Ringo Starr: el beatle que sigue vigente a los 79 años
Ringo Starr en el centro, en plena celebración de su cumpleaños 79, en Los Angeles. Featuring: Peter Jackson, Sheila E., Richard Lewis, Ringo Starr, David Lynch, Don Was Where: Los Angeles, California, United States When: 07 Jul 2019 Credit: Sheri Determan/WENN.com
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Ringo Starr no deja de brillar. Siempre aparece sonriente en las fotografías, o levantando sus dedos creando una 'V' de victoria. Sigue haciendo conciertos, continúa activo y es el hijo más vivaz de toda la cultura hippie del paz y amor: la sigue pregonando.
Es por eso que, desde 2008, hace de su cumpleaños (cada 7 de julio) una celebración gigante, a la que invita a sus amigos y se dedica a hablar de paz y de amor.
Este año, el Ringo Starr's Peace and love, tuvo su sede principal en Hollywood, en la Vine Street, donde centenares de fanáticos acompañaron al baterista de The Beatles, el pasado domingo. Junto a Starr estaban artistas como Jenny Lewis, David Lynch, Peter Jackson, Sheila E, entre otros.
El resto de celebraciones se realizaron en 29 ciudades, de al menos 24 países en todo el mundo. Nada mal para el beatle de la mirada triste, el tipo de los ojos cristalinos, el de la voz nasal.
Esto porque Ringo es el baterista querido por muchos, que nunca tuvo problemas de beat o de velocidad en la forma de tocar su instrumento.
El beatle feliz, a pesar de todo
Ringo Starr es miel, silicona, masilla epóxica y nadie nunca puede tener malos pensamientos de él. Era el pegamento de The Beatles. Le dio al grupo que nadie más pudo ofrecer: normalidad.
Los conoció y se hicieron amigos en Hamburgo, Alemania, en 1960. Ringo ya era un músico reconocido en el ambiente y había ido al puerto alemán a tocar con su banda de entonces, Rory Storm and the Hurricanes, y estaba ganando bien por dar varios shows en el el mejor local de la ciudad.
Ringo ya se llamaba Ringo por entonces. Había nacido el 7 de julio de 1940 con el nombre de Richard Starkey, hijo de Richard Starkey padre y Elsie Gleave. “Ritchie” como lo llamaron y lo seguirían llamando por mucho tiempo, llegó a un hogar de gente divertida que poco a poco, por las condiciones económicas, se agrietó.
Tenía cinco años cuando sus padres se divorciaron y su madre debió tomar varios empleos —entre ellos, el de camarera— para poder costear la vida de su hijo único. El padre simplemente desapareció.
En Hamburgo era el tipo de ternos de colores pastel, el que cargaba un peinado de teddy boy —cabello largo y peinado de tal forma que atrás parecía terminar como la cola de un pato—, el que sonreía a carcajadas, el que todos querían tener cerca.
Mientras estuvo ahí, Ringo no dejaba de ver a The Beatles en vivo. Se sentía atraído por esa banda que hacía del humor y de la energía la base de su show, en la época en la que no dormían, no comían y no se bañaban porque el rock and roll era exceso: anfetaminas, conciertos de ocho horas, tugurios para dormir (poco) y sexo con strippers.
"Siempre quise tocar con buenos músicos. Punto", dijo alguna vez.
Ringo crecería con la idea de no perderse la vida. Muchas cosas se le pasaron de largo de pequeño porque su infancia no fue la mejor: a duras penas terminó la escuela.
Entre los seis años y los 15 tuvo una serie de enfermedades, desde apendicitis hasta una peritonitis que casi lo mata. A los ocho no sabía leer bien y no podía hacer operaciones matemáticas básicas.
Intentaba volver a estudiar en los lapsos en los que se sentía bien y simplemente no podía ir al ritmo de los demás. Una vecina quiso ayudarle y, para cuando tenía 12, Ritchie consiguió igualarse con sus contemporáneos.
Pero llegó de nuevo la enfermedad para detener el tiempo. En 1953 contrajo tuberculosis y no tuvo más remedio que pasar un par de años internado. En una de esas hospitalizaciones, Ritchie fue invitado por uno de los doctores a ser parte de la banda de los pacientes. ¿La idea? Que hagan algo para no morir de la depresión y aburrimiento. Llegó la batería y nunca más se movió de ella.
Ritchie no tuvo padre, pero tuvo en Harry Graves, el segundo esposo de su mamá, la figura paterna más importante de su vida. Amante de la música, Graves no suponía presión para el joven que se recuperaba de sus afecciones y le permitía escuchar sus discos de jazz a todo volumen, sobre todo, aquellos de Billy Daniel. Ringo empezaba a gestarse.
"Harry fue genial. De él saqué la candidez y amabilidad" le dijo Ringo a Hunter Davies, uno de los tantos biógrafos de The Beatles.
"Recuerdo el momento, estar ahí parado, mirando a John y a George" dijo Paul McCartney a una audiencia de la ceremonia de inclusión de Starr al Rock and Roll of Fame de abril de 2015 al recordar la primera vez que tocaron con él. "Y recuerdo la mirada que teníamos y que decía '¿Qué mierda es esto?'. Y ese momento fue, realmente, el inicio de The Beatles".
El mito llamado Starr
Cuando entró al Rock and Roll Hall of Fame, una serie de bateristas famosos hicieron un video en el que hablaron de él como un maestro en el uso de baquetas y golpear tambores:
—Ringo es el rey del sentimiento — dice Dave Grohl.
—Es un baterista que trabaja para la canción– se apura en decir el gran Jim Keltner.
—Tocaba su batería de una manera única, de una manera creativa – dice Stewart Copeland, baterista de The Police —.
—Él tenía esa capacidad natural para salir con partes rítmicas realmente interesantes, que terminaban siendo ganchos musicales— dice Chad Smith, baterista de los Red Hot Chili Peppers.
Da la impresión de que Ringo no quisiera descansar. Es como si todo ese tiempo que pasó en una cama de hospital lo haya llevado a estar siempre ocupado. A no querer detenerse.
Músico y actor (el histrionismo puro hecho carne y hueso), Starr tuvo un momento bajo en los años 80 debido a una depresión brutal, profundizada por el asesinato de John Lennon en 1980, así como por los excesos de sustancias, especialmente alcohol.
Pero desde los 90, su situación ha mejorado.
Viaja, recibe premios, toca, graba discos, recupera el tiempo con sus hijos y nietos, habla de The Beatles sin una sola pizca de ira, va de Londres a Los Angeles y Montecarlo.
No hay descanso posible para Ringo, el baterista millonario que odia los solos de su instrumento, el barítono con un registro reducido, el amigo de Paul. El tipo zurdo que aprendió a tocar como diestro y que se comió al mundo en el camino.
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