Stornaiolo, Flea y Flannery O'Connor: libros imperdibles para esta semana
Cuentos de la gran escritora norteamericana y relatos en una nueva publicación de la autora quiteña. Así como una autobiografía intensa: las lecturas para esta semana.
'Facilona' es el quinto libro que publica Silvia Stornaiolo.
PRIMICIAS
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Facilona
Silvia Stornaiolo
Cactus Pink, 2020
150 páginas
USD 15
Los cuentos que integran este, el quinto libro de Silvia Stornaiolo, son textos en los que los personajes femeninos se desenvuelven en mundos enteramente masculinos. Ambientes en contra, que sofocan.
Cualquier gesto y acción, incluso aquellas que hablan de decisión individual, de deseo y de libertad, se pueden comprender en un contexto donde ellas, las mujeres, están a merced de las acciones, ganas e ideas de los hombres.
De ahí el título de la colección, casi como un adjetivo que desde un grupo de WhatsApp de amigos se puede lanzar a una mujer. Oh sí, divertido.
Un título que se sostiene por el último relato, que podría considerarse una novela corta —solo por su extensión— . Es justamente un texto doloroso y directo a la cara, que empieza con una mujer que, en contra de su voluntad —y en total soledad— se ve obligada a abortar.
Stornaiolo no entra en moralismos aquí. Sí en el hecho de que las decisiones de este tipo se sostienen desde la imposición o la amenaza.
Por eso sus historias no son espacios de liberación. En realidad son prisiones: la familia, la imagen personal, la sociedad, las relaciones, el contacto sexual, lo que se espera que una mujer haga o sienta.
Con cuentos directos y poderosos —como Oreja sucia y Somos, quizás los mejores de la colección— Facilona es un libro que no da tregua. Quizás ese ahogo que produce leerlo sea parte de su encanto.
Acid for the children
Flea
GCP, 2019
400 páginas
USD 14,99 (vía Amazon)
El bajista de los Red Hot Chili Peppers se lanza a la escritura y el resultado es encantador. Michael Balzary, más conocido como Flea, escribe su vida, sus consumos culturales, su relación con la música y su contacto con sustancias ilegales con total desparpajo.
Pero con una firme reflexión.
Flea no endulza su niñez —su idílica vida australiana, el viaje a Estados Unidos, la separación de sus padres, la aparición de su padrastro músico y su inestabilidad emocional—. Ni habla de su adolescencia desde el idilio.
Lo que hace es analizar mientras cuenta. Recapitula con criticidad y decide rendir tributo a sus amores en general. Esa gente, familia y amigos que lo ayudaron. Gente que murió de forma violenta, que sigue ahí o que ya no está.
Al recuperar sus muertos, él descubre la suerte que tuvo.
Porque —si bien no tiene empacho en hablar de diversos tipos de drogas y lo que hicieron con él— es capaz de referirse a sí mismo como alguien que supo cómo no hacerse adicto. Pero que vio en la adicción el sufrimiento de gente cercana.
De ahí el título de la autobiografía.
Un documento de particular interés para los fanáticos de su banda. Jack Irons, Hillel Slovak —fundadores de los Chili Peppers— junto a John Frusciante aparecen en estas páginas. Pero es sin duda la presencia de Anthony Kiedis la que más peso tiene.
En las páginas más sentidas del libro, Flea define su amistad de una manera abrupta y deja en claro el tipo de compromiso entre ambos.
Esa, la relación amorosa más estable de sus vidas.
Kiedes ha tenido con él las más grandes manifestaciones de amor y afecto, así como las más viles y miserables. Así es la vida. Y ya.
Cuentos completos
Flannery O'Connor
Lumen, 2010
839 páginas
USD 6,99 (edición Kindle)
La obra de Flannery O'Connor, en términos numéricos, se puede sintetizar en dos novelas y en una lista gigante de cuentos que, en esta edición, están reunidos.
Textos con un gran poder, que desafían al no dejar nada sencillo. Porque O'Connor se mueve por las oraciones como si no quisiera decir lo que quiere decir. Pero, en alguna punto del relato, lo dice, lo aclara, lo deja sobre la mesa.
Eso es maestría.
Es como si consiguiera atormentar, incluso cuando está contando cómo un abuelo prepara con su nieto un viaje a Atlanta. Algo duro va a pasar, es inevitable pensarlo y eso consigue que se avance el relato con el corazón en la boca.
Casi nadie puede conseguir eso, una tensión providencial.
O'Connor vivió poco —falleció a los 39 años como consecuencia del lupus que padeció—, y quizás en esa conciencia de final y de malestar físico radica la fuerza de su obra.
Sus personajes son imperfectos, moralmente reprochables e incapaces de evitar que la violencia les caiga de golpe.
Por eso es que sus cuentos, más que doler, construyen con especificidad un imperio de suciedades, donde hay racismo, sexismo, violencia y siempre una conciencia de que la vida continúa, sin importar acciones, hechos y consecuencias.
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