérez Torres como ministro, en una comparecencia ante la Comisión de Educación de la Asamblea, donde fue cuestionado por no aplicar la Ley de Cultura. Él lo justificó por problemas en el reglamento.
“Se saltan la ley —dijo en su intervención la asambleísta socialcristiana Dallyana Passailaigue —, sin tener ninguna facultad. (...) ¿Cómo puede considerar inconstitucional un reglamento y dejarlo sin efecto sin tener la competencia? Si eso es solo competencia de la Corte. Ha mencionado hace un momento que decidieron no acatarlo. Quisiera saber con qué argumento hacen eso si, evidentemente, esto no es legal”.
Resulta evidente el estado en el que se encuentra el que, se supone, debería ser el ente rector de la cultura del país.
Luego de 12 años y de 12 ministros —contando con el actual, así como con funcionarios encargados temporalmente de la cartera— no existe una idea clara sobre la política cultural que lo mueve, así como de los procesos.
Gestoras y académicas como Mónica Varea, Mariana Andrade y Paola de la Vega dan, en el siguiente video, su perspectiva sobre cómo ven al Ministerio de Cultura:
Quizás lo que dificulta un mejor manejo de la cultura tiene que ver con la idiosincrasia nacional y con la forma cómo se ha trabajado esa área desde hace más de 40 años.
“La cultura no está dentro de la agenda del Estado central, así de fácil”, dice la académica Paola de la Vega, quien es la Coordinadora de la Maestría En Gestión Cultural y Políticas Culturales de la Universidad Andina Simón Bolívar.
Para Paola de la Vega es importante que se promuevan otro tipo de relaciones en el área cultural, ya que el Estado no lo puede controlar todo.
“Ese es un problema serio”, asegura.
“Vivimos del populismo y de aferrarnos a los cargos públicos —dice Mónica Varea, escritora y propietaria de la Librería Rayuela —.
La gente llega a un Ministerio y es como que agarró el cielo con las manos. Se aferran a los cargos públicos y entonces tienen que buscarse más cosas por hacer y así justificar el hecho de recibir un sueldo del Estado”.
Esas perspectivas no son las únicas.
Hay otras visiones alrededor de la situación de las industrias culturales y del Ministerio y, en el caso ecuatoriano, eso incluye la existencia de una institución que parece funcionar como una estructura paralela: La Casa de la Cultura Ecuatoriana.
El pantanoso terreno cultural
¿El Ministerio de Cultura está en problemas? ¿Debería desaparecer? La respuesta inmediata es no.
La respuesta a fuego medio es que si no hay una mejora considerable, ese sería su destino,
“¿Están las instituciones del Estado ecuatoriano, dedicadas al fomento o encargadas de la cultura destinadas al fracaso? ¿Al espectáculo?” se pregunta Mariana Andrade, directora ejecutiva de la Organización Cultural Ochoymedio.
Ni siquiera se puede pensar una respuesta demasiado distante en el tiempo.
Pero después de 12 años, la pregunta no deja de ser pertinente.
En el siguiente video hacemos un recorrido sobre algunas de las iniciativas y proyectos realizados por cada uno de los ministros y ministras que han pasado por el despacho de Cultura.
El Ministerio de Cultura fue creado a través de Decreto Ejecutivo número 5, de Rafael Correa Delgado, el 15 de enero de 2007, que se publicó en el Registro Oficial el 14 de febrero del mismo año.
El primer artículo del documento dice: “declarar como política de Estado el desarrollo cultural del país”.
Este no es el único ministerio del ramo en la región. Casi todos los países sudamericanos lo tienen y al menos ese dato sí puede poner en evidencia la relevancia de que exista uno en Ecuador:
Figuras como Fernando Savater, Fernando Trueba y Juan Marsé —en España— han convenido en la necesidad de tener un ministerio de Cultura — “bien gestionado”, como aseguró Savater al medio El Cultural, en 2011— y en lo nefasto que sería perder un espacio así.
