'Sumergible', un thriller que mantiene la tensión desde el primer minuto
La nueva película de Alfredo León se sostiene con cuatro personajes en una sola locación. Es un thriller que acepta cómo el género debe manejarse en Latinoamérica.
En un poco más de 80 minutos, 'Sumergible' se resuelve como un ejercicio de suspenso que pone al espectador atento a todo lo que sucede en la pantalla.
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No hay un punto de arranque. En realidad Sumergible da casi nada de tiempo para colocarse el cinturón de seguridad. Lo que se supone es una máxima sobre cómo contar una historia en el cine -plantear el escenario, los personajes y ofrecer detalles para el conflicto que se va a desarrollar- aquí tiene poco que ver.
Solo una escena inicial de créditos ofrece la información necesaria para comprender el contexto de Sumergible.
Narcotráfico y el uso de embarcaciones hechas artesanalmente para trasladar los bloques de cocaína de un país a otro, utilizando el océano. Una de las formas para mover el negocio.
Con eso claro, el filme de Alfredo León da inicio. Y este sumergible ya está en trayecto, con tres tripulantes y hay -como se puede esperar tanto en ficción como en la realidad- un problema en el viaje y deben actuar porque se debe llegar al destino, sin importar la forma.
Hay un peligro que acecha todo el tiempo. Si no es el agua, es el mundo en el que estos tripulantes están inmersos.
Con un guion coescrito entre el propio León y Daniela Granja, Sumergible es de una precisión brutal, a pesar de sus propias condiciones narrativas: el 98% del filme sucede en una sola locación y todo se mueve en la forma en que interactúan los cuatro personajes.
Están Félix -Leynar Gómez-, como el responsable del cargamento; Aquiles -José Restrepo-, el capitán del sumergible; el Viejo Kléber -Carlos Valencia- el “ingeniero” del equipo, que se encarga de que todo funcione, y La Reina / Angie -Natalia Reyes- una de las dos mujeres que aparecen en medio de la mercancía y que también eran parte de la entrega, sin que ellos lo supieran.
Apenas la primera situación de peligro los obliga a sacar la droga del compartimento en el que estaba para nivelar la nave, el grupo descubre a las mujeres. Este no va a ser uno de los tantos viajes que han hecho. Se sabe.
La claustrofobia se vence con el sonido
Si hay algo que sabe hacer Alfredo León es correr riesgos al contar una historia. Eso, como espectador, se agradece. Ya lo demostró cuando presentó Mono con gallinas, en 2013. En la que hizo una historia de época, sobre la guerra entre Ecuador y Perú en 1941, en la que se produce un giro importante que obliga a pensar en cómo este tipo de películas pueden hacerse en Latinoamérica.
León se propone hacer un género y lo controla, pero al mismo tiempo lo saca de ahí, como si comprendiera que una película de guerra o un thriller, en esta parte del planeta, no puede regirse al lugar común que se espera de una película de esas características, hechas en Hollywood, por ejemplo.
León entiende ese elemento que le da, en esta caso, identidad a Sumergible. Cada personaje es su propio universo, se mueve a su propio vaivén, como la marea -algo que la fotografía de Daniel Avilés Escobar consigue representar a la perfección con un constante balanceo, que deja en claro la inestabilidad del viaje, de esas cuatro vidas-.
Félix, Aquiles, Kléber y La Reina esconden algo. Son víctimas de sus acciones y de las acciones de otros. Y nunca, en su totalidad, este grupo sabrá qué es lo que está pasando en esa nave. Este es un thriller y se resolverá de alguna forma. Pero, es un thriller hecho en Latinoamérica. La resolución, quizás, viene empaquetada de otra manera.
Suceden varias cosas que lanzan pistas, miradas y silencios que dan respuesta.
Y si bien hay diálogo y mucho, existe un solo momento en el que dos personajes consiguen generar un contacto. Siempre es bueno ver al maravilloso Carlos Valencia ser esa especie de hombre golpeado y duro, capaz de mostrar una vulnerabilidad mayúscula.
¿Lo mejor? La duda que incluso esa vulnerabilidad deja en quien ve la película. Quizás en un thriller latinoamericano nadie sabe para quién trabaja.
El agua está ahí, se ve, gotea al interior. Hay océano, en una de las escenas que el afiche del filme refleja muy bien. Pero lo más importante es la forma en que Sumergible vence la idea de que todo sucede en un lugar pequeño, cerrado, claustrofóbico: el sonido.
La inmersión es una experiencia que entra por los oídos y el trabajo de Esteban Brauer y Juan José Luzuriaga en la mezcla sonora es lo que permite que se comprenda la situación y, al mismo tiempo, se entre en un terreno en que el filme supere sus propias normas espaciales.
Sumergible no necesita moraleja, no necesita un cierre que sea satisfactorio para todo el mundo. Lo que necesita es lo que da: un punto de llegada. Porque no importa dónde se inicia el viaje, importa el recorrido y hacia dónde lleva este.
Por eso es que al final, mientras se ven las últimas imágenes y aparecen los créditos, suena una versión de Solo, de Rocola Bacalao, cantada por Ricardo Pita. Nunca una canción resultó tan perfecta para cuando un filme cierra sus cortinas y devuelve a los espectadores a tierra firme.
La película se puede ver en salas de cine y por Video on demand a través de la plataforma Touché Premiere.
Sumergible
Dir: Alfredo León León
Guion: Alfredo León León y Daniela Granja
Elenco: Natalia Reyes, Carlos Valencia, Leynar Gómez y José Restrepo
Boom en Cuadro Producciones, Proyección Films, Carnaval Cine, Touché Films, 2020
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