El pensamiento en época de una pandemia mundial
Ciudadanos con trajes de protección descansan junto a un grupo de ataúdes en un camposanto de Guayaquil, el 1 de abril de 2020.
API
Autor:
Actualizada:
Compartir:
La escritora chilena Lina Meruane tiene muy claro lo que se debe hacer un momento como el actual:
"Sobrevivir como individuos y como comunidades (y como especie) exige que, por una vez, nos paremos a pensar: toda crisis exige reflexión".
Esto lo dice en el texto Inmunológicamente comprometidos, que publicó el 7 de abril en la revista Palabra Pública, de la Universidad de Chile.
Y aquí, Meruane hace una revisión sobre epidemias pasadas y las reacciones por parte de los Estados y la sociedad. Además de reflexionar sobre las ideas de otros pensadores -como Foucault y Agamben- y enfrentar la contingencia de hoy, ella cuestiona ideas relacionadas con el poder -político y liberal- y llega a definiciones que no dejan de ser duras de leer:
"La voz que me interpela es la del teórico africano Achille Mbembe quien, en vez de negar la contingencia viral, advierte que los estados neoliberales son necroliberales. Es decir, que su gestión no está puesta en la mantención de la vida, sino en la muerte como solución".
La posición de Meruane es una de las tantas que, en estos días, aparecen en medios y páginas web analizando lo que sucede y anticipando un resultado político y social después de la enfermedad.
Miradas varias, algunas que hablan del fin del capitalismo como sistema económico y social; otras que hablan de su fortalecimiento.
Vale la pena, incluso de cara a la tragedia, dejar que el pensamiento aflore. Quizá más adelante puedan surgir otras ideas. Hoy quizá se pueda elucubrar sobre por qué pasa lo que pasa en el mundo de hoy y hacia dónde se dirige.
El pensamiento, ante el fin del mundo, no es tiempo perdido.
Slavoj Žižek, superestrella pop
Žižek es absolutamente rápido y consigue hacer una reflexión que para muchas personas puede considerarse superficial.
Sin embargo, tiene sentido.
En un texto publicado el 27 de febrero en el portal de RT, Žižek termina por considerar a este virus como la técnica que necesita el capitalismo para terminar por hundirse.
Y lo dice utilizando, por qué no, una metáfora de cultura pop.
El filósofo hace referencia al final de la película Kill Bill Vol 2, de Quentin Tarantino. El filme, de 2004, cierra en el momento que el personaje de Uma Thurman mata a Bill, usando una técnica de cinco golpes pequeños en su cuerpo que hacen que el hombre, luego de hablar con ella por unos segundos y disculparse, dé pocos pasos y muera con su corazón hecho añicos.
Para el pensador, el coronavirus es esa técnica y Bill es el capitalismo. Sí, una metáfora obvia, pero efectiva.
¿Por qué lo ve así?
Para él lo que se viene es una ruptura del capitalismo -que ha permitido y gestionado que la crisis sea mayor en Occidente, desde su perspectiva- y, al mismo tiempo, una nueva versión de comunismo, incluso global. Porque se trata de...
"...pensar en una sociedad alternativa, una sociedad más allá del estado-nación, una sociedad que se actualiza a sí misma en las formas de solidaridad y cooperación global".
No es una mirada optimista la de Žižek. El virus -para él- ha venido a quedarse y a generar cambios absolutos en la forma que el mundo de mueve.
Por cierto, su libro Pandemic, Covid-19 shakes the world, está listo para salir este mes. 124 páginas de reflexiones, quizás apresuradas. Pero reflexiones, al fin.
La discriminación y el virus, según Judith Butler
Se podría decir que en su texto -que lleva el título preciso de El capitalismo tiene sus límites-, la filósofa Judith Butler trata de llevar la discusión a un terreno ético.
Y es una forma necesaria de hacerlo.
Sobre todo porque ella hace referencia a intentos como el del presidente de su país, Donald Trump, para adquirir la exclusividad de una vacuna contra el coronavirus que ataca al mundo. Un tratamiento solo para estadounidenses.
Butler habla, entonces, de los límites del mercado, del capitalismo, en una situación extrema como la de ahora:
¿(Trump) Imagina que la mayoría de la gente piensa que es el mercado el que debería decidir cómo se desarrolla y distribuye la vacuna? ¿Es incluso posible dentro de su mundo insistir en un problema de salud mundial que debería trascender en este momento la racionalidad del mercado? ¿Tiene razón al suponer que también vivimos dentro de los parámetros de esa manera de ver al mundo?
