'Tarasca', ese conjunto de monstruos en los cuentos de Katerine Ortega
En su libro, Katerine Ortega apuesta por el relato corto como un espacio para lo fantástico, lo sorprendente y lo extraño, así como una ventana para dialogar con una tradición literaria que incluye a lo nacional.
'Tarasca' es el libro de cuentos cortos que Katerine Ortega publicó en 2020.
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"Tarasca" no es una palabra que se use comúnmente en el día a día de quienes hablan en español en este país. Pero está ahí. Una de sus definiciones en el diccionario resulta precisa. Y solo con leerla se ingresa en otro nivel de lo que Katerine Ortega ha buscado en su libro de relatos.
La palabra hace referencia a una "persona o cosa temible por causar grandes daños y gastos o por su voracidad". Solo con esa explicación ya hay un tono.
Uno que se va revelando a lo largo de los 14 relatos que conforman Tarasca (K-oz Editorial, 2020). En los que hay tanto de fantasía, como de extrañeza y suspenso.
Tarasca no busca transformar nada, solo quiere mantener el sentido del cuento como el acto de narrar algo que funciona, de una forma adecuada.
Esta forma tiene que ver con la corta extensión de los cuentos. Con el hecho de que son universos mucho más complejos de lo que parecen. Porque en realidad Ortega solo tiene que definir un par de conceptos o descripciones y eso es suficiente. Hay mucho más por debajo de lo que ella escribe.
Por eso en el libro hay textos en los que las palabras dejan de existir y en los que un elixir alquímico se vuelve mercancía peligrosa. Aquí, los fantasmas son ramificaciones de miedos y aspiraciones.
Estos son relatos que se mantienen dentro de una tradición literaria de largo recorrido. En los que aquello que no se puede explicar es la normalidad para los personajes y monstruos que habitan las historias. Y es justamente en esas puestas en escena, y con el manejo del tiempo en su narrativa, que todo adquiere sentido.
Katerine Ortega parece tomar mucho de Cortázar o de la forma en que Ana María Shua crea sus universos fantásticos. El resultado es un libro en los que los relatos cuentan lo necesario y en los que los personajes se enfrentan a esa voracidad que los amenaza.
Una escritura que se cruza con lo local
No hay manera de ubicar estos cuentos en un lugar determinado. Su "país" es la propia literatura. Es una característica más.
Aunque esto no es del todo cierto, ya que sí aparecen ciudades reales siendo referenciadas en algunos relatos. Estas versiones literarias no tienen manera de asirse a la realidad. Solo hay un espíritu que le permite, a quien lee el libro, establecer un contacto tangencial con lo real, con lo próximo.
Eso es de una ayuda brutal.
Así Tarasca aparece como otra forma de explorar la idea de lo fantástico anclada a cierta idiosincrasia de Ecuador, o a una tradición literaria del país. Porque, no hay manera de no unir esos puntos en común entre su cuento Periódico y Un hombre muerto a puntapiés, de Pablo Palacio, por ejemplo.
O cierta sensación de ruralidad fantástica, que remite a lo que pueden ser pueblos de la Sierra, como pasa en Memoria.
Con La lista azul se activan otros mecanismos o posibilidades, que encuentran respuesta en una especie de ciudad que, sin ser descrita, suena a algo que se puede reconocer.
Y ni hablar de cuando la venganza gratuita y la sorpresa se inflaman en universidades y en calles que reverberan como las de Quito, como en Carolina.
La autora, al ubicar sus relatos en espacios que podrían ser comunes para muchas personas, solo permite que el efecto sea mayor. Sea cual sea la apuesta, ya sea en el terreno del horror, de lo absurdo o de lo raro. Tarasca es un libro voraz, que más que revolucionar algo, solo quiere que quien lo lea entre en estas habitaciones.
En las que hay seres a los que les pasan cosas que no tienen explicación directa, pero que pueden ser personas que se conozcan de cerca.
Tarasca
Katerine Ortega
K-Oz Editorial, 2020
70 páginas
USD 10
Se lo puede conseguir en Librería Cosmonauta (en Quito) o en contacto con la escritora
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