Los últimos momentos de fútbol de Maradona, en una miniserie de Netflix
Siete episodios son suficientes para contar el paso de Maradona por los Dorados de Sinaloa, entre 2018 y 2019.
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Maradona le habla a la cámara todo el tiempo que puede. Es algo que siempre supo cómo hacer, que vino con el paquete. Así como dejó atrás a media selección inglesa y metió un golazo que siempre hay que tener grabado en la cabeza; Diego Armando Maradona veía una cámara, un micrófono y reaccionaba.
Incluso cuando su foco estaba en otra cosa, la cámara permanecía a un lado, registrando todo, y él parecía estar en un ejercicio de performance.
Así sea perdiendo la paciencia con un grupo de niños, hinchas del equipo Los Dorados, de Sinaloa, en México -que él llegó a dirigir en septiembre de 2018- que gritaban su nombre para que les firme camisetas y gorras. O lanzando esas frases lapidarias, en onda “la pelota no se mancha”, que pronunciadas por él se podían asumir como advertencias de un demonio agradable:
“¿Sabés lo que pasa? Yo quiero jugar, los años no me dan”, dice a la cámara, al finalizar uno de los entrenamientos de Los Dorados.
Esas cosas se quedan, tienen otro sentido ahora.
En la miniserie documental Maradona en Sinaloa, hecha para Netflix y dirigida por el inglés Angus MacQueen, hay muchas cosas para comentar sobre Maradona. Pero, no solo se trata de él.
Sí, aquí aparecía como una estrella, una determinante, alrededor de la que orbitaban el resto de cuerpos celestes. Pero lo que hace MacQueen es mostrar todo lo que se movió con la llegada de Maradona a una ciudad como Culiacán, en el estado de Sinaloa.
En la serie aparecen la expectativa, la buena onda, la mala onda, los jugadores, sus vidas, el presidente del club, la encargada de prensa, los asistentes de Diego, los fanáticos, los periodistas y, especialmente, una idea de violencia que está todo el tiempo presente, que parece normalizada y que se intenta vencer aquí.
Porque Maradona se fue a meter en Sinaloa, en la tierra del Chapo Guzmán, en un espacio violento.
Y la miniserie se centra en contar lo que hay detrás de toda la experiencia.
Siempre estrella
Esta es una historia que no terminó bien. Bueno, habría que definir qué es terminar bien, pero en un sentido general, solo faltó el triunfo. Todo lo demás está aquí. Porque cuando Maradona llega a Los Dorados, estaban en el fondo de la tabla de la segunda división del fútbol mexicano.
Y con él, llegaron a las dos finales del torneo. El San Luis Potosí impidió el festejo final.
Pero eso no importa en un sentido dramático. Maradona en Sinaloa, como narrativa, sigue el camino trazado por Stallone con su premiado guion de Rocky: el menos opcionado triunfa, sin necesidad de ganar. Entonces hay un cierre absoluto aquí. Maradona es el protagonista, la energía que todo lo puede -o casi todo-, así como la esperanza.
En algún momento, Juan Antonio Núñez, el presidente del club, habla de esa misión por cambiar el sentido y la mirada hacia la ciudad, hacia el estado. De decir que hay más que los crímenes y el narco.
Y ese sentido se empata con la figura de Maradona, porque hay algo de poético en la relación entre ambos personajes, figuras: un equipo que lucha por salir adelante en medio de la violencia y una estrella del fútbol que estuvo en lo más alto y se hundió, casi con la misma fuerza.
“No importa el bien que haga. Me juzgan por el mal que hice”, Maradona es parafraseado por Núñez en algún momento del programa.
Con esa frase se entiende la razón de ser esta miniserie.
Maradona aquí se ve grande, sencillo, fastidioso, se hace esperar como si fuera Axl Rose, cojea. Es uno más en el camerino, arenga, putea, intenta ser técnico -quizás nunca fue uno bueno-. Escucha que la barra del equipo rival le grita “Se la come. Maradona se la come” y pierde la paciencia
En pantalla llora porque no consiguen subir a la primera división. También baila con sus jugadores.
Al despedirse del equipo, para volver a Buenos Aires -en junio de 2019, debido a sus problemas de salud- abrazó a uno de los jugadores, quizás su preferido y le habló en voz baja. Le pidió que siguiera creciendo -es probable que se identificara con él-, que sea uno más en el equipo: “Yo era un jugador más y llegué a lo más alto del cielo”.
MacQueen ha conseguido un documento que se puede ver con los ojos llenos de lágrimas y que, al mismo tiempo, ayuda a comprender cómo es el mundo del fútbol en el día a día, puertas adentro. Y cómo se articula la pasión que este deporte genera. Siempre con un sentido humano y claro: son seres que están en medio de la violencia o que han caído en violencia.
Y eso no determina quiénes son como personas, en definitiva.
Otras recomendaciones
“Mars”
Una serie entre documental y ficción que hace algo interesante. Si bien es ciencia ficción, se mueve por el terreno de especulación al mostrar lo que sucedería con las misiones para llevar a humanos a Marte y colonizar el planeta.
Y lo hace mostrando entrevistas, proyectos y puntos de vista de científicos y empresarios -Ann Druyan, Elon Musk y Neil deGrasse Tyson a la cabeza- sobre cómo sería este proceso y los problemas que pudieran presentarse.
La ficción recupera las dificultades y las dramatiza. El resultado es fabuloso.
“Mundos alienígenas”
Otra serie interesante, que también especula sobre la vida en otros planetas, pero con base a las experiencias físicas, químicas y de evolución en la Tierra.
Esta producción británica, con solo cuatro episodios no solo se enfoca en mostrar cómo sería la vida fuera del Sistema Solar. Pese a que ese sea su fuerte, con un diseño de criaturas impresionante y un manejo importante de CGI.
En realidad lo que hace es mostrar diversas actividades y acciones desconocidas para los humanos, que suceden en el mundo y que ayudan a entender de dónde surgen las ideas para imaginar cómo sería la vida en otras galaxias.
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