Lo peculiar de los cuestionamientos que hace Butler es que se pueden aplicar con precisión a lo que sucede en Ecuador -especialmente en Guayaquil-, con denuncias y acciones policiales para detener a gente que está vendiendo medicina necesaria para el tratamiento de pacientes infectados -y hasta tanques de oxígeno- a precios hasta triplicados.
La sociedad mundial, para Butler, está basada en la discriminación. Y eso genera gente que deba vivir a costa de todo y otra que, simplemente, morirá.
El virus por sí solo no discrimina, pero los humanos seguramente lo hacemos, modelados como estamos por los poderes entrelazados del nacionalismo, el racismo, la xenofobia y el capitalismo (...) volviendo a inscribir la distinción espuria entre vidas dolorosas e ingratas, es decir, aquellos quienes a toda costa serán protegidos de la muerte y esas vidas que se considera que no vale la pena que sean protegidas de la enfermedad y la muerte.
En el fondo, se trata de luchar por un sistema de salud que atienda a todos por igual, en igualdad de condiciones. Con todas las medidas de seguridad posible.
Algo que el mundo quizás no está en capacidad de hacer.
El sistema a prueba, de acuerdo con Byung-Chul Han
Desde Berlín -en un artículo publicado por diario El País, el 22 de marzo- el filósofo surcoreano Byung-Chul Han aparece como el menos idealista de los pensadores.
Porque analizar la forma en que Asia y Europa han enfrentado la enfermedad -y por ende, se lo puede trasladar a América- es toparse con un hecho cultural y político que hay que observar con detenimiento.
Y quizá buscar algún tipo de consideración socioeconómica para comprender mejor por qué no se ha podido controlar la enfermedad en el país con tanta facilidad.
Byung-Chul Han habla de cómo se relacionan los asiáticos con las órdenes y autoridades. Dice:
"(En Asia) las personas son menos renuentes y más obedientes que en Europa. También confían más en el Estado. Y no solo en China, sino también en Corea o en Japón la vida cotidiana está organizada mucho más estrictamente que en Europa. Sobre todo, para enfrentarse al virus los asiáticos apuestan fuertemente por la vigilancia digital".
El análisis del pensador a ese elemento de vigilancia es lo que le permite reconocer que la pérdida de la libertad individual es una forma de detener los contagios. Hay una paradoja brutal ahí. Y él da decenas de ejemplos para sostenerlo.
Incluyendo el hecho de existen aplicaciones que permiten a alguien que vaya por la calle saber en qué edificios hay contagiados, para no ingresas en ellos.
Sí. Conocer la privacidad de los enfermos para no contagiarse.
Frente a este panorama, el filósofo se enfoca -mirando a Europa- en el renacimiento de la idea del enemigo, ya que se vive un momento de exceso de perspectivas positivas, de rendimiento, de producción y consumo.
Para él, ese es un problema que impide que en Occidente se enfrente de mejor forma la pandemia:
"La negatividad del enemigo no tiene cabida en nuestra sociedad ilimitadamente permisiva. La represión a cargo de otros deja paso a la depresión, la explotación por otros deja paso a la autoexplotación voluntaria y a la autooptimización. En la sociedad del rendimiento uno guerrea, sobre todo, contra sí mismo".
En una sociedad globalizada, sin presencia del enemigo, se rompe el sentido de comunidad cuando llega un virus con la fuerza con la que este llegó. Hay que encerrarse en las casas, cerrar fronteras, impedir vuelos. Vivir la virtualidad como única forma.
Así, existe la gran posibilidad de que todo cambie, para que todo siga siendo lo mismo. Por eso, Byung-Chul Han se presenta contrario a las ideas de Žižek, porque el capitalismo no va a acabarse:
Žižek se equivoca. Nada de eso sucederá. China podrá vender ahora su Estado policial digital como un modelo de éxito contra la pandemia. China exhibirá la superioridad de su sistema aún con más orgullo. Y tras la pandemia, el capitalismo continuará aún con más pujanza. Y los turistas seguirán pisoteando el planeta. El virus no puede reemplazar a la razón. Es posible que incluso nos llegue además a Occidente el Estado policial digital al estilo chino".
El panorama, desde esta perspectiva, es otro.
Compartir: