Los músicos que visten su posición política fuera del clóset
La chilena Mon Laferte es una artista más en el mundo de la música que usa la exposición mediática que tiene para expresar sus posturas políticas. Acá una lista de otros músicos que no han tenido miedo de mostrarse.
Paul Simonon, Joe Strummer, Topper Headon y Mick Jones, la alineación clásica de The Clash, una banda conocida por sus posiciones políticas.
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Más allá de un género como tal, denominado música protesta, asumir que una cantante o músico debe ser visto únicamente desde la perspectiva antiséptica del negocio o del entretenimiento es caer en un error.
Uno infantil.
Si bien hay una industria alrededor, la presencia en medios y en otras plataformas es también una oportunidad para plantear otras ideas o temas para discutir.
El hecho de que estrellas de la música o compositores reconocidos se jueguen por sus posiciones políticas no es nada nuevo. Y que se los rechace tampoco.
Ya en 1969, John Lennon y Yoko Ono utilizaron la publicidad sobre su matrimonio para hacer dos acciones que tuvieron tanto de 'happening' artístico como de discurso político: las llamadas Encamadas por la paz en Amsterdam y Montreal, en marzo y mayo de ese año.
¿La idea? Promocionar la necesidad de la paz en plena guerra de Vietnam. Aquello los colocó en una posición en contra de Estados Unidos.
No era la primera vez que alguien del terreno de la música hacía pública sus ideas o luchas políticas y no iba a ser, tampoco, la definitiva.
La diosa que luchó por los derechos civiles en Estados Unidos
Nina Simone —nombre artístico de Eunice Kathleen Waymon— fue capaz de mantener una carrera con calidad musical y con una firme conciencia sobre la situación de los afroamericanos en Estados Unidos.
Incluso desde una posición pública, a mediados de los años 60, en la que se mostraba de acuerdo en que los descendientes de africanos en Estados Unidos se armen y se defiendan de maneras violentas. Lo dijo y varias veces.
El asunto, para ella, pasaba por el rol que debe asumir el artista, como se señala en la nota que Kalonda Mulamba escribió para Medium:
"No puedes evitarlo. La misión del artista, hasta que yo sepa, es reflejar los tiempos".
En 1964, Nina Simone se convirtió en la primera artista que a nivel público habló sobre la segregación racial en su país, en la canción Mississippi Goddam.
En el tema, ante el reclamo que ella hace, escribe tres versos que siguen resonando hoy en día:
"Ellos intentan decir que es un complot comunista /
Todo lo que quiero es igualdad
para mi hermana, mi hermano, mi gente y para mí".
Los chicos marxistas que llegaron de Inglaterra
El primer single del primer disco de The Clash —ese lujo de banda punk y new wave— ya demarcó el camino político de un grupo comandado por el guitarrista y cantante Joe Strummer, quien muchas veces se presentó como socialista.
En White Riot, The Clash muestran su prototipo de tema: diferencias de clases y raciales, al servicio de un llamado de conciencia.
Con tres acordes y ritmo rápido.
Esto, como consecuencia de los disturbios en el famoso Carnaval de Nothing Hill —creado por la comunidad jamaiquina en Londres— de 1976, cuando la policía arrestó a un niño afro, acusándolo de robo.
Y la reacción de los asistentes no se hizo esperar. El propio Strummer estuvo ahí; así como Paul Simonon, bajista de la banda.
La leyenda dice que ellos también lanzaron ladrillos a los policías —como la mayoría de los presentes— y que hasta Strummer incendió un carro oficial.
Para The Clash —particularmente para Strummer— la postura política era un hecho real, una acción a tomar.
Eso significó desde el cuestionamiento sobre si firmar o no con una disquera; hasta pelear para que sus discos dobles y triples —London Calling, de 1979, y Sandinista!, de 1980— se vendieran por el precio de uno sencillo.
En toda su discografía hay joyas musicales en las que se cuestiona el estado de bienestar, la sistémica falta de oportunidades para los más pobres y la intromisión militar de Estados Unidos en algunos países.
Sí, era una banda de izquierda.
La sátira y la anarquía de Jello Biafra
Biafra es complejo, demasiado. Eso no le quita interés al personaje y artista que es. De vocalista hardcore punk de los Dead Kennedys, a candidato presidencial —al menos para conseguir una nominación— Jello Biafra es único.
En la actualidad se dedica, incluso, a grabar discos y dar shows de "spoken word": habla y habla ante un público.
