Gabriela Ponce, Leonardo López y Stephen King, para leer esta semana
'Sanguínea', de Gabriela Ponce
PRIMICIAS
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Sanguínea
Gabriela Ponce
Severo editorial, 2019
169 páginas
USD 15
Una novela que arranca y no permite tregua, al menos, hasta llegar al final. Como si fuera un solo aliento, o como pequeños derramamientos de sangre en los que la personaje central —quien narra su historia— va revelando lo que tiene adentro.
Más que una historia concreta, lo que Gabriela Ponce ha hecho es un libro en el que una mujer reacciona, reflexiona y siente lo que está pasando en su vida, mientras van sucediendo varias cosas. Ya sean contactos sexuales, intermitencias de otras personas, sus recuerdos, las pertenencias de su exmarido —que no salen de su vida—. Se trata del retrato de un estado de ánimo.
Casi como la manifestación de la ansiedad, como una prisión o una incapacidad de hacer algo más, a veces por su condición de mujer y, otras veces, por las mismas condiciones que su entorno le permite.
Sanguínea hace referencia —de manera obvia— a la menstruación. Un hecho biológico que se ha ligado culturalmente al rol que se supone define a la mujer: la maternidad... y punto. Ponce, entonces, profundiza sobre el rol de la mujer, sin enfrentarse al ensayo.
Lo hace desde la desesperanza detrás del sentido de sacrificio que debe tener la vida, sobre todo, para la mujer. Eso se traduce en la prosa que no se detiene nunca, que no tiene forma de contenerse.
Ya no hay necesidad de ir despacio o de parar. En Sanguínea sale todo lo de adentro y la mujer que está viviendo su historia en primera persona puede y debe acabar con las ideas sobre lo que debe hacer una mujer correcta.
O quizás, si se estira esta premisa, se podría decir que Gabriela Ponce busca —en un mismo recorrido como su personaje— deja de lado las ideas sobre lo que debe ser una narración correcta. Renovar es romper algo y también puede ser desangrarse, como se lee en esta magnífica novela.
Ficción de origen
Leonardo López
Casa de la Cultura Ecuatoriana (Azuay, 2019)
88 páginas
El primer libro de este joven autor cuencano explora los arquetipos, escenarios y situaciones estampa del género policial, pero transfigurándolo con eventos y detalles inesperados, que usan el absurdo y la sátira para añadir complejidad a los personajes —sobre todo a los narradores— y a la historia.
Este es, quizás, uno de los mejores libros de relatos que se hayan publicado en el país en los últimos años.
Aquí, el bajo mundo —aquel de las peleas clandestinas, la prostitución, los crímenes de venganza y xenofobia o de los investigadores privados de poca monta— es explorado en nueve cuentos, en clave de literatura negra.
La crónica roja y las referencias artísticas, literarias y metaliterarias matizan la narración.
Un modelo de comerciales de Tv termina siendo víctima de un ataque xenófobo, aunque no es extranjero. Una artista del performance convierte en una instalación de arte contemporáneo su propio suicidio, que es investigado por un seudodetective de turbio pasado.
Un Ernest Hemingway que, en medio de la Guerra Civil Española, ve su atención dividida entre una inesperada discusión acerca de la naturaleza del cuento y un potencial ataque fascista.
Leonardo López incrusta reflexiones sobre el arte y la escritura en historias sobre miseria, violencia y muerte, creando un universo en el que escritor y personajes tienen una simbiosis tan intensa que, a veces, acaba por convertirlos en una sola entidad.
Doctor Sueño
Stephen King
Plaza & Janés, 2013
601 páginas
USD: 29,50
De los 800.000 libros que ha publicado Stephen King —cifra exagerada, desde luego— hay pocos que tienen el nivel de obra maestra. Entre ellos, Doctor Sueño tiene un lugar privilegiado, sobre todo, porque es la continuación de otra de sus poderosas novelas —The Shining, de 1977—.
King no solo que recupera a un Danny Torrance adulto, sino que se adentra a esos demonios personales que él, de niño, vivió en compañía de su padre y madre en el Hotel Overlook. Elementos pesados como el alcoholismo, el amor filial, la violencia intrafamiliar.
Con la distancia de casi 30 años entre ambos libros, King se aproxima a Dan Torrance desde el trauma y desde el deseo de salir adelante y la profundidad que consigue en ese desarrollo es magistral. Torrance duele, el lector sabe lo que vivió de niño, entiende lo que le siguió pasando mientras crecía. El lector está de su lado.
Ese "resplandor" es una pesadilla para alguien como él.
Y en medio de su proceso de aceptación, empieza otro peligro. No tanto con el mundo de los vivos o con la presión de seres muertos, capaces de entender la capacidad que tienen las personas que padecen del "resplandor" para intervenir en el mundo material con su mente.
Hay más. Y Daniel debe hacer algo.
Por eso, se enfrentará a la agrupación Nudo Verdadero, con integrantes que asesinan a niños y niñas con el "resplandor", para absorber de ellos un vapor que les da vida eterna. Daniel evitará a toda costa que hagan daño a Abra Stone, una niña con su misma capacidad, pero en una versión más poderosa.
Esta novela es un acto de redención y de salida de un agujero profundo. Stpehen King es mucho más preciso cuando hay algo emocional que participa de la experiencia lectora.
Y dar este cierre a Dan Torrance podría entenderse como un acto de amor.
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