Arte, risas y amor por los perritos en el Teatro Victoria de Quito
El teatro Victoria es 'pet friendly'. Tiene dos 'niños', como les dice la directora a Bimbo y Esperancita, que interactúan con los asistentes a las obras.
Andrea Sánchez y Yuberth Inapanta se toman una foto con Bimbo al final de la obra teatral.
Gabriela Jiménez / Primicias
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Una función de gala se vivió en el Teatro Victoria, en Quito. Con la intención de retomar la importancia de acudir a una obra de teatro, el sábado 16 de septiembre los asistentes a ‘La importancia de llamarse Ernesto’ llegaron con vestidos, camisas y ternos.
A reírse y disfrutar
El director de la obra recordó: Al ser una comedia, está permitido reírse. Y así lo hizo el público. Las dos horas en que los actores se desenvolvieron por el escenario sacaron risas y aplausos.
Allí, cerca de las tablas, estaban Bimbo y Esperancita, dos perritos que forman parte del día a día de los actores del Teatro Victoria y de la Escuela de formación profesional en Teatro Musical, EIFA.
María del Carmen Calderón, directora de EIFA, cuenta que Bimbo y Esperancita son la parte más tierna de la historia del teatro y la escuela, que ya tiene seis años.
Bimbo 'canta' y 'actúa'
Bimbo, un perro schnauzer de cinco años, es el anfitrión del teatro. Llegó cuando era un cachorro, poco después de la apertura de la escuela.
Acostumbrado a la gente y a la música, “se sienta en las butacas y escucha los conciertos, le gustan las obras y los aplausos”, dice Calderón, que siempre tiene a Bimbo vestido con algún detalle teatral.
Algo muy “sui generis”, relata la directora y también artista plástica, es que en el teatro hay un coro de adultos mayores. Y como Bimbo escucha los ejercicios que hacen previo al canto, emula los sonidos que hacen los cantantes, con aullidos cortos.
En ‘La importancia de llamarse Ernesto’, Bimbo tiene un papel en el que interpreta al perro Algernón. Aunque su paso por las tablas es breve, él mantiene el protagonismo en la sala del teatro.
Recibió a los asistentes en el pasillo, paseó y se tomó fotos con todos quienes se le acercaron. Además, paseó por las butacas, sin ladrar, como supervisando la función.
Esperancita encontró la paz en las tablas
Es una perrita grande, atigrada y tímida. Es porque fue una “niña maltratada”, explica Calderón.
Los integrantes del teatro conocieron a Esperancita en 2020, cuando, en pandemia, se les ocurrió hacer un programa de perritos llamado ‘Perro por supuesto’.
Fue en estos programas que conocieron las intensas y sacrificadas actividades de los refugios de animales, que llegan a tener hasta 300 perros.
“(En octubre de 2020) fuimos a entrevistarlos y nos asombró lo que hacían. Ese día, Esperancita, a pesar de ser temerosa, me ofreció su pancita para que la acaricie, nos llenó de ternura”, relata Calderón.
Pasaron tres meses y Esperancita no tuvo ofertas de adopción. Entonces, en Navidad, Juan Pablo Acosta, director artístico, y Calderón, decidieron hacerla parte de la familia del teatro Victoria.
Ella aún no es tan abierta con la gente como Bimbo, pero también luce trajes y pasea por las tablas mientras los actores ensayan y presentan sus obras.
“Se llama así porque tuvieron que reconstruir su cadera por los golpes que recibió cuando vivía en la calle. Ahora ella y Bimbo son uno solo y nos dan felicidad y risas”, añade.
Ese día sábado, la obra terminó con el público feliz. Por la jocosa historia de ‘Ernesto’, y por el cariño de los perritos al final del teatro.
Ayuda a los animales
El teatro Victoria es ‘pet friendly’. En octubre realizarán un evento en el que todo lo recaudado será para ayudar a tres refugios de animales.
El nuevo periodo de EIFA comenzará en octubre. Desde ahora entregarán títulos de tercer nivel.
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