El retorno de Sexores con 'Salamanca': un disco como rito
606 y 2046 son los miembros de la banda Sexores, que lanzaron su nuevo disco "Salamanca".
Sexores
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¿Por dónde se mueve la música, sino es por un camino que refleja la intención de los artistas? Es una forma de verlo, claro está.
La música es también negocio, es compra y venta de música, es ir a conciertos. Es un terreno de fama, de egos, de vistas por YouTube.
Pero, la música es una forma de contemplación, un equilibrio entre lo que se quiere mostrar y cómo los sonidos lo reflejan.
Salamanca entra en ese terreno. Una experiencia sónica particular, acorde con lo que Sexores ha venido haciendo, pero hay un giro perceptible.
Aquí, hay una especie de celebración oscura.
Porque la Salamanca del título hace referencia a este lugar de reunión de mujeres, de las brujas -mujeres que quisieron ser ellas, hacer lo que querían hacer-, en el que buscaban intercambiar conocimiento. Y, como dice la leyenda, se encontraban con el diablo que les enseñaba los caminos del mal.
Salamanca es un disco sobre las mujeres consideradas malas por una sociedad con ideas torpes. Y esto de no deja de tener actualidad.
2046 y 606 -los integrantes de Sexores, quienes producen el disco- hacen un homenaje a las mujeres que son asesinadas por la violencia de género, pero miran hacia el pasado para conseguirlo.
El rito a través de la música
Desde el primero de los 13 temas del disco, la experiencia es la de ingresar a un tipo de acto ritual en el que los sonidos -en su mayoría salidos de cierta sensibilidad moldeada en la música d los años 80- están al servicio de la tensión que se mueve en cada canción.
Incluso cuando 2046 canta -con una voz enterrada en la mezcla- las letras se vuelven otro elemento más dentro de la construcción.
Eso promueve el carácter misterioso del disco.
Algo que se redondea con los pasajes instrumentales, como testigos impávidos de cierto terror.
Esa sensación de rito se sostiene -en mayor o menos medida- en función del avance de los temas. Es al final del trabajo que se produce una sensación de tragedia -presente en el tema Madre, plagado de acordes menores-, que se redondea con Salamanka, el gran cierre.
De esta manera, esa sensación de tragedia se convierte en un triunfo. La voces no se callan.
Experimentar como consigna
Dreampop, synthwave y experimentación sonora. Es como si Salamanca fuese un tipo de conjuro, en formato de disco conceptual. Hay voces que susurran todo el tiempo.
¿Francés? ¿Portugués? ¿Kichwa? ¿Inglés? ¿Español? Los idiomas parecen cruzarse. Del upbeat que se encuentra en Volantia, se puede llegar a un tipo de fuerza casi vengativa como en The Depressing Sounds of the Witch.
De a poco parece llegar una especie de agujero. Hay un viaje en este disco.
Es un tipo de recorrido violento y tenebroso. Puede ser que alcanzan a las brujas y las queman.
Puede ser que ellas se reconfiguran y planean una forma de recuperar lo suyo.
O puede ser que ellas nunca llegaron a perder su voz. Están ahí y este disco las captura. Y eso es lo que nos quieren decir estos músicos: que esa violencia del pasado y del presente no destruye nada, sino que convierte esa nueva materia en canción.
Temas para escuchar una y otra vez: Volantia, Mistress of the Marble Hill y Madre.
Escuche el disco aquí
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