'The Boys', la serie de televisión que desmitifica a los superhéroes
Homelander —interpretado por Anthony Starr— es el psicópata líder de Los Siete, en la serie 'The Boys'.
Amazon Prime
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Es probable que un personaje como Homelander —un Anthony Starr capaz de robarse todas las escenas en las que participa— llegue, en un futuro no muy lejano, a ser uno de los villanos más complejos, desagradables y atractivos que se haya visto en un proyecto audiovisual.
Homelander es como si Hannibal Lecter no comiera carne humana y tuviera superpoderes.
Seduce, encanta, cuando las cámaras gritan "acción" sabe qué hacer. Salva a la gente... cuando necesita hacerlo. Él es amado por todos. Fuera de la vista pública es un tipo manipulador, un ser obsesivo, con parafilias, capaz de hacer lo que sea, si se trata de mantener su nivel de estatus: incluso matar.
Homelander disfruta cuando despedaza un cuerpo, se nota. No tiene ningún tipo de emoción que lo una a la humanidad. Es el villano perfecto, mezcla de Superman, Capitán América y Ted Bundy.
La premisa de The Boys es sencilla: ¿qué tal si la Liga de la Justicia estuviera formada por seres despreciables? Pues harán cosas terribles y en esta serie de Amazon Prime -basada en el comic escrito por Garth Ennis y por el ilustrador Darick Robertson-, las hacen.
Y las olas que generan obligan a que un grupo de personas aparezca, dispuestos a hacer lo que sea para acabar con estos individuos que no son lo que representan.
The Boys son estos tipos que armados con ingenio, planes a medio crear y suerte, tratan de dar el merecido a este grupo llamado Los Siete, los superhéroes más importantes y comandados por Homelander.
La serie creada por Eric Kripke, con producción de Evan Goldberg y Seth Rogen -quienes también han llevado a la televisión Preacher, otro comic de Garth Ennis- es un producto que, desde la paradoja, llega incluso a criticarse. En plena época de sobresaturación por el cine de superhéroes, aparece esta serie a burlarse de estos universos.
Habla de las consecuencias sociales de que existan seres así, y al menos tiempo consiguen echar en cara lo que pasa cuando los superhéroes -o personas poderosas- lo controlan todo.
Hay intereses económicos, un deseo por un conflicto bélico para justificar la existencia de los héroes, sacrificio de inocentes, uso de la religión como arma de coerción, marketing, venta de productos, presencia en medios... todo.
Es tan fácil encontrar ecos de Trump en Homelander. Tan fácil.
Y ni hablar del grupo que combate a los héroes, quienes deben llegar a los mismos niveles de engaño y violencia, solo para detenerlos.
The Boys no están bien de la cabeza, sobre todo Billy Butcher, su líder —un Karl Urban fuera de sus cabales casi todo el tiempo—, que es casi una versión de Homelander, sin poderes y con todos los problemas mentales posibles.
La crítica y la mirada ácida toca al espectador, especialmente en esta época en la que no hay posibilidad de ver con ingenuidad lo que empresas como Marvel consigue, desde transformar la manera que se consume el cine, hasta generar ansiedad por sus anuncios.
En The Boys se despedazan cuerpos, cráneo, niños mueren. El sexo puede ser otra evidencia de poder y de muerte.
Los superhéroes acosan y abusan sexualmente a otros, abandonan a sus seres queridos, son adictos a drogas, violentos, no respetan la privacidad de otros.
¿Lo mejor? Los llamados a acabar con su reino de marketing y control, tampoco son seres enteros: timan a gente querida, son capaces de destrozar a otros, de dejar que gente muera para conseguir algo, se mueven con una idea muy básica de venganza.
Es probable, que dentro de esa dinámica, la humanidad nunca haya estado mejor representada. Toda la primera temporada está disponible por Amazon Prime, quien ya ha confirmado la segunda temporada.
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