El collage como método literario en 'Aphasia', de Mauro Javier Cárdenas
"Aphasia" se publicó en noviembre de 2020. Mauro Javier Cárdenas escribe en inglés.
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Una novela es, finalmente, el resultado de lo que quiera la persona que la escribe y la experiencia que tiene el lector que se acerca a ella. Cada una de las partes se mueve a su propio ritmo, con sus intereses marcados, con expectativas y resultados.
¿Qué pasa cuando el ejercicio tiene una "complicación" que, en el fondo, es lo que lo vuelve maravilloso?
Hay una necesidad de decir "gracias". Porque lo que sucede en Aphasia (Farrar, Straus and Giroux, 2020) es casi como observar por un agujero todo el universo posible detrás de una persona.
Y en este ejercicio de observación, Mauro Javier Cárdenas (Guayaquil, 1978) decide enfrentarse a las convenciones de la novela, jugar con las acciones y generar un conflicto dentro de la misma experiencia de la lectura.
La historia que se cuenta, se interrumpe y se nutre de otros detalles, de frases y comentarios de algún personaje, lo que escribe quien narra, lo que escribe el personaje central (Antonio), las lecturas que hace, que alguien hace, sus reflexiones, recuerdos, temores, aspiraciones...
Textos de otros autores que Cárdenas se ha apropiado, sin citarlos de la manera tradicional.
No hay linealidad. Hay simulteaneidad. Todo pasa al mismo tiempo -es una forma de decirlo-, porque Aphasia funciona como si se tratara de un viaje.
Llevará al lector a un destino, pero todo el recorrido está lleno de señales y es probable que alguna se pierda porque la vista se distrae con algo que, en un momento cualquiera, resulta más llamativo.
Eso obliga a una mayor atención, pero, sobre todo, a aceptar que en un género en el que todo sigue una estructura conocida, es muy importante la negación de síntesis, y poner en las páginas otras formas para leer y generar sentido.
No solo se trata de una historia. Se trata de encontrar una respuesta en este abrupto mundo discontinuo en el que se vive.
Pero siempre hay algo para contar
En Aphasia está Antonio (el personaje central). Él se debate entre su trabajo, sus deseos, las hijas para las que quiere ser un padre presente, incluso viviendo muy cerca de ellas, cuando en la separación se quedan con su exesposa.
También se mueve entre su hermana con un serio problema mental, quizá su principal malestar. Orbita a su alrededor su madre, su país de origen (Colombia) el país de la migración (Estados Unidos) y los libros que lee.
Lo que escribe. Las conversaciones que transcribe, en las que está su pasado, el de su familia y el de su exesposa, que viene de República Checa.
Con un título como el que tiene -que hace referencia al trastorno que dificulta la lectura, la escritura y el habla- lo que la novela trata de conectar es la realidad de un personaje que, justamente, no conecta con su situación inmediata.
Hay una dificultad ahí en Antonio y para él no es visible. Por eso la manera casi violenta de alterar el discurso lineal de una narración.
Y es violenta porque es dura, porque parecería ser impulsiva. Porque es Antonio fabulando sobre la vida que pudo tener, sobre parejas pasadas, sobre engaños.
Todo en un mismo nivel.
El mundo es así, todo pasa a la vez. Una cosa sobre otra y ante una realidad que es extraña, en su particularidad, resulta importante que el arte lo refleje.
En el fondo. Antonio no puede, o no quiere, enfrentarse a esa obligación que tiene como hombre latino y hermano: la de proteger a su hermana.
Hay un temor ahí, de que ese pasado sea capaz de destrozar el presente que apenas se mantiene en pie. No lo puede manifestar, pero sí vivir.
Y ese caos discursivo que puede ser Aphasia es porque no se trata de fluir como tal -pese a que esa sea la sensación al leerla- sino del colapso, de cortar algo y poner algo más en su lugar.
Por esta razón, Aphasia es una maravilla.
Aphasia
Mauro Javier Cárdenas
Publicada en inglés por Farrar, Straus and Giroux, el 3 de noviembre de 2020.
208 páginas
USD 8,88 (versión Kindle)
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