Natalia García Freire, siete análisis a los 40 años de democracia y Xavier Frías Conde
'Nuestra Piel Muerta', de Natalia García Freire
PRIMICIAS
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Nuestra piel muerta
Natalia García Freire
La Navaja Suiza Editores, 2019
151 páginas
USD 23,50
Quizás lo que hace algunos días publicó Marta Sanz en El País sobre esta, la primera novela de la cuencana Natalia García Freire, es una buena manera de definirla:
Cuando lo leo no estoy muy segura de lo que quiere decir —o sí lo estoy, pero no me atrevo a formularlo— y me empino para salvar mi incertidumbre. Me hundo en sus palabras y allí me quedo: tierra, insectos, licuefacciones, materia, infancia, orfandad, usurpación, regreso, enajenación…
Eso no significa que Nuestra piel muerta no cuente algo, o que no se pueda asir en función de unas mínimas certezas narrativa.
Lo que Sanz quiere decir es que la autora no se mueve por un sendero tradicional, sino que trata de construir la memoria del personaje central a través de algo que se percibe más como una internación a lo que tiene adentro, hasta lo mínimo, con un lenguaje más cercano a la poesía.
A veces no se sabe con certeza qué está pasando. Pero queda una intuición que sostiene la lectura. Esa es una magnífica experiencia para quien lee.
La historia de Lucas es la de los recuerdos que van llegando a medida que avanzan las páginas. Nuestra piel muerta es una constante construcción. Él ha vuelto a su hogar, habla con su padre muerto. Parece ser un espectro —¿o no?—.
En ese lugar que era su casa hay otra gente viviendo. Y él repasa su vida, a través de ese contacto con el espacio y esas personas. Este es un viaje hacia adentro.
Y en esta instrospección, Lucas va a llegar a lugares más profundos. Ese es el viaje de esta magnífica novela, como nada que se haya leído en los últimos años.
Cuarentena, los encantamientos de la democracia en Ecuador
Varios autores
Editorial El Conejo, 2019
152 páginas
USD 15
Siete perspectivas sobre lo que han sido las últimas cuatro décadas en el país, que es casi como internarse en los años de democracia en Ecuador, luego de la época de dictadura.
Cuarentena es el resultado de diversas miradas y puntos de vista que, saliendo del espacio regular de voceros y analistas que son rostros más que conocidos, ofrece otras reflexiones, u otros temas para analizar.
Aquí hay cuestionamiento, sobre todo porque los autores que conforman este grupo —Luis Fernando Fonseca, Gabriela Gómez, Julia Ortega, Milagros Aguirre, Fausto Rivera Yánez, Carlos Flores y Karina Marín— ofrecen textos en los que miran hacia atrás y traen, a la actualidad, hechos y datos que en redes sociales —por ejemplo—, muchas parecen empecinados en negar.
Ante ese intento de revisionismo histórico, un serio y honesto trabajo intelectual es la respuesta.
Ya sean las violaciones a derechos humanos, las desapariciones, el trato a las mujeres, la lucha feminista, el pueblo indígena y su historia, lo que pasó con Rosalía Arteaga y la forma cómo se ha mantenido la relación con las discapacidades, se trata de observar hacia atrás con criticidad.
Ese es el mérito fundamental de este libro. Todo cuestionamiento a la clase política es también un cuestionamiento social.
Porque si la vida política de Ecuador no ha sido la mejor en 40 años, mucho de responsabilidad la tiene la sociedad ecuatoriana.
Esta "imperfecta democracia" —como la define Sabrina Duque, en el prólogo del libro— es la que existe y sobre la cual el país se mueve y se seguirá moviendo.
De vez en cuando viene bien recibir este tipo de remezón.
Amazur, la aprendiz de bruja, y Filipo, el burricornio
Xavier Frías Conde (ilustraciones de Miguel Ángel Verdugo)
Chacana editorial, 2019
76 páginas
Para Xavier Frías Conde, la literatura para niños es una labor seria, dirigida a grandes lectores. No los minimiza, ni piensa que son fáciles o influenciables.
En Amazur, la aprendiz de bruja, y Filipo, el burricornio hay una historia enfocada en la identidad, en buscar un sitio propio, de agrado, y encontrar gente de apoyo.
La niña, Amazur, descubre que ese camino que siempre usa para cruzar el bosque, que se sabe de memoria, ha cambiado. Es otro, desconoce lo que pasa ahí y como consecuencia de ese cambio de sendero, empieza la aventura.
En el mercado, Amazur encuentra a un burrito en mal estado, maltratado, sin ganas de nada.
Y casi como acto de magia, una de las piedras que había recolectado en ese sendero nuevo, salta de sus manos y cae sobre la frente del animal, convirtiéndolo en el burricornio. Listo, la acción está servida.
De ahí en adelante, se trata de descubrir su lugar en el mundo y lo que ambos tienen adentro para llegar a ser su mejor versión posible.
Este libro tiene ilustraciones de Miguel Ángel Verdugo, que aterrizan de mejor manera la idea de que esta historia sucede en Ecuador, o en una zona andina conocida.
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