Complejo y polémico. Sus excompañeros de banda lo demandaron en 2001 por no pagarles las regalías que les correspondían y Biafra perdió.
Adiós a Los Dead Kennedys originales.
Un anarquista que con los años ha conciliado la necesidad de un gobierno que ayude a manejar las cosas. Desde un primer momento, Biafra ha hecho una carrera alrededor de la sátira, como herramienta fundamental para exponer sus ideas.
No en vano la primera canción del primer disco de los Dead Kennedys —nombre que no puede ser más político— habla sobre matar a los pobres como mecanismo para que todo sea hermoso y bueno, desde una perspectiva liberal.
Y sí, lo canta en son de burla.
Los 'american rockers'
América Latina es un hervidero en este momento.
Posiciones como las de Mon Laferte resultan contundentes y polémicas.
Ya sea al mostrar sus pechos en la alfombra de Los Grammy Latino, con un texto escrito en el que hablaba sobre la violencia en las manifestaciones en Chile.
O al dar declaraciones en una entrevista con Patricia Janiot, que han sido consideradas como incitación a la violencia.
Ella ha preferido no quedarse callada.
Mon Laferte viene de una tradición fuerte en la música chilena —entre la protesta y el pop—, sobre todo por la historia que vivió su país. Y es justamente en estas semanas de conflicto chileno que surgió la figura de Los Prisioneros y su tema El baile de los que sobran, como otro himno en el que la política y la música se juntaron.
Ya en julio de 2019 las cosas empezaron a moverse dentro del ámbito de la música popular latinoamericana. Con la crisis en Puerto Rico, en contra del gobernador Ricardo Rosselló, músicos importantes como Ricky Martin, Bad Bunny y Residente estuvieron en las calles, pidiendo la renuncia del político.
Sí, figuras del estrellato musical marchando. Y haciendo música alrededor de ese hecho.
El 11 de noviembre, Ricky Martin lanzó el tema Cántalo, en conjunto con Residente y Bad Bunny. El espíritu de la protesta está ahí, en versos como:
"Vamo' pa' 'lante /
Hoy no nos paran ni con tranquilizante de elefante /
El dinero, aunque sea abundante, no vale /
Aquí todo' somo' importante'".
Indignados los hijos del yugo: desde Ecuador
A nivel nacional, la figura que surge de entrada para hablar de esta relación entre actitud política y música es la de Jaime "el Chamo" Guevara.
Guevara se ha visto en problemas con las autoridades del país desde hace casi 50 años. Uno de los enfrentamientos más conocidos fue con el expresidente Rafael Correa, en 2013, luego de que Guevara le hiciera una señal aparentemente irrespetuosa, en la vía pública.
La respuesta y recuento de esos hechos, por parte de Guevara, vino en clave de música, con guiños a ritmos mexicanos y a mucho de lo que Woody Guthrie hizo en su carrera.
Durante las protestas de octubre pasado en el país, algunos músicos hicieron público su apoyo al movimiento indígena y a los grupos que los acompañaban. No como una reacción al momento, sino como consecuencia de una carrera y compromisos fuertes.
Entre ellos están Ivis Flies y Mariela Condo. Como se puede ver en un video producido por el colectivo Yasunidos, en el que ambos aparecen:
Flies ha realizado decenas de producciones en las que ha buscado rescatar el folclore y tradiciones indígenas y afros en Ecuador.
Esto acompañando su trabajo como músico, en proyectos como La Grupa, donde la recuperación del pasado musical —y un orgullo nacional— se unía a la experimentación de lo contemporáneo.
Mariela Condo es indígena. Nació en 1983, en Cacha, comunidad Puruhá, en la provincia de Chimborazo.
Tiene una voz que mezcla dulzura y fuerza y es ella quien pide la renuncia de dos ministros, en el video que compartiera Yasunidos.
Ellos no son los únicos ejemplos de esta forma de hacer música y mostrar lo que hay políticamente detrás de los sonidos. Hay riesgo, sin duda, existe un espacio para el rechazo y para la crítica a utilizar la música como un espacio para esto.
Eso no amedrenta a ciertos artistas.
Aquellos que cuentan una y otra vez lo que a veces se le olvida al país —como la desaparición de los hermanos Restrepo, en una hermosa canción compuesta por el fallecido Paul Segovia, de Sal y Mileto—, o quienes, desde la sátira, critican a Estados Unidos y su carácter imperialista.
¿Quién sabe? Quizás el mundo de la música es la mejor plataforma para otros puntos de vista e ideas.
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