Ópera de París reabre sus puertas con dos conciertos en el Palacio Garnier
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El monumental edificio decimonónico acoge ahora dos conciertos excepcionales que mezclan música clásica y ópera, antes de que sus puertas vuelvan a cerrarse de nuevo para abordar una profunda renovación que se ha adelantado a causa de la epidemia.
Bajo la batuta de Philippe Jordan y la dirección de coros del italo-argentino José Luis Basso, la música volvió a resonar en los regios muros repletos de escudos napoleónicos y levantó los aplausos del público.
"Es una manera de reencontrarse con el público, de volver a encontrarse con el trabajo", afirmó a Efe Basso, cuyos coros interpretaron dos madrigales, de Gabriel Fauré y Camille Saint-Sëns.
Para el director coral, la reapertura es también la oportunidad de dar las gracias "al personal sanitario que tanto han hecho en este periodo tan difícil". "Es algo muy emocionante, nos toca personalmente", señaló Basso.
Distancia entre coristas
Frente a los músicos, solo la mitad del aforo de la ópera, unas 1.000 personas, para respetar las medidas de seguridad, que se dejaron sentir tanto en la platea como sobre el escenario.
En particular, en el coro, explicó Basso, que ha tenido que cambiar la disposición de sus coristas para respetar las medidas de distancia impuestas por las autoridades.
"Con el problema sanitario, muchas cuestiones nos vinieron a la mente. ¿Cómo podríamos volver a hacer nuestro trabajo, volver a cantar, volver a representar ópera?. Pero la luz vuelve a brillar y todos estamos muy entusiasmados de participar en este concierto que será retransmitido en todo el mundo", indicó.
Acostumbrados a cantar unidos, para que las voces se coordinaran mejor, los coristas están ahora a más distancia, una medida que exige tiempo de adaptación pero en la que Basso ve alguna ventaja.
"Hay que hacer un gran esfuerzo para escucharse más, aunque haya distancia. Es positivo también porque obliga más al cantante de coro a escuchar más al colega con una distancia a la que no estábamos acostumbrados", dijo.
Junto a las piezas corales, la orquesta de la Ópera de París interpretó piezas de Paul Dukas y Richard Strauss. El barítono Stéphane Degout y la soprano Julie Fuchs cantaron fragmentos de Las bodas de Figaro, de Mozart, y la sinfonía número 41 de Júpiter.
"Es una emoción especial, porque para todo el mundo ha sido muy extraño toda esta pandemia, con consecuencias complicadas. Estamos contentos de volver", señaló a Efe Degout.
El barítono reconoció que durante todos estos meses ha echado de menos el lugar y poder ejercer su profesión delante del público, e hizo hincapié en que es importante volver a dar vida al lugar.
"Hay que cuidar la casa, pero también las vibraciones que alberga. Un teatro, por muy hermoso que sea, sin música no es nada. Tenemos que seguir dándole aliento", indicó.
Homenaje cargado de emoción
El cantante explicó que dirigirse al personal sanitario también tiene algo de "mágico".
"Todos necesitaremos descargar una emoción que ha sido fuerte durante muchos meses. Espero que la música nos permita a los artistas y al público superar esta fase (…) Es una manera de mostrar que sigue habiendo esperanza", comentó.
Tras estos dos conciertos, el telón de la ópera volverá a caer para realizar obras de renovación del escenario, algo que también harán en su otro recinto de París, la Ópera de la Bastilla, abierta en 1989.
En Garnier, a partir de septiembre están previstos algunos conciertos, pero con el telón echado, mientras que en Bastilla se ha programado el retorno de la música en noviembre.
Tras el cierre impuesto por la crisis del coronavirus, los gestores de la Ópera de París decidieron avanzar las obras que inicialmente debían comenzar en 2021.
Esos meses sin actividad, que les obligaron a cancelar 83 espectáculos, agravaron una situación económica ya complicada de la institución, que según medios franceses acumula 40 millones de euros de deudas.
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