Roxana Landívar rompe con todo para hacer poesía
Roxana Landívar presenta un poemario sobre la necesidad de la ruptura como mecanismo de encuentro.
Diego Corrales / PRIMICIAS
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Quizá la idea sea de que salir del dolor solo se consigue con algo más de dolor. O el hecho de aceptar que detrás de cualquier acto humano habrá un componente de violencia.
O alguna complicación. Como se produce al salir de un espacio para buscar el propio, lo que sin duda va a generar algún tipo de malestar. Ni hablar cuando se habla de transformar esa experiencia en material de poesía.
Que, en el fondo, va a darle espacio a una forma de dolor, un dolor que se procesa, que se escribe, que se asienta.
Roxana Landívar presenta un poemario que, como lo define María Auxiliadora Balladares en el texto introductorio, “nos plantea una reflexión en torno a lo que significa la escritura como gesto de ruptura”. Y aquí hay un rompimiento con la persona pasada, lo que genera una aproximación distinta a otras vivencias, lugares e ideas.
Fractura Primaria, entonces, es una especie de celebración de lo que significa tomar las propias decisiones y seleccionar un camino. Algo que se percibe en su propia estructura.
Poemas para explicar lo que pasa adentro
El poemario está dividido en tres partes: Fractura, Ciudades cemento y Retratos de mujeres rota. Y en cada una de ellas se avanza por un camino en el que hay pequeños descubrimientos, casi como si se tratara de un silogismo.
Fractura es la primera tesis, la sentencia inicial. Esos deseos y la aceptación de esas rupturas: la familia, la gente cercana, los afectos, la idea de pertenencia y país. “El amor es hermoso porque muere”, dice la voz en Muerte a la musa.
Un rompimiento con las propias ganas y aspiraciones. Incluida la misma escritura.
En Aclaración -el primero de los poemas- la voz lo deja claro:
“No voy a mentir
escribir no me salva
es apenas un leve grito
una mínima pausa”.
Ciudades cemento es la segunda parte, en la que -luego de la ruptura inicial- hay un nuevo terreno, una nueva localización.
“Continúo pretendiendo
vivir aquí
y pareciera
que la ciudad
confabula”
En ese proceso de rompimiento, el poemario de Landívar no ofrece buen puerto de inmediato. Incluso hay que sortear los kilómetros de distancia detrás de abandonar el pasado.
Pero es en Retratos de mujeres rotas donde -desde la dureza de romper con todo para buscar una propia identidad, incluso como escritora- es que se produce la síntesis de todo y la llegada a un espacio mucho más propio. Doloroso, pero propio.
“Soy la fiera domada
la luz arrebatada
el brillo dormido
Y quizás un día de estos
pueda romper la jaula
y salir herida
Pero
al fin
salir”
Dice la voz en Monólogo de alerta, que revela las intenciones finales del poemario.
Que decanta en mujeres escritoras, fuertes, determinantes. Virginia Woolf está por ahí, así como Simone de Beauvoir, como una forma de referencia poderosa, escrita a fuego, para quemar todo.
Al final, Fractura Primaria es la expectativa de lo que está por venir.
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