‘En el país de mis hijos’: las interrogantes funcionan mejor en primera persona
Fotograma de 'En el país de mis hijos', de Darío Aguirre
EDOC
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Una carta del alcalde de Hamburgo inicia el recorrido. Es como si las situaciones que están ajenas a Darío Aguirre son las permiten que sus películas existan. En la carta le dicen que puede hacer un trámite para convertirse en ciudadano alemán. Y claro, es la oportunidad de quitarse un problema de encima, de ganar cierta independencia en el país que vive y no nació. Pero, ¿hay algo más detrás del hecho de aceptar otra nacionalidad?
En el país de mis hijos funciona porque la pregunta no se responde de manera directa. Tal como Aguirre ha hecho en otros de sus trabajos, la respuesta es un compendio de imágenes y secuencias. Si bien antes Aguirre revisó el tema de su identidad como individuo — Cinco caminos a Darío, 2010— y profundizó sobre su relación con su padre —El grill de César, 2013—, esta vez el tema de la pertenencia parece mezclar los motivos de sus dos trabajos anteriores: él accede a una nueva nacionalidad al mismo tiempo que se convierte en padre.
Lo que hasta el momento del nacimiento de su hijo había sido un ir y venir entre Alemania y Ecuador, un ejercicio de ganarle a la burocracia, en medio del recuerdo de lo que había significado su viaje y el choque de llegar a un sitio distinto —el ejercicio también lo realiza su pareja, Stephanie Tonn—, y buscar su espacio, se va transformando en algo más profundo. La indagación de documentos lleva a Aguirre a hablar con su padre y con sus suegros. Discuten sobre lo que pensaron cuando se fue y llegó, cómo lo veían, quién era él para ellos.
Mariuxi Guevara, otra ecuatoriana en Alemania, es un personaje que funciona como una especie de espejo entre la experiencia del director, nacido en Guayaquil. Y es a través de ella que se ofrecen cuestionamientos sobre lo que se deja atrás una vez que se va del país natal.
A nivel de historia, el nacimiento del hijo genera una solución que no hay necesidad de pronunciar. Es más, en los minutos finales se descubre una versión del tema El necio, de Silvio Rodríguez, interpretada casi a capela por el propio Aguirre, en una onda más ambient y minimalista, que remite a una mezcla de ambas nacionalidades. Es como si, con la llegada del hijo, Aguirre encontrara una solución a la duda de ese momento, que involucra dos universos, siempre efervescentes en él.
Como documental, hay una belleza dentro de lo cotidiano. Cada una de sus partes parece tratada de manera independiente, así sea el momento de animación —donde vemos su llegada a Alemania— o los videos de archivo y el contacto con autoridades. En esta unión de elementos se produce un cruce narrativo que aporta a la idea de que estamos viendo una película donde alguien indaga todos los caminos posibles.
Dir: Darío Aguirre
Países: Alemania, Ecuador, Suiza
88 minutos
Cine Ochoymedio. Sala 1.
Quito. Valladolid y Vizcaya. Barrio La Floresta
Hora: 17:00
Precios: USD 5 entrada general, USD 2,50 tercera edad y personas con discapacidad
Pago en efectivo y con tarjeta
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