La política ecuatoriana retratada en el cine y los libros
Tres de cinco ejemplos de cómo la política nacional más reciente ha influido en el cine y en la literatura.
PRIMICIAS
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Es un tema recurrente para las obras artísticas. Ya sea como escenario, como ejercicio de crítica, de reflexión o de puesta en evidencia. La política no se escapa al arte, porque todo lo que sucede con el ser humano -especialmente en estos momentos- es político.
Y en Latinoamérica, o precisamente en Ecuador, la política se presta para muchos caminos. No se trata de salvar al Presidente de un ataque terrorista, o de que Harrison Ford recupere el control del Air Force One.
Se trata de comprender las decisiones, entender a los personajes, reflejar el hastío y, quizás, hasta de revelar cierta idiosincrasia. En documentales que muestran campañas políticas y sus resultados -o los ponen en duda-, y en novelas que tratan de mostrar el estado de ciertos personajes y el espacio en el que se desenvuelven, entre el poder nacional y el local.
Las experiencias sociales y políticas de los últimos 15 años ya son parte de la producción artística -en realidad, desde hace mucho tiempo-. Y en esta nota PRIMICIAS hace un repaso por cinco trabajos que, en consonancia con el momento que se vive, son formas de entender lo que ha sido, es y será Ecuador.
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"Ecuatox®", de Santiago Páez
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Ya desde su título existe una vocación de burla, de extremo, de esperpento. Publicada en 2013, la novela de Páez utiliza la ciencia ficción para, en clave de un humor extremo -con una tecnología digna de lo lúgubre que puede llegar a ser Philip K. Dick-, hablar sobre el futuro, sobre el año 2227 y lo que sucede en la Venturosa República Revolucionaria de Novo Ecuador.
Un país dirigido por un cíborg Presidente Correa. El poder continúa bajo un régimen revolucionario y todo el mundo consume agua embotellada, de marca Ecuatox, que viene de zonas de explotación minera. El veneno entra, una y otra vez. Un personaje llega, convencido, hasta que poco a poco empieza a ver las cosas de otra manera.
En el fondo, con un trasfondo irónico, Páez da las pautas para aceptar que ante el poder que quiere una sola verdad como mecanismo de construcción de realidad, siempre queda la revelación. Y, en la literatura, la burla. La burla absoluta.
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"Instantes de campaña", de Tomás Astudillo
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Puede ser, erróneamente, que para muchos este trabajo de Tomás Astudillo sea una pieza de propaganda. Y en función de las creencias que tenga cada espectador o espectadora se entendería el criterio. Pero Instantes de campaña es mucho más complejo de lo que se cree.
Este documental de 2015, muestra -con un acceso impresionante- todo lo que fue la campaña de Rafael Correa para su reelección en 2013. Y consigue algo en el camino. Porque sí, está el apoyo popular, la evidencia de cómo la gente lo estimaba en el momento de registro, pero también está la figura de poder, la fuerza arrolladora de su presencia, esa especie de agujero negro que se chupa todo a su alrededor.
Verlo es importante. Correa no deja nunca su rol de líder o de figura importante. En el documental de Astudillo ya no hay persona -aunque ese sea el objetivo del trabajo- solo existe un personaje que asumió su existencia para algo mayor. Para bien o para mal, desde luego. Que el trabajo sea en blanco y negro busca darle un poco más de intimidad y menos definición partidista a la película, pero con una figura como Correa, eso es imposible.
La película es él. Todo es él.
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"Descartable", de Andrés León
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El poder local es sujeto de escrutinio, tangencialmente, en esta primera novela del guayaquileño Andrés León. Es época electoral y un alcalde -que lleva mucho tiempo en el puesto- busca su reelección. Y en su equipo está Héctor, el personaje central de una historia en la que su vida personal se está transformando, a la par que él busca un cambio en el lugar en el que trabaja.
No hay crítica en sí, pero León es capaz de retratar cómo se construyen las relaciones de poder y cómo se fraguan, al mismo tiempo que Héctor se mueve en un terreno de “camisetazos emocionales” con distintas parejas. La idea es encontrar el lugar de pertenencia.
Y en ese sentido, Descartable funciona. No como reflejo, ni como revelación. Sí como la manera en que el cambio y la transformación -tanto en lo individual como en lo colectivo, lo personal y lo político- importan y son necesarios.
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"Propagandia", de Carlos Andrés Vera
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Así como algunas podrían acusar de propaganda a Instantes de campaña, otras -de una tendencia política distinta- podrían decir lo mismo de este minucioso trabajo de Carlos Andrés Vera. Y eso es no entender las dimensiones y necesidades que mueven a un documental.
Porque un documental no se trata, únicamente, de “contar la verdad”, sino de dar una idea, una versión, una opinión sobre esa verdad. Y Vera lo hace. Persuade, porque ese es el objetivo de un filme de estas características.
Con entrevistas a voces que durante muchos años enfrentaron a Correa, imágenes de archivo y grabaciones ciudadanas, Propagandia es una crítica y análisis al sistema de control por parte del Estado, en una época en la que se buscaba que existiera una sola certeza y realidad y se atacaba a lo que, desde el poder político, no era parte de ese discurso.
Desde luego, lo medular de este documental está en el cuestionamiento duro al resultado oficial de las elecciones presidenciales de 2017, con el que Lenín Moreno se alzó con la presidencia. Sí, hay un claro favoritismo por la figura de Guillermo Lasso y Vera no lo oculta y no lo debe ocultar, porque es su documental, es su punto de vista y lo hace a través de un nivel de argumentación que, al más escéptico, le generará dudas.
Propagandia es un ejercicio de memoria. Y en ese sentido, es implacable.
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"Los revolucionarios lo intentan de nuevo", de Mauro Javier Cárdenas
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Hay dos ideas que tomar en cuenta al hablar de esta, la primera novela del guayaquileño Mauro Javier Cárdenas. La primera tiene que ver con el idioma en que se publicó inicialmente: el inglés. Lo que se lee en español es la traducción realizada también por el guayaquileño Miguel Antonio Chávez.
La segunda es que en ese acto hay una especie de liberación que también afecta a la historia que cuenta: porque hay un personaje fuera de Ecuador, Antonio, a quien su amigo Leopoldo lo llama para que regrese y se lance de candidato a presidente del país. Hay un deseo de transformar las cosas, pero también hay un pasado, una vida familiar y un sistema en el que ellos han crecido y del que ningún político puede escapar.
Los revolucionarios lo intentan de nuevo reconstruye una forma de hacer política y lo implacable que puede ser esa manera de hacer el mundo, que se puede comer cualquier definición que se tenga sobre lo correcto, porque no hay manera. Al mismo tiempo, Cárdenas muestra cómo, desde el coraje de la periferia -con los personajes de Rolando y Eva-, se gestiona una alternativa que, exitosa o no, al menos da una esperanza.
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