La periodista y —un tanto polémica— política española Marta Rivera de la Cruz inició su artículo ¿Por qué un ministerio de Cultura?, publicado en 2016, con la siguiente anécdota: “Tras finalizar la guerra, Churchill se reunió con los miembros de su gabinete para encarar la recuperación de un país devastado. Uno de sus ministros presentó un plan para recortar drásticamente las partidas dedicadas a Cultura, y él lo rechazó: ‘¿Para qué se supone entonces que hemos hecho esta guerra?’. Sir Winston entendía que descapitalizar al país culturalmente supondría otro golpe a su moral”.
Mariana Andrade entra al cuadro nuevamente y hace otra pregunta: “¿Hay algo que se pueda hacer en estos momentos, con una generación que sí ha creído que debe funcionar lo público, que la cultura debe tener un marco y normativa y el Estado herramientas para nuestro sector?”.
Desde el interior del Ministerio de Cultura se asume que los problemas que se han repetido en varias gestiones tienen que ver con cinco situaciones:
- La inestabilidad en los equipos de trabajo, porque cada vez que llega una cabeza nueva, trae a su propia gente. Así se interrumpe la posibilidad de mejorar procesos.
- La nula definición de lo que se entiende por Cultura, desde el Estado. Que se manifiesta a través de una Dirección de Gestión Cultural, adscrita a la Presidencia, y que para muchos gestores existe como otro organismo enfocado a la cultura, con un presupuesto y planes propios.
- Las agendas personales de las autoridades de turno —“Estas agendas propias que tienen que ver con cómo llego a otro poder, cuál es mi cargo después de esto. Y no es qué voy a hacer por la cultura. Siempre estoy pensando cuál va a ser mi siguiente puesto”, asegura una funcionaria del Ministerio, que prefiere mantener su nombre en el anonimato—.
- Falta de conocimiento alrededor de conceptos básicos de la cultura, lo que dificulta que los procesos sean realizados con rapidez.
- La disputa interna de poderes, entre departamentos y entre la parte técnica y administrativa, que pone de manifiesto la incapacidad de ver al Ministerio como un todo.
Ministro fuera, ministro adentro
La totalidad de las personas consultadas para este reportaje concuerdan en definir a la gestión de Raúl Pérez Torres como la peor que ha tenido el Ministerio de Cultura en los últimos años.
Entre las polémicas, la no aplicación de la Ley de Cultura, así como una serie de proyectos y procesos que no han tenido la claridad necesaria en su desarrollo, el malestar ante el ente que debería regir el Sistema Nacional de Cultura —como lo exige la ley que todavía no se ha utilizado en el sector— es grande.
La Zapateada Nacional por las Artes y la Cultura, del pasado 18 de junio, mostró la desazón entre los gestores.
En el siguiente video, Javier Cevallos —uno de los organizadores de la acción de protesta— cuenta las razones que los llevaron a realizarla.
Juan Fernando Velasco, el nuevo ministro de Cultura, ingresó a su despacho el pasado viernes 28 de junio. Y la mañana del miércoles 3 de julio fue posesionado por el presidente Lenín Moreno.
Los retos que tiene son muchos y al menos, ante sus primeras declaraciones —entre las que ha asegurado que revisará los procesos existentes y que buscará aplicar la Ley de Cultura— y los contactos que ha tenido con gestores y artistas de diferentes áreas, queda la sensación de que algo mejor podría suceder.
O quizás este sea un momento de calma ante lo que pasó antes y hayamos ingresado en un compás de espera, para darle algo de tiempo para que se asiente en el puesto y puedan verse los resultados de su gestión.
Sin embargo, eso no detiene el rechazo a Pérez Torres. Porque incluso ya fuera del puesto, hay posiciones de parte de algunos gestores culturales que podrían ir creciendo en los próximos días.
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