Vladimiro Rivas, Margo Glantz, Kelver Ax y Diana Zavala en las recomendaciones del domingo
'Relatos reunidos', de Vladimiro Rivas
PRIMICIAS
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Relatos reunidos
Vladimiro Rivas Iturralde
Doble Rosto, 2019
304 páginas
USD 17
Hay algo de azaroso y de arqueológico en un libro que se llame Relatos reunidos, la recopilación de cuentos de una carrera que se extiende por más de cuatro décadas. Y es necesario que suceda de esa manera.
Ya en el prólogo, es el autor quien desentraña muchas de las razones para que una publicación así exista: desde una lógica evolución artística, gracias al paso del tiempo, hasta una mejor comprensión de obsesiones y temas. "Los relatos completos nunca son tales -escribe Vladimiro Rivas Iturralde-: siempre responden a una selección".
Ahí radica la belleza de un libro como este, armado con una revisión profunda de los relatos, donde el azar -qué se queda y qué no- y el espíritu de traer el pasado hacia la actualidad, son el motor principal. La conciencia de un creador que sea capaz de reconocer aquello que puede mejorar siempre es una ventaja para quien lee.
Los 37 cuentos que conforman el libro definen a Rivas Iturralde como el autor que es: el que genera la tensión suficiente para que la lectura sea experiencia única -La bala perdida debe estar en cualquier antología de grandes relatos-.
Es también el escritor que se enfoca en los espacios, en las relaciones de poder o afectivas que se generan, incluso entre seres algo rotos; el artista que muestra ese contacto agresivo entre seres humanos.
En Relatos reunidos salta esa división vital que cruza a Rivas Iturralde, esa conciencia que lo ha convertido en escritor bisagra entre Ecuador y México, país en el que vive. Ese hecho no puede tomarse a la ligera en su libro, porque cada nación funciona como reflejo de la otra.
No hay momento en el que disminuya el interés por esta lectura, no hay cuento que decaiga. Estas son 300 páginas de un libro con el que un autor, nacido hace 75 años en Latacunga, quiere dejar de ser invisible en su país. Quien lee debe cumplir su parte.
La cabellera andante
Margo Glantz
Alfaguara, 2015
199 páginas
USD 4,99 (edición Kindle)
El cabello, el pelo, la cabellera, los vellos. Los datos fluyen en un ir y venir: monstruos como King Kong, gatos y damicelas seducidas por seres llenos de pelos, como entes masculinos superiores. John Travolta, el pavor que daba el pelo como símbolo de lo oscuro, Hemingway como figura del escritor macho con barba... la lista sigue y no se interrumpe.
Lo que hace Margo Glantz es tomar información, cruzarla, generar puntos en común y establecer un discurso que, incluso desde la idea de estar ante un objeto curioso, funciona.
Este es un libro escrito a fines de los 70 y publicado inicialmente en los años 80 con el nombre De la amorosa inclinación a enredarse en cabellos, que revela a una mujer que le da el mismo valor a la perspectiva enciclopédica y a la cultura pop. ¿Qué sería del mundo sin esa mirada?
La cabellera andante es, en sí, un tributo a aquel elemento humano que es parte del día a día, porque todo lo que tiene que ver con la vida se puede revisar desde condicionamientos eróticos, de resistencia, de muerte y de existencia.
Este ensayo (o ensayos reunidos o libro indescifrable, o lo que sea) se lo debe vivir como una experiencia particular, como un recorrido histórico a su manera.
"El cabello determina una forma de ser y de estar en el mundo", dijo la autora en una entrevista en el medio La Jornada. Esa es la forma de ser que el libro revela, sentencia y ayuda a entender.
Su sombra como un mapa. Obra reunida de Kelver Ax
Kelver Ax
Mecánica Giratoria, 2019
264 páginas
USD 20
Kelver Ax no está. Su obra permanece, sus textos poéticos siguen aquí. Este libro, editado por Mecánica giratoria, recoge el trabajo de Ax en los tres libros que publicó entre 2012 y 2016, así como textos inéditos; incluso los finales, como certeza de suicidio minutos antes de que suceda.
Sería tan fácil hablar desde una lectura retrospectiva y encontrar la muerte en cada verso de Kelver Ax, pero esa observación no es justa.
Este tremendo poeta -y gran artista plástico- trabajaba la forma del poema, del lenguaje en sí, para generar una aproximación a sus universos y obsesiones, plagados de crítica, de construcciones y de un humor tan poderoso, que quien lee sus versos no se sorprendería al encontrarse una sonrisa en su rostro:
"4maba a mi sombra
pero se fue kon otro"
"1 poeta es una bacteria en ropa interior"
"El único santo de los PL4N3745
es Saturno,
aunque su aureola lleve al estilo ula ula"
Versos del libro CU4D3RN0 D3 4R3N4, publicado en 2012
"amo
lo que no soy
porque en ellos radica mi riqueza"
De su libro pop-up, publicado en 2014
"La vida es eterna
los cuerpos son los que se van"
De Egragrópilas, de 2016
Ax -cuyo nombre real es Kleber Ajila Vacacela. Sí, "es", en presente- habla de él, de su familia, de situaciones que parece atestiguar, de su concepción sobre lo que es lo poético.
No lo hace como condicionamiento o lamento; más bien parece hacerlo desde un espacio al que muy poca poesía parece dirigirse, incluso ahora, a casi cuatro años de su muerte.
Quizás mejor lo señala Juan José Rodinás, en el texto que escribe para hablar de pop-up, el libro de Ax de 2014:
"El ingenio de Kelver Ax le hizo intuir durante su breve presencia en el mundo de la literatura que, ni el neobarroco religioso y paratáctico tan en boga, ni los poemas sobre café con galletas de la tarde (más en boga aún) eran su camino. El minimalismo cibernético que él descubrió para sí mismo es único en Ecuador".
Morisoñando
Diana Zavala
2019
12 páginas
USD 2,50
La manabita Diana Zavala habla sobre las relaciones truncas, la traición, las distancias y las cercanía virtuales en un cuento en el que, hasta la misma escritura es metáfora.
Una mujer repasa una experiencia amorosa, al mismo tiempo que prepara una bebida, al mismo tiempo que celebra y lamenta, al mismo tiempo que planea.
El relato se mueve por dos lugares geográficos y alrededor de la preparación de una bebida típica de República Dominicana hecha con naranja y leche. Sí, el nombre del cuento sale de aquí.
El uso de la receta también permite a Zavala hablar de otro tipo de organización, de algo que va a pasar y que al final se revela. Más que el lamento de una mujer que se siente traicionada e incapaz de salir del atolladero en el que está, este cuento es un ejercicio de mostrar un orden.
Zavala consigue elevar la experiencia de su obra a través de dos elementos: la estructura y el uso de ilustraciones en este cuento, que consiguen reducir el peso de lo que el personaje central vive, dirigiendo la atención a otros puntos. Es prestidigitación, es acercar la mirada a un lugar que se quiere, para poder realizar el truco, que resulta perfecto.
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