Fabián Patinho, Gabriela Ponce, Juan Secaira y Romina Paula: los libros para leer este fin de semana
'El ejercito de los tiburones martillo', de Fabián Patinho.
PRIMICIAS
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Fabián Patihno
El Fakir Ediciones, 2019
208 páginas
USD 20
Un trabajo de reparación histórica a la memoria del arte y de artistas que, si bien no han desaparecido de cierto ámbito cultural, se han convertido en significantes sin ningún significado. En términos generales: la desaparición del mural en el ‘stand’ ecuatoriana en la Feria Mundial de 1939, ideado por Camilo Egas y realizado con la ayuda de Eduardo Kingman y Bolívar Mena Franco, es lo que mueve todo en esta novela gráfica.
Con lo que su autor ha decidido llamar “costumbrismo de acción”, en El ejército de los tiburones martillo se ingresa a una historia en la que un grupo de jóvenes y adultos deciden hacer el golpe perfecto, para llegar a la verdad. Esto quiere decir que van a conseguir la famosa Calle 14, de Egas, con la esperanza de que eso los lleve a otro cuadro y a conocer el destino del mural perdido.
En la ficción puede existir una respuesta ante un hecho que, quizás, pocos pueden dudar: ese mural se destruyó. Porque así es en Ecuador, porque el arte no importa o es solo adorno.
Quito en su esplendor, conversaciones, planes, recuerdos, ejecución de ideas, viajes en carros, sexo sin ningún filtro. Fabián Patinho ofrece una historia que tiene mucho de esperanza, de vida, de astucia y, especialmente, de diversión. Con un último giro que se transforma en la posibilidad de nunca olvidar la obra perdida —que tiene su justo ‘remake’ en la publicación— como un acto de justicia hacia el acto artístico, a través del arte.
Gabriela Ponce Padilla
Turbina editorial, 2017
55 páginas
USD 5
Si bien el texto dramático tiene su existencia final en función de lo que suceda en escena, antes de la representación teatral hay otra posibilidad. En la lectura de lo que será una obra de teatro se abren otro tipo de interpretaciones y relaciones con las palabras que están ahí, para que sean dichas por actores, sobre un entramado.
La experiencia de leer Lugar, de la dramaturga y directora de teatro Gabriela Ponce Padilla, presenta dos particularidades: la necesidad de ir mezclando las acciones y frases de las tres mujeres (¿hermanas?), cumpliendo las órdenes de la autora —como están escritas es la didascalia del inicio—. Y claro, construir mentalmente la puesta en escena, que consiga reflejar el encierro que ellas soportan y reflejar el deseo de salida, en medio de la confusión.
No es que la obra sea confusa, sino que la única posibilidad que estas mujeres tienen para salir del lugar en el que están es la ficción, es introducirse en las historias que ellas cuentan, a veces una encima de otra.
También la respuesta permanece en el reclamo y en el corte de estos mismos relatos que enuncian cuando dejan de tener sentido. La tensión está ahí, en localizar ese lugar perfecto que está en ellas; los lectores solo consiguen reconstruir esa búsqueda.
Ponce crea una atmósfera como si se tratase de un embrujo. Uno en el que la misma literatura, las mismas palabras estructuran las paredes y las condiciones para llegar a un desenlace que concede cierto sosiego a las personajes.
Juan Secaira
Jaguar editorial, 2018
99 páginas
USD 10
Este libro es una antología que recopila versos de los cinco poemarios de este autor quiteño que permite, a través de su obra, establecer un cuaderno de ruta sobre sus pasiones, ideas, sensaciones y formas de experimentar el mundo. La malsana marcha a contraluz es casi una confesión, en un formato que arroja belleza por las imágenes que usa y la consistencia de sus versos.
En la obra de Secaira hay recuerdos, una autodisplicencia, una conciencia del otro y de las relaciones que se establecen con ese ser que no es uno. Hay también una fuerte conciencia de lo débil del cuerpo y de cómo hay una mortalidad circulando —esto, sobre todo, en los escritos que salen de La mitad opuesta, de 2017—.
Pero sin duda, los 17 poemas que aparecen como 'bonus track' —no están en ningún otro libro— ofrecen las mejores imágenes y una percepción mucho más clara de cómo el trabajo de Secaira ha llegado a un nivel de síntesis brutal. Como lo demuestra su poema Altoparlante:
"Un mal día lo tiene cualquiera
pero cuando ese día es la síntesis de los últimos días
la cuestión se complica un poco más.
Las maniobras se transforman en azar.
Hoy me ha costado más que otros momentos.
Lo guardo como un secreto
como una mancha más al tigre que sí hará la diferencia.
Pruebas de acierto-error.
Aquí estamos".
Este libro de Secaira no busca abrir un espacio de compasión alrededor de la voz que se encuentra ahí. Ni de sentir pena por él. Secaira entiende lo que le pasa y es capaz de encontrar poesía en ese suceso con el que vive y desde el cual hace arte. Y eso es todo, esa es la evidencia y eso es suficiente para disfrutar cada verso.
Romina Paula
Editorial Entropía, 2009
168 páginas
USD 20
Esta novela tiene una década de haber sido publicada y eso no le ha quitado ni una sola sílaba de poder. La argentina Romina Paula —que estuvo esta semana en Ecuador, presentando su primera película, De nuevo otra vez— se enfoca en la experiencia de Emilia, la mujer protagonista que vuelve a la Patagonia, donde nació, porque va a ser parte de un rito fúnebre en honor a su amiga más querida, Andrea, que falleció hace cinco años.
Hay un traslado físico de la personaje, que se pone en evidencia con el traslado emocional, como un viaje íntimo y anímico. Agosto es un enfrentamiento con el pasado, con ese tiempo aparentemente mejor y con las decisiones que se tomaron entonces. No es nostalgia lo que mueve la acción, es más bien la desazón de no saber hacia dónde moverse.
Se trata de un encuentro con una misma y la incapacidad de moverse o enfrentarse a la mujer que la protagonista fue años atrás. Eso sucede con los personajes que pueblan la novela, pero en ella se percibe de mejor manera cómo la distancia y la vida en la capital del país son ese monstruo que se convierte en sombra.
Emilia le habla a Andrea —uno de los grandes méritos de la narración— y el lector se vuelve un voyeurista que siente algún tipo de placer por conocer el resultado del viaje, la consecuencia en la vida de la mujer.
Spoiler alert: eso es lo que menos importa. Las confesiones y acciones que aparecen a medida que avanza la lectura van para ningún lado. Es lo que la autora señaló en su entrevista con PRIMICIAS: “Lo que cuento es, a la larga, una suspensión hasta que se toma una decisión”. Esa suspensión, en las últimas páginas de Agosto, es lo que eleva la experiencia. La decisión está ahí, lista para suceder. Quizás el tiempo o la vida ahorra esas decisiones.
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