MasterChef: platos típicos, creatividad y entretenimiento
Irene González, Jorge Rausch y Carolina Sánchez son los jurados de esta nueva temporada de MasterChef Ecuador.
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Un formato clásico que ya tiene 30 años de existencia -con el sello inglés de la BBC como base- y que se produce en más de 40 países. MasterChef es un programa importante. Quizás porque dio la medida de cómo se deben mover los reality shows de concursos, de cómo deben funcionar.
Y eso se traduce en entender que si hay algo que le gusta a la gente es encontrar a otras personas mostrando sus aptitudes para una actividad humana, ya sea conocida o particular.
Porque hay realities de todo tipo: de gente que pinta cuerpos, de aquellos que decoran jardines, crean cabañas, arreglan carros, construyen casas, o arman sus carreras como drag queen.
Este es sobre cocina, sobre comida y sobre identidad, en el fondo. Y es espectáculo y entretenimiento.
La producción de MasterChef Ecuador -especialmente en esta segunda temporada- parece haberla tenido complicada, sobre todo por el tema de pandemia. Al menos en la etapa de postulaciones se utilizó la web para hacerlo.
Lo que se ve en pantalla es como si se pudiera encontrar algo de normalidad. No hay necesidad de mascarillas, pero sí de distancia física.
Las demostraciones de emoción no involucran acercarse a los jueces y abrazarlos. Eso ya es cosa del pasado.
Desde luego, se intuye que se tomaron las medidas de protección y es probable que eso no se deba ver por la pantalla. Y muchos podrían pensar que en el universo de MasterChef la pandemia no aparece.
Es probable que eso no sea del todo cierto.
Porque apenas empezaron a emitirse los episodios de esta temporada -el pasado 16 de noviembre- quedó claro que ante lo que sucedió el año pasado, los participantes parecen venir de otros estratos y niveles de estudios.
Quizás así como los emprendimientos de comida surgieron con más fuerza en estos meses, MasterChef es un terreno para una apuesta culinaria y conseguir un premio.
El 'checklist' preciso
MasterChef Ecuador funciona. Esto a pesar de que en muchos instantes -si no es en todos- la música es estridente o realmente saca de onda; o de que, en momentos, el jurado trabaje un sentido dramático que está de más.
Al menos esto no es siempre, pero sí fue evidente durante la primera semana en que se hicieron los retos de selección de los 21 concursantes finales.
El jurado -integrado por los chefs Carolina Sánchez y Jorge Rausch y la empresaria gastronómica Irene González- ya está en otro registro desde este 23 de noviembre, cuando ya todo el equipo está en Colombia, en la cocina y en la casa de MasterChef -el estudio es en el país vecino, pero el carácter ecuatoriano no se pierde, desde luego- .
Los tres revisan lo que los concursantes hacen, proponen técnicas, explican mejor, los hacen dudar porque es necesario ponerlos a prueba.
Tanto Sánchez como Rausch repiten sus roles de la anterior temporada. Para los fanáticos de la serie hay una especie de cambio de roles entre ambos.
Mientras ella era la más propositiva y casi como “hada madrina”, él parece cumplir ese rol en esta ocasión. Sánchez es mucho más dura y directa ahora.
Para que un programa de este tipo llegue a un gran nivel, su selección de concursantes debe ser precisa.
Ahí está el secreto. La afinidad, las pasiones del público, las ganas de que alguien triunfe o de que alguien se vaya está generada por la dinámica del grupo.
Y aquí llega otro de los puntos perfectos de MasterChef Ecuador: las entrevistas a los concursantes y que se intercalan en cada episodio.
Ya sea lo gracioso, la aceptación de los errores, el reclamo por las decisiones de los jurados y, lo mejor, sus reacciones ante lo que hacen sus compañeros y compañeras de aventura, las malas palabras y la sinceridad… este trabajo del equipo de producción da en el punto preciso.
Así se pueden conocer cómo son cada uno de los 21 personajes que están ahí. Cómo es Daniel y lo incisivo que es en sus comentarios -no por eso poco divertido-. Lo temperamental y sensible que puede ser Wendy por momentos. José y su absoluta seguridad y autoridad para hablar -incluso cuando le dicen que hizo mal las cosas-. Lo jovial de Daniela -no solo por su edad sino por la actitud-. La calma que profesa Carlos -el primer concursante en irse, con toda la pena que eso generó-. Esa onda tan guayaquileña en la que se mueven Cristhian y Maricela. Así como el olvido de Susuki para poner sal y pimienta…
La lista sigue.
Al final se trata de un concurso
Los retos, en la mayoría de los casos, están diseñados no solo para conocer la calidad de los concursantes como gente de cocina. En realidad, la fuerza aquí está en cómo lo hacen frente a la marca del tiempo y de las cámaras.
Hay retos de presión, retos creativos, el reto de la caja misteriosa -en el que deben hacer un plato en función del ingrediente que se les da-. Pero lo que importa es la prueba de eliminación.
Todos luchan en para ganar la posibilidad de subir a un balcón, donde puede ver cómo sus otros compañeros siguen cocinando y luchando para acompañarlos arriba.
Pero bueno, nadie quiere usar el mandil negro, con el que pasan al reto de eliminación.
¿Se aprenden cosas o trucos para la cocina? Sí. ¿Se conocen otros platos típicos y formas de prepararlos? Así es. ¿Se le da importancia a instancias alrededor de la comida como el emplatado? Por supuesto.
¿Es divertido verlo? Sí, y eso es fundamental, porque la dinámica del programa es repetitiva. Lo que importa es cómo se resuelven las pruebas. Y el resultado de cada episodio.
MasterChef Ecuador es caída y limpia. A tal punto que ahora se tendrá la posibilidad de ver los sábados lo que se ha definido como La revancha, en la que los concursantes eliminados tendrán la oportunidad de enfrentarse entre ellos, en un nuevo concurso, como un MasterChef paralelo.
Siempre es mejor dos que uno. Teleamazonas lo sabe. Y quizás solo sea cuestión de tiempo para que aparezcan más shows relacionados como Junior MasterChef o Celebrity MasterChef.
Otras recomendaciones
"La gran batalla floral"
Este es un reality show / concurso en el que los participantes deben pasar pruebas en las que deberán crear figuras mitológicas, animales, de fantasía, acuáticas, etc... pero con ¡flores!
Es realmente un programa refrescante, con personajes atípicos, descabellados y creativos, con el objetivo de mostrar sus destrezas y, en el camino, hacer de la jardinería algo interesante y atractivo -para quienes no piensan que lo puede ser-.
Son episodios de 40 minutos en los que hay diseño, manos a la obra, color y muchas, muchísimas flores y plantas.
'Blown Away'
Expertos y principiantes en la creación de figuras con vidrio se juntan en un reality que tiene una sola temporada hasta ahora y, sobre todo, altas temperaturas.
Suena imposible, pero quien ve cada capítulo siente el calor al que se exponen los concursantes para calentar, soplar y darle forma al vidrio, en función de los retos en cada episodio.
Hay que enfriar el material, echarle agua, encontrar en punto exacto. Quizás no tenga el mejor ritmo del mundo, pero el programa funciona, sobre todo, cuando el vidrio no se rompe, que suele pasar.
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