'Mank', el repaso de David Fincher por el Hollywood clásico
"Mank" es la nueva película de David Fincher, que se puede ver a través de la plataforma Netflix.
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Mank es una escena maravillosa detrás de escena maravillosa. Es ese tipo de película. Un filme que se construye en idas y vueltas. Que tiene un presente en 1940, cuando Herman J. Mankiewicz, conocido como Mank, está escribiendo el guion para Citizen Kane (1941), la película que muchos consideran que está por encima de todas.
La película que hizo Orson Wells cuando tenía un poco menos de 30 años y que sigue siendo una joya.
Y Herman J. Mankiewicz -¿puede hacer Gary Oldman un pésimo papel alguna vez?- está en una especie de cruzada para crear una historia única, importante, que también se mueva por un terreno en el que la ficción pueda considerarse un espacio de justicia.
Lo que hace David Fincher es contar las razones detrás del guion utilizando flashbacks que ayudan a entender cada una de las partes que justifican la existencia de personajes y acciones del filme de Welles. Fincher va y viene. Muestra la escritura -Oldman dictando las escenas a una concisa Lily Collins- y luego viaja hacia más atrás para dar detalles sobre lo que se va gestando.
No hay mucha ciencia en cómo está armada Mank: es como si se tratara de una conversación eterna en la que se plantea algo e inmediatamente se explica lo que está de fondo. Lo que hace magnífica la experiencia es la forma que se ha armado el filme y en las actuaciones. Aparte de Oldman, Amanda Seyfried como Marion Davies es un absoluto deleite.
Pero, hay algo más aquí. Es la relación directa, ese impacto poderoso que hace pensar en cómo David Fincher se enfocó para hacer esta película. Porque Mank es un acto de amor por doble vía.
Fincher parece acariciar al Hollywood clásico, el de los sistemas de estudio en los años 30, con todas las bajezas de por medio. Muchas, en realidad. El amor también se revela en la puesta en escena: la fotografía de Mank -y el montaje- recupera muchos momentos incónicos de Citizen Kane, casi calcando enfoques, ángulos y movimientos de cámara. Hay intencionalidad política ahí.
En realidad todo en Mank es político.
Pero, por otro lado, hay un componente afectivo brutal. Fincher toma el contundente guion escrito por su padre, Jack -fallecido en 2003- y lo lleva a la pantalla con elegancia, como un acto de amor único.
En algún punto del filme, cuando Mank ya ha terminado el guion de la película, le cuestionan que tenga una extensión de 327 páginas. Él responde, en referencia a lo que luego haría Wells con él:
“Le escribí una narrativa perfecta y le sugiero un destino. Adonde lo lleve es su trabajo”.
David lleva el guion de su padre a las alturas.
Hacer una película sobre hacer películas
No es nuevo eso de hacer largometrajes sobre cómo se hicieron otros. Así como tampoco es nuevo el ejercicio de hacer una película basada en cómo se hizo Citizen Kane. En 1999 Benjamin Ross dirigió RKO 281, por ejemplo. Pero, en esa ocasión el eje era Wells y cómo sorteó las presiones para culminarla.
Acá la base es más conceptual.
Y Fincher utiliza todas las herramientas posibles para dejar en evidencia que el cine, incluso como material de entretenimiento, es también un campo para hablar de la política. Y, en ese estado, Mank se eleva.
Porque lo que cuenta Fincher, de fondo, es cómo las posiciones de la gente con poder económico, en una California dedicada al espectáculo, son capaces de generar una campaña de que lo que hoy conocemos como 'fake news' para evitar que un candidato gane la gobernación del Estado. ¿El candidato? El escritor Upton Sinclair, acusado de socialista en su momento.
Y la alternativa ante la mentira del poder está en la ficción, en la justicia que se puede generar con una obra que, dramáticamente, pone en su lugar a un magnate de los medios de comunicación como lo era William Randolph Hearst, la base para el personaje Charles Foster Kane.
David Fincher habla de lo que pasa ahora. De un poder que quizás es más difícil de identificar, pero igualmente fácil de ridiculizar. Y no porque sean sujetos de burla, sino porque hacer una apuesta por una posición política exige conocimientos. Y Mank es preciso. Solo los que saben cómo van las piezas son capaces de salir victoriosos, aunque pierdan.
Mank
Dir: David Fincher
Guion: Jack Fincher
Elenco: Gary Oldman, Amanda Seyfried, Lily Collins, Charles Dance
Netflix, 2020
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'Seven', de David Fincher
Era su segunda película y Fincher lo consiguió y con creces. Un asesino serial que basa sus crímenes en los siete pecados capitales y un par de detectives llamados a resolver el caso.
Impresiona la atmósfera y cómo la película consigue llegar a su impactante desenlace. No hay manera de detener el mal a menos que el mal se detenga a sí mismo, como la lluvia que siempre sucede en la película.
Fincher recibe lecciones de Spielberg y sabe que lo más importante no es mostrar algo, sino dejar en claro lo que pasa e impactar con esa acción.
'The girl with the dragon tattoo', de David Fincher
En 2011 David Fincher hace la segunda adaptación cinematográfica del primer libro de la saga Millenium, de Stieg Larsson. Su trabajo es insuperable.
Fincher consigue recuperar el aire siniestro de la novela y lo traslada en la investigación sobre lo que pasó con un personaje que ha muerto y cómo se genera una relación entre los dos investigadores: Mikael Blomkvist y Lisbeth Salander.
Esta vez, Fincher hace un giro discreto al mostrar a este par y cómo se crean alianzas y se destruyen casi sin quererlo. Así como un crimen, las relaciones tampoco son perfectas